jueves. 25.04.2024
Captura (2)

Las películas de época no suelen ganar premios en los festivales cinematográficos. Más bien se premian los temas abordados o se manejan criterios que ignoran al público. No me he llevado pocos chascos en tal sentido. Reconozco que no soy muy partidario de los experimentos vanguardistas y que desde muy pequeño aprendí a ir al cine para entretenerme. Luego descubrí que podría ser también algo muy instructivo. Per decididamente prefiero ver cosas que no requieran muchas explicaciones y que puedan tener hipnotizado al espectador durante su metraje. 

Amadeus es una referencia inexcusable para la cinta checa presentes en el festival de San Sebastián. Seguramente no consiga ningún galardón, aunque los merecería en varias categorías. Il Boemo, de Petr Vaclac, rescata del olvido a un músico del que pocos tendrán aviso alguno y cuyo apellido resulta impronunciable. El propio Mozart rescataría una de sus últimas composiciones y en la película se dejar ver el mutuo respeto que se habrían dispensado ambos compositores austriacos, pese a ser de dos generaciones consecutivas. 

Mysliveček triunfó en su época, pero supo no conformarse con contemporizar con las modas y evolucionó en su estilo, sobreponiéndose a serios reveses de salud. La película está muy bien ambientada y recrea verosímilmente los escenarios por donde nuestro compositor fue desfilando a través de toda la Italia del Siglo XVIII, incluyendo al reino de Nápoles con su rey español. Es un viaje a ese período crucial, en el tránsito del Barroco a la Ilustración. 

Más que las alianzas militares o los tratados económicos, a los europeos nos une una cultura común y películas como esta nos lo recuerdan

Asistimos a un retrato social impresionante, donde las mujeres aparentemente muy bien casadas no son felices en absoluto y ven reprimido sus ansias de saber, así como truncados los anhelos vitales que se corresponden con su inteligencia natural y cultivada. Otro tanto sucede con las cantantes de primera línea. El humor acompaña esta entretenida crónica de una época y los ciento cuarenta minutos de duración parecen pocos. La música es arrebatadora y hay que disfrutarla en el cine, por bueno que sean los altavoces domésticos de nuestra sofisticada televisión.

Aparte de la referencia obvia de Amadeus, el director también reconoce la inspiración de Barry Lindon. Esta coproducción checa e italiana, con diálogos en italiano, alemán y francés, cuenta con el apoyo del canal televisivo Arte y no constituye un fresco de la cultura europea. Más que las alianzas militares o los tratados económicos, a los europeos nos une una cultura común y películas como esta nos lo recuerdan.

Un Amadeus desconocido con ambientación de Barry Lyndon