martes. 19.03.2024

Actualizado el 6 de julio de 2023

Francesco Alberoni en su libro Enamoramiento y amor, refiere que el amor es la regeneración permanente del amor naciente. Todo lo que se instituye en la sociedad, todo lo que se instala en la vida comienza a soportar fuerzas de desintegración o de insipidez. En el amor, el problema del apego es a menudo trágico, porque el apego se ahonda a menudo en detrimento del deseo.

Algunos etólogos, tras haber señalado que el hijo adulto del chimpancé no copulaba con su madre, que no había atracción sexual entre ellos, han pensado que la inhibición de la pulsión genital provenía sin duda del prolongado apego madre-hijo. Un apego prolongado y constante hace más íntimo el lazo, pero tiende a desintegrar la fuerza del deseo, que sería más bien exógama, vuelta hacia lo desconocido, hacia lo nuevo. 

  1. Teoría del triángulo del amor
  2. Teoría de la rueda de colores
  3. Teoría del apego

Se puede preguntar si el prolongado apego de la pareja, que la consolida, que la arraiga, que crea un afecto profundo, no tiende a destruir de hecho lo que había aportado el amor en estado naciente.

 Pero el amor es como la vida, paradójico; puede haber amores que duren, de la misma manera que dura la vida. Vivimos de muerte, morimos de vida. El amor debería, potencialmente, poder regenerarse, operar en sí mismo un dialogo entre la prosa que se esparce en la vida cotidiana, y la poesía que le da savia a la vida cotidiana. 

Trataremos de centrarnos ahora en algunas de las teorías del enamoramiento o de los enamoramientos, para ser más precisos, desde una visión psicológica. Para ello, vamos a repasar algunos de los modelos más importantes:

Teoría del triángulo del amor

La teoría del triángulo del amor sería una de las teorías del amor más conocidas de la psicología, aportación del psicólogo estadounidense Robert Sternberg. Lo que este psicólogo plantea es que el amor está formado por tres categorías, que son las que conformarían el triángulo que le da nombre al modelo. Dichas categorías son la intimidad, la pasión y el compromiso.

Cada uno de los elementos tiene unas características propias, y la suma de todas es lo que da lugar al amor. La intimidad, por ejemplo, se refiere al deseo de experimentar una cercanía con la otra persona, disfrutando mutuamente de la compañía, de manera que el vínculo entre los dos se haga más fuerte.

Por otro lado, la pasión se referiría a la excitación, bien de tipo físico, o bien emocional, que puede surgir entre dos individuos. Además, esta condición puede incluso nublar la razón de la persona que la experimenta, llevándolo a realizar conductas que podrían suponer un riesgo para él o para otros.

Finalmente, el elemento de compromiso hace referencia al deseo de permanecer junto a la otra persona, por la satisfacción que se experimenta al compartir una relación con ella. Según Sternberg, la suma de la intensidad de los componentes determinará la intensidad total del sentimiento de amor experimentado.

Pero no solo eso, sino aquel elemento que sea más poderoso de los tres será el que dictamine qué tipo de amor es el que está sintiendo la persona en cuestión. Por lo tanto, las posibilidades, según el vértice del triángulo que destaque, serán la de amor íntimo o cálido, si predomina la intimidad, amor apasionado, si predomina la pasión, o amor comprometido, si es el compromiso el que predomina.

Teoría de la rueda de colores

La segunda de las teorías del amor que hemos de conocer es la de la rueda de colores. En este caso, el autor es John Alan Lee, psicólogo originario de Canadá. Lee, a través de un modelo gráfico representado por una rueda (que da nombre a la teoría) con un triángulo en su interior, una serie de tipos de amor que incluyen tres primarios, tres secundarios y nueve de un tercer nivel.

Los del primer nivel comenzarían por el eros, que hace referencia al componente erótico o sexual. Esta forma de amar sería de tipo sensual, con pasión. Si prima esta modalidad de amor, estaríamos ante una vinculación entre dos personas basada en la intuición o en lo que se conoce como flechazo.

Otro de los tipos de amor de primer nivel según Lee, es el ludus, nombre que se refiere al juego. En esta modalidad, lo que destaca es el deseo de pasarlo bien. Por lo tanto, no destacará por una gran vinculación sino por la satisfacción del placer efímero.

Completará la tríada principal de la teoría del amor que nos ocupa, el llamado storge. En este caso, el amor al que se refiere es el de carácter familiar. En dicha modalidad sí que resalta un gran compromiso entre los componentes. Se forja una lealtad propia de los parentescos e incluso amistades más importantes.

Tras esos tres tipos, aparecen otros tres, en este caso, secundarios. El primero de ellos es el de la manía, un término utilizado para algunas psicopatologías. Y es que, precisamente, se refiere a esa modalidad de amar que roza la locura. Dentro de las teorías del amor, este tipo es el referido al obsesivo, al que establece una dependencia insana.

El siguiente sería el ágape, y su base es el altruismo. Sería la pureza del amor, un sentimiento desinteresado, en el que actuamos para que la otra persona tenga lo mejor, sin esperar nada a cambio. El autor relaciona este tipo con la religión.

El último de los tipos de amor secundarios es el pragma, que corresponde al amor pragmático. Se trata del más racional, por lo que está alejado de la concepción más romántica del amor. La elección de pareja, por lo tanto, se haría conforme a unos intereses y unas expectativas. 

Lee finaliza su modelo con nueve formas de amor terciario, que en realidad son las diferentes combinaciones posibles entre todas las anteriores.

Teoría del apego

Para finalizar con un recorrido por las principales teorías del amor, no podemos dejar de revisar la famosa teoría del apego, una de las más importantes de la psicología evolutiva. Este modelo fue impulsado por John Bowlby, psicoanalista. La clave de esta teoría es la vinculación afectiva que se establece entre dos personas. Generalmente, la teoría del apego está centrada en ese vínculo, referido a un niño y a su cuidador, que actuaría como la figura de apego. Estamos hablando, por lo tanto, de un tipo de amor familiar, como el que se genera entre un padre o una madre con su hijo. 

Por último, compartir este pensamiento de Julio Cortázar: 

“Ven a dormir conmigo: no haremos el amor, él nos lo hará”.

Enamoramiento, la fuerza del deseo