lunes. 06.05.2024
The Queen (1968)
The Queen (1968)

Keita 

El transformismo ha estado presente desde los orígenes del género, ha mutado y se ha reproducido en mil figuras distintas encarnando, así, una batalla que se inspira a la par que se rebela contra los roles y nociones tradicionales del statu quo del género.

Las travestis, por tanto, han personificado la mayor sublevación social de occidente en nuestros tiempos, desde la irreverencia, la noche, los playbacks y la burla. Han convertido su propia experiencia en arte, en un ejercicio de profanar lo establecido, de desacatar las cárceles de identidades y de conformar toda una plástica social a través de la paradoja de la imitación y la subversión de la fantasía, de la opulencia y de las divas.

Noelle-Neumann, periodista y politóloga alemana, en su obra La espiral del silencio (1977), presenta la opinión pública como una forma de control de la sociedad que empujará a los individuos a adaptar sus comportamientos al clima imperante; la sociedad, así, amenaza con el aislamiento a aquellos con condiciones contrarias a las generales. De esta forma y, según su teoría, debemos concebir a los medios (prensa, cine, televisión, etc) como los encargados de la creación de la opinión pública, y no al contrario. Es por ello por lo que el cine se convierte en un medio creador (que no imitador) de las realidades, así como significador de las experiencias disidentes.

Las travestis han personificado la mayor sublevación social de occidente en nuestros tiempos, desde la irreverencia, la noche, los playbacks y la burla

Desde los orígenes del cine la representación de personajes o elementos LGTBIQ+ ha sido inminente, en un primer término a través de una visión masculina, satírica y heterosexual y, posteriormente, desde enfoques más acertados. Debemos partir del hecho de que la historia queer en el cine está borrosa debido a los límites tan difusos entre esas imágenes nocivas, aquello que el colectivo se llegó a apropiar (The Dickson Experimental Sound Film, 1894) y lo verdadera e intencionadamente LGTB

Ya en la década de 1910 y como recoge Zavala Kahn en su La representación de personajes LGTB en el cine, nos encontramos con retratos no muy acertados del oficio y el arte del drag en cintas como A woman (Chaplin, 1915), cortometraje en el que él mismo se travestía y coqueteaba con hombres, o Miss Fatty´s Seaside Lovers (Roscoe Arbuckle) del mismo año y bajo los mismos pretextos temáticos. 

Damos un salto en el tiempo para encontrarnos con obras mucho más populares como Some Like It Hot (Billy Wilder, 1959) donde la premisa y la broma general reside en lo mismo: hombres cisheterosexuales “disfrazados” de “mujer” con fines ajenos al arte o a la identidad de género y más acercado a conceptos de interés económicos, burlas y sexualizaciones.

Ya entrados en las últimas décadas del pasado siglo, alejados del Código Hays, nos encontramos con auténticas joyas cinematográficas. Por un lado, a través de un subgénero de las películas de carretera como The Adventures of Priscilla, Queen of the Desert (Stephan Elliott, 1994) o To Wong Foo, ¡Thanks for Everything! Julie Newmar (Beeban Kidron, 1995). Estas historias detallan experiencias más reales y respetuosas al igual que incluyen en sus ficciones a dragqueensdel momento, ese ambiente de inclusión sana no es fruto de otro aspecto que no sea la propia visión femenina, por parte de Kidron, y homosexual de Stephan Elliott. Ya no se nos acerca a ese mundo a través de la mirada masculina y el prisma heterosexual, las historias comienzan a ser contadas por quienes las viven o, al menos, quienes las entienden. 

Las realidades disidentes deben reflejarse desde manos buenamente intencionadas y responsables, se deben dejar hablar a las vidas por sí mismas

A esta evolución le acompaña el surgimiento del New Queer Cinema, íntimamente ligado a las nuevas representaciones del transformismo en el cine, pero mucho más centrado en las tramas homosexuales alejadas del buenismo y las romantizaciones del cine mainstream.

Por otro lado, y también en estas décadas se da una corriente muy interesada en los largometrajes de corte documental como Paris is Burning (Livingston, 1990) o The Queen (Simon, 1968), ambos retratos de la cultura pageant y ballroomde Nueva York. Destacan otros algo más underground si cabe como The Goddess Bunny (Nick Boujas, 1994), donde Sandie Crisp, mujer transgénero y dragqueen de Los Ángeles combina sus aventuras sexuales con los relatos de maltrato, acoso y abusos médicos a causa de su poliomielitis.

En España, en cambio, contamos con escasa filmografía acerca del transformismo desde una visión desligada de lo superficial. El cine de Almodóvar emerge como el más representativo, aunque destacan documentales majestuosos como Ocaña, retrato intermitente (Ventura Pons, 1978) sobre la figura del pintor y travesti José Pérez Ocaña, o Vestida de azul(Giménez-Rico, 1983). 

En España, en cambio, contamos con escasa filmografía acerca del transformismo desde una visión desligada de lo superficial

Sin embargo y a nivel mundial, es la figura de la musa de John Waters la que se alzará como la primera estrella cinematográfica del travestismo, Divine. Convertida hoy día en una leyenda y un personaje de culto, comenzó a aparecer en las cintas independientes de su amigo y paisano John Waters, Roman Candles (1966), Eat Your Makeup (1968) y Multiple Maniacs (1970) serán algunos de los cortometrajes y comedias negras que compartirán ambos artistas a través de una línea editorial centrada en la repugnancia, lo incorrecto y lo absurdo. A partir de Pink Flamingos (Waters, 1972) se construye su legado, planos explícitos, situaciones grotescas y coprofagia se convierten en un ataque directo a las ideas conservadoras y blancas de los americanos.

A partir de entonces emergen otras figuras, motivos y formas diferentes de reflejar el travestismo y de la mano con nuevos géneros y, sobre todo, nuevos espacios con figuras como Rupaul Charles, sus coqueteos con el cine y la televisión y su concurso Rupaul´s Drag Race (en emisión desde el 2009) que han elevado el transformismo a un nivel mucho más popular y ha conseguido cifras estrepitosas (con actualmente mayor demanda que el 99,8% de los títulos de realities en Estados Unidos según Parrots Analytics), permitiendo situar bajo los focos debates como la transexualidad, la lucha contra el estigma del VIH o el racismo.

Es por ello por lo que, como comentábamos, las realidades disidentes deben reflejarse desde manos buenamente intencionadas y responsables, se deben dejar hablar a las vidas por sí mismas para no contaminar el círculo hermenéutico que significan nuestras propias identidades y experiencias como travestis. Hay que filmar, pero filmar desde la verdad.

El travestismo en el cine: repaso histórico a través de las representaciones fílmicas