sábado. 27.04.2024
“El juicio”, de Ulises de la Orden
“El juicio”, de Ulises de la Orden

En el Delphi Palast, durante la 73’Berlinale, se ha proyectado un impactante documental titulado El juicio. Un fiscal con su ayudante a un lado y enfrente veintidós abogados defensores de quienes habían subvertido el orden constitucional unos años antes. El proceso comienza con la protesta formal del amplio equipo defensor, quejándose de asimetría por su baja posición en la sala. Se le responde que, al no haber otro espacio, subirán al estrado según les toque intervenir. También se intenta deslegitimar al tribunal, por suplantación de la justicia militar. Entienden que sólo deben rendir cuentas ante sus homólogos y no pueden ser juzgados por las instancias judiciales en vigor.

Se invoca una instrucción del gobierno al ejército para neutralizar a las guerrillas. Del mismo gobierno que poco después derrocaron con su golpe militar. También se argumenta que habrían ganado una guerra contra los traidores a la patria, para restaurar el orden. Alguno se declara orgulloso de su servicio, encomendándose al juicio de la historia e incluso de Dios. Creen estar en un juicio de Nuremberg a la inversa, donde son juzgados los héroes.

Todo esto lo sabíamos por la magnífica película “Argentina 1985”. Pero en este documental vemos las caras de quienes integraron las cúpulas militares

Una vez iniciado el juicio, los abogados defensores recurrirán a todo tipo de argucias para ralentizar el proceso. Intentarán recusar algunos testimonios por su militancia o ideología política. Pretenden descalificar otros por su colaboracionismo con la maquinaria. Una colaboración involuntaria e impuesta por la pura supervivencia y las amenazas contra su entorno familiar. A uno le acusan de haber sido agente doble. Pero los testigos van desfilando uno tras otro con declaraciones increíbles. Hay algunos victimarios. Un militar dice haber activado las armas al recibir órdenes y no recuerda si las dianas eran seres humanos. Esperpéntico.

La gran mayoría de los ciudadanos estaban bajo libertad condicional, por decirlo así, puesto que podrían perderla en cualquier momento sin más. El secuestro, la rapiña y las torturas fueron el procedimiento a seguir. Se allanaban las casas y se llevaban a la gente, al tiempo que desvalijaban los hogares. A los más pudientes les pedían una considerable suma de dinero para comprar su libertad. Los abogados laboralistas fueron uno de tantos colectivos perseguidos, al igual que lo fueron sindicalistas o simples alumnos que habían sido activos como estudiantes. Los apresados desaparecían sin dejar ningún rastro. Sus hijos dados a familias adictas al régimen para que no crecieran en un ambiente maligno.

El fiscal, Julio Strassera, tiene un inolvidable alegato final donde pone las cosas en su sitio y las llama por su nombre. Invoca el último círculo del infierno de Dante

Asistimos a la descripción de amenazas y todo tipo de torturas. Las mujeres eran vejadas y violadas por sus carceleros. Una de las víctimas cuenta cómo dio a luz sin asistencia en un coche que circulaba velozmente y las humillaciones que padeció a continuación. Todo esto lo sabíamos por la magnífica película “Argentina 1985”. Pero en este documental vemos las caras de quienes integraron las cúpulas militares. Observamos cómo se ríen y cuchichean como si la cosa no fuera con ellos, nada impresionados por el relato de tantas perversiones. Lo mismo sucede con los letrados de la defensa. Resulta inquietante contemplar cómo no se ven interpelados por los testimonios y los argumentos del fiscal. A la gente se la hizo desparecer lanzándolos al mar o quemándolos (salto o parrilla). Algunos fueron devueltos por el mar. También se cavaron pozos donde apilar masivamente los cadáveres.

Pese a las aplastantes pruebas y los cientos de casos documentados, los jerarcas militares no se dan por aludidos. Entienden que se les debería felicitar por su victoria contra el pueblo al que debían defender. El fiscal, Julio Strassera, tiene un inolvidable alegato final donde pone las cosas en su sitio y las llama por su nombre. Invoca el último círculo del infierno de Dante, aquel donde moran los tiranos que han prosperado con orgias de sangre y rapiñando. No se trataba de ninguna guerra y se cometieron atrocidades injustificables desde cualquier punto de vista. Muchos inocentes pagaron por presuntos culpables que lo eran sin más, por no comulgar con las ideas de quienes habían tomado el poder por la fuerza.

Gracias a Raúl Alfonsín, Argentina dio un ejemplo al mundo. El contexto no era favorable, al verse rodeada por dictaduras militares afines a los encausados. Pero el juicio se celebró y es una referencia ineludible que debería tener en cuenta cualquier ejercicio de memoria histórica.

El juicio y Argentina 1985