sábado. 20.04.2024
Reparto Argentina 1985
Reparto Argentina 1985

 “El sadismo no es una ideología política, ni una estrategia bélica, sino una perversión moral” (Julio César Strassera) 


Nadie creía que las Juntas Militares de la Dictadura argentina fuera juzgadas fuera de la jurisdicción militar. De haber sido así, los encausados se hubieran ido de rositas o con menciones honoríficas adicionales por haber salvado a la patria del hostigamiento de las guerrillas. Contra todo pronóstico, bajo el gobierno de Raúl Alfonsín, el proceso pasó a manos de los jueces y estos encomendaron presentar pruebas a la fiscalía, cuyo titular era Julio Strassera, muy bien interpretado por el siempre eficaz Ricardo Darin, en uno de esos papeles que le hacen sentir cómodo al actor argentino.

El cineasta Santiago Mitre nos entrega una esmerada recreación de los preparativos del juicio y de su ejecución en Argentina 1985. Sus ciento cuarenta minutos de duración no cansan al espectador, porque se consigue hacer un relato ameno y con ciertos toques de humor, a pesar de abordar temas tan truculentos como los que se narran. Los guionistas aciertan al subrayar el lado humano del protagonista, que aparece bien acompañado por su familia y el equipo de jóvenes colaboradores que consiguió formar, al no conseguir voluntarios entre los de su generación.

Los abogados defensores de los generales y almirantes argentinos que dieron un golpe militar, basaban su argumentación en subrayar que se habían visto interpelados a intervenir para salvar a la patria, en guerra contra los enemigos de la patria. Todo cuanto se les pudiera imputar quedaba por lo tanto justificado por la lógica de un conflicto bélico y en orden a evitar una guerra civil. Sin embargo, aunque contaron con muy poco tiempo, los fiscales y sus ayudantes lograron recabar cientos de testimonios bien documentados. Las comparecencias de las víctimas brindaron detalles escalofriantes que impresionaron incluso a los adeptos al ejército.

Imponer un régimen por la fuerza y hacerlo imperar con la violencia no es hacer política, es puro sadismo y una perversión ética

En sus conclusiones la fiscalía demostraba los argumentos del equipo defensor, aduciendo que ninguna lógica militar es compatible con el genocidio perpetrado a una población civil indefensa. Calificó de “feroz, clandestina y cobarde” la brutal represión de las Juntas militares contra los presuntos guerrilleros o sus imaginarios colaboradores. Las delaciones operaban como denuncias, el secuestro suplantaba al arresto y las torturas suplieron a los interrogatorios. La violación sistemática de las mujeres tampoco parecía mostrarse muy compatible con una guerra como la que pretendían sostener.

Aunque se conozca el desenlace, la trama funciona como una novela de intriga y los obstáculos que van surgiendo están muy bien dosificados. Las presiones, amenazas y argucias que hubieron de superar la fiscalía resaltan su labor histórica. Como dijo en su alegato final Strassera, imponer un régimen por la fuerza y hacerlo imperar con la violencia no es hacer política, es puro sadismo y una perversión ética. Es el reverso de la democracia y su separación de poderes.

El inimaginable juicio contra las Juntas Militares de la Dictadura