sábado. 27.04.2024

Arturo Prins@prinsarturo

El último espectáculo de Leo Bassi70 años, nos sumerge en una profunda y ácida reflexión sobre la vida, la vejez y la muerte, llevándonos a reírnos de nosotros, en momentos en los que la gente ya puede considerarnos merecedores de un asiento en el metro, cuando éste va hasta las trancas. A través de su experiencia, Bassi nos muestra que la muerte y la vejez acechan sin previo aviso. Con un cuerpo pesado y denso; el bufón se pasea por el escenario en un macabro andador para ancianos con cornetillas, pero lleno de energía interior.

Leo Bassi, en su característico estilo provocador, nos invita a pensar sobre el envejecimiento, utilizando imágenes familiares y reproducciones de su pasado en ocho milímetros. Explora su infancia, y juventud. Nacido en un hogar donde su madre le confiesa que su padre es un "grandísimo gilipollas". Y nos explica el porqué de tal confesión: su padre llevó a toda la familia desde Nueva York hasta el desierto de Las Vegas, para presenciar los ensayos del ejército americano con explosiones de bombas nucleares, tratando de conseguir una mayor cercanía en kilómetros para contemplar tal evento, como si fuera un espectáculo de parque temático. Así nos cuenta, que al explotar la bomba, él salió volando por los aires, siendo cogido en brazos de su madre de tal susto, estando solamente a 25 km de distancia de la explosión. Aquella bomba le afectó la cabeza, y su radioactividad provocadora forma ya parte de su vida. Bassi nos recuerda el Bufónque es, aceptando que la risa es una de las grandes fuerzas de la existencia, y que humoristas o clowns como él, los que la provocan, tienen la inmensa responsabilidad de custodiarla.

Bassi nos recuerda el Bufón que es, aceptando que la risa es una de las grandes fuerzas de la existencia

El bufón nos revela cómo su cerebro y su cuerpo de 11 meses, en 1953, se convirtieron en receptáculos de estas fuerzas atómicas, transformándolo en un ser explosivo en la actualidad. A partir de esta experiencia en el desierto de Nevada, reflexiona sobre la importancia del humor como base del cosmos para enfrentar el caos y el dolor de la vida. Destaca que lugares como Gaza e Israel, han perdido el humor, y él mismo se percibe como un juguete más en la familia del caos donde estamos inmersos entre 800 mil millones de Galaxias, recordándonos que, en la inmensidad del cosmos, un partido como VOX ¿qué significa?, la nada absoluta. A Pablo Motos, le tiene reservada una guantada de tomo y lomo, como así también otra para la Iglesia de los pederastas. No deja títere con cabeza.

Con películas familiares antiguas, Leo Bassi hace un repaso a su carrera como descendiente de una familia de cómicos, humoristas, bufones y malabaristas. Su familia tiene una larga tradición de artistas circenses que provienen de varios países europeos, como Italia, Francia, Inglaterra, Austria y Polonia. Desde hace 170 años, sus antepasados han deleitado al público con sus espectáculos sin interrupción. Nos deslumbra con una filmación muy especial, una secuencia en la que un joven Leo veinteañero, en los años setenta del siglo pasado, hace malabarismos, girando un gran piano de pared entre sus pies, sin parar. O imágenes en la bañera junto a su madre, recordando épocas de niño y de adolescente descarriado. A través de fotografías antiguas, nos presenta al hombre que desafió las normas lavándose sus partes en público, o echando mierda sobre ellos, transformando lo que parecía una provocación inaceptable en un elemento de atracción popular que le otorgaría fama y éxito mundial.

El bufón se pasea por el escenario en un macabro andador para ancianos con cornetillas, pero lleno de energía interior

Ataviado con un pijama decadente inicialmente, y posteriormente con un traje de arlequín o clown antiguo, con un número 70 bordado en su pecho, pues nació en 1953, y que perteneció a su padre, Leo Bassi irrumpe en el escenario, riéndose del bochorno existencial que significa la vejez, estando en Madrid en un teatro de m*****, como él lo llama, en vez de estar triunfando en Broadway; con un pedido cómico a sus espectadores: que le suban la cremallera de su traje por detrás, que no le cierra de lo gordo que está. 

Se mofa de todo, y se pasa todo por el forro, colocándose en primera instancia como elemento de auto vacile, incluso se ríe de la dama cadavérica con una guadaña, foto que cuelga detrás de su espectáculo, un humor bien negro e inquietante, que nos advierte, ya le está alcanzando: la propia muerte. También nos invita a que asistamos a su "Iglesia de Patos" o la Iglesia Patólica, este lugar de culto llamado El Paticano, en el barrio de Lavapiés, dedicado a la adoración de un pato de goma amarillo “redentor”. Celebra regularmente misas y acontecimientos como bodas y bautizos con su propia liturgia, la insólita idea de rezar a patos de plástico para evitar problemas. Lo más singular es que lo que empieza como una travesura original y divertida se ha convertido en algo que trasciende la sátira, poniendo en evidencia las contradicciones siempre más grandes entre la narrativa oficial de nuestra sociedad y los valores que la gente vive. Así́ pues, la elección de un Dios tan improbable como el pato de goma de las bañeras, participa en este simbolismo que le acompaña en este espectáculo. La ironía provocadora con la que un objeto tan humilde tiñe el trono del todopoderoso tiene su contrapartida profundamente moral: ¿No sería el mundo mejor si en lugar del Dios del Antiguo Testamento, vengador y castigador, el Cielo estuviese regentado por un Dios de broma, inocente, juguetón, optimista y amigo de los niños? Un Dios revolucionario que se distingue de todos los demás por representar la imperfección y no la Perfección.

Con su cuerpo tocado por la radiactividad presenciada en su infancia, el bufón saca una bolsa con una mierda considerable, llena de florcitas, manteniendo la incertidumbre sobre si la lanzará al público o no. A través de esta experiencia, Leo Bassi nos recuerda que todo es efímero, comparándolo con la inmensidad del universo que alberga 800.000 millones de galaxias. En este vasto cosmos, somos simplemente un pequeño Teatro de barrio, y es sólo con el humor que podremos enfrentar la gigantesca realidad y sobrevivir mejor.


Leo Bassi, 70 años | Teatro del Barrio, consultar la cartelera.

70 años, Leo Bassi: jugando con la vejez y la muerte