miércoles. 15.05.2024

Cita con la historia

Tres de las cuatro semifinalistas de este Mundial están a un paso de dar una campanada histórica: para España y Holanda podría significar la consecución de su primera Copa del Mundo; para Uruguay, volver de forma inesperada a la gloria por la puerta grande, tras más de 50 años sin éxitos.
NUEVATRIBUNA.ES / ANTONIO SANTO 06.06.10

Este Mundial loco ha llegado a las semifinales dejando favoritas aparentemente invencibles por el camino (como Brasil), pero sobre todo confirmando que el fútbol vive un nuevo orden mundial. Para empezar, los abanderados del resultadismo se han caído todos por el camino: Brasil, Italia, Portugal y todas las otras selecciones que han intentado ganar los partidos simplemente a base de no perderlos han sufrido al fin en sus carnes la justicia poética que no siempre acude al llamado del balón. Otro punto importante: tres de las cuatro semifinalistas están a dos partidos de hacer historia, de cambiar su propio destino. No metemos en este saco a Alemania porque la Mannschaft está acostumbrada a verse en estos bretes, pero Holanda ha tenido dos finales y las ha perdido las dos, Uruguay hace más de 50 años que es una selección menor y España jamás había pasado de cuartos en un Mundial (salvo lo del 50 con gol de Zarra, pero ya lo hemos comentado: era otro formato de competición).

Es el Mundial de las sorpresas. Esta noche (20.30 h) se enfrentan Uruguay y Holanda para dirimir quién será el primer finalista de la Copa del Mundo de Sudáfrica. Holanda es una eterna candidata al título, pero en esta competición nadie podía esperar que llegaran tan lejos: pese a la reconocida eficacia de su equipo de medio campo en adelante, una defensa de mantequilla y una de sus dos estrellas principales hecho de cristal (hablamos, obviamente, del ex-madridista Robben) sembraban de dudas las posibilidades reales de la Oranje. Uruguay es una selección a la que se tiene un respeto histórico: dos oros en los JJOO, cuando los Mundiales aún no existían, y dos Copas del Mundo (una de ellas el legendario Maracanazo), pese a ser la selección de un pequeño país de 4 millones de habitantes, pero que hace más de 50 años que no demostraba nada en los mundiales. Ambos equipos llegan sabiendo que han hecho falta muchas carambolas y golpes de suerte para que se planten ahí; ésta es una oportunidad histórica que uruguayos y holandeses saben que no pueden dejar pasar, y lucharán hasta el último aliento por plantarse en la final del día 11. Uruguay llega sin su goleador Luis Suárez, por sanción por el "paradón" del gol cantado de los ghaneses en el último minuto que, pese a provocar penalty y roja directa, a la postre le dio la clasificación a los charrúas gracias a su mayor acierto en la tanda de penaltis (inolvidable la divina locura de Abreu, marcando el penal definitivo a lo Panenka). Holanda llega mostrando lo mismo, tanto en lo bueno como en lo malo, que el primer día: un ataque fluido y eficaz, comandado por un Sneijder en estado de gracia y un Robben intermitente pero dañino, y una defensa casi de broma.

¿Y qué decir del duelo Alemania-España? Si la FIFA pudiera, seguramente se inventaría un formato a lo Final Four para que este partido, promesa segura de espectáculo y emoción, fuera algo más que una de las dos semifinales. La vigente campeona de Europa llega cuestionada por su juego: se plantado hasta aquí sufriendo, en ocasiones con goles en los últimos minutos, a veces sin convencer. Los alemanes han aplastado a selecciones clásicas como Inglaterra y Argentina y llegan en un momento de forma y juego extraordinario. Podría parecer que la Roja no tiene nada que hacer ahora mismo ante la apisonadora teutona, pese a saber lo que es ganar a Alemania tras la final de la última Eurocopa, pero no nos engañemos: estos jugadores no son de los que fallan ocasiones históricas. Alemania ha jugado muy bien contra selecciones grandes... pero estas grandes no se estaban comportando como tales. Argentina era una ilusión y lo que más asustaba de Inglaterra era Capello. Además en ambos casos sus oponentes han salido a jugarles el partido, y no a colocar un autobús ante la línea de gol como le ha pasado a la Selección española. Este partido es totalmente diferente de los que se han dado hasta ahora en el Mundial, y España cuenta con varios comodines a favor. Para empezar, será la primera vez que alguien quiera jugar la pelota: los alemanes han aprendido del estilo que la Roja demostró en la Eurocopa, y de jugar a eso el combinado de Del Bosque sabe más. En esas lides Xavi e Iniesta van a tener mucho más que decir que en lo que va de Mundial. Después está el hecho de que la escuadra de Joaquim Löw es muy joven, y pueden pagar la bisoñez (ojo, eso sí, en los próximos Mundial y Eurocopa: desde ya los coloco como máximos favoritos al título, porque llegarán en un momento óptimo de edad, forma y experiencia). Además su jugador estrella, su director de orquesta del centro del campo Müller, no podrá jugar por acumulación de tarjetas amarillas, y el talentoso Khadiri llega a este partido recién salido de una lesión muscular que quizá le pese en las piernas. Torres aún les mete mucho miedo, y el mismo Löw ha pedido prudencia a jugadores, medios y afición afirmando que "España no tiene un Messi, tiene 11". Pues eso. Pase lo que pase en esta semifinal, tenemos que estar agradecidos a esta selección que definitivamente nos ha quitado complejos y nos ha enseñado que sí, se puede. Ocurra lo que ocurra mañana, los nuestros ya han hecho historia. Pero desde aquí va un mensaje para los catastrofistas que creen invencible a la Mannschaft: el partido está al 50%.

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