viernes. 29.03.2024
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Marina Silva.

@jgonzalezok | La última encuesta que Ibope hizo para Globo TV y O Estado de S. Paulo, conocida este martes, 26 de agosto, confirma el ascenso de Marina Silva, la candidata del PSB, que pone en serio peligro la candidatura de Dilma Rousseff (PT). El vuelco ha sido total en cuestión de días, más que semanas, aunque ya se venía viendo un descenso de Dilma en las encuestas.

Según esta última encuesta, en la primera vuelta -5 de octubre- la actual presidente tendría un 34%, Marina Silva un 29% y Aécio Neves (PSDB) un 19 %. Pero en una eventual segunda vuelta, Silva derrotaría a Rousseff de manera clara, con un 45%, frente a 36%. El margen de error es del 2 %.

Es la primera encuesta que se conoce después del trágico fallecimiento de Eduardo Campos, que era el candidato titular del PSB. El partido decidió después que fuera Marina Silva, que era la candidata a vicepresidenta, la que encabezara la fórmula. Una encuesta anterior de la misma empresa, con Campos todavía de candidato, dio números totalmente distintos. Dilma Rousseff sacaba 38% de intención de voto, Aécio Neves estaba en 23% y Campos en apenas un 9%. Es decir que Marina Silva sobrepasa a Neves, la principal víctima de este cambio, y amenaza directamente a Dilma Rousseff.

Para el vicepresidente del PT, el diputado José Guimaraes, el ascenso de Marina sería un reflejo de la conmoción causada por la muerte de Eduardo Campos: “es como una espuma que se deshace en el aire, porque la candidatura de Marina no es sólida, no tiene base en los sectores de la sociedad como la producción”. No obstante, admitió que la encuesta sirve de alerta para la campaña de Dilma, que tiene que descender a la calle: “para vencer, Dilma tiene que salir a la calle y Lula precisa recorrer el Nordeste”, señaló Guimaraes.

Gilberto Carvalho, ministro jefe de la Secretaría General de la Presidencia, dijo que quien más tiene que preocuparse es Aécio Neves. Y señaló que en la primera semana de septiembre las cosas empezarán a volver a su cauce. Sin embargo el fenómeno puede ser más perdurable. El último número de la revista Epoca dedicó su portada a Marina Silva. Con un primerísimo plano de la candidata ocupando toda la página, un titular se pregunta: “¿Hasta dónde va?”. Otro semanario, Veja, también le dedica su portada y se pregunta: “¿Marina presidente?”. Y afirma que con su entrada en la campaña como un huracán, Brasil tiene poco tiempo para saber si es solo un espejismo o una opción política real.

El sondeo se divulgó horas antes del primer debate televisado entre los principales candidatos, transmitido por la cadena Band durante tres horas. La presidente defendió su propuesta de reforma política, señalando que “la fuerza del pueblo brasileño es capaz de transformar el país y contener el desvío de dinero y la corrupción”. Marina Silva, por su parte, retrucó: “ese Brasil que la presidente Dilma acaba de mostrar, colorido, casi cinematográfico, no existe en la vida de las personas. Vivimos en una situación de penuria en la salud, la educación y la seguridad”. Trató de presentarse como la candidata de la ilusión, al afirmar: “traigo el mensaje de la esperanza del deseo de cambio de los brasileños para renovar la política”.

Marina Silva tiene un pasado humilde, que la asemeja al ex presidente Lula. Nacida en el estado amazónico de Acre, fue recolectora de caucho, trabajó con el legendario Chico Mendes y fue empleada doméstica. Tuvo hepatitis y malaria, entre otras enfermedades que le dejaron un físico que transmite fragilidad. Aprendió a leer y escribir a los 16 años, pero después se licenciaría en Historia, con postgrados en Teoría Psicoanalítica y en Psicopedagogía. 

Militó casi 30 años en el PT y fue ministra de Medio Ambiente entre 2003 y 2008, durante el primer gobierno de Lula. A la hora de irse manifiesta su desacuerdo con una concepción del desarrollo “centrada en el crecimiento material a cualquier precio, con ganancias exacerbadas para pocos y resultados perversos para la mayoría”.

Once días después de dejar el gobierno se afilia al Partido Verde, siendo su candidata presidencial en 2010. Logra en la primera vuelta el 19,3 % de los votos, casi 20 millones de papeletas. Marina Silva puede ser quien impulse la renovación política que pidieron los manifestantes durante las protestas de meses pasados.

Para un eventual gobierno con Marina Silva de presidente, tendría que construir una base de apoyo amplia, como sucede ahora con el PT. Está convencida de que sectores de los mismos partidos que han apoyado los gobiernos de Lula y Dilma, pueden respaldarla a ella. En su primer acto de campaña, tras el fallecimiento de Eduardo Campos, afirmó: “Puedo garantizar que el PMDB de Pedro Simón no va a faltarnos, que el PDT de Cristovam Buarque, no va a faltarnos y que el PT de Eduardo Suplicy no va a faltarnos”. El PMDB es el partido más importante de Brasil, por encima del PT, y en las tres formaciones citadas hay disidentes de Dilma.

Con 56 años y cuatro hijos, Marina Silva parece la figura a batir. Aunque defiende el estado laico, es conocida su adhesión a la iglesia evangélica, que cada vez tiene más importancia numérica y creciente influencia política. De hecho todos los candidatos tienen sus propias estrategias para tratar de seducir ese electorado. Marina Silva, además, está siendo vista como la candidata con mayores posibilidades de llevar a cabo la reforma política que se exigió en las calles durante varias semanas, en junio del año pasado.

Marina Silva avanza firme en las encuestas y ganaría en segunda vuelta