viernes. 29.03.2024
cristin-fernandez
Cristina Fernández en una imagen de archivo. (Foto: Casa Rosada)

@jgonzalezok / Su nombre es Antonio Stiusso, pero su nombre de guerra como espía era Jaime. Hasta diciembre pasado era el jefe de Operación de los Servicios de Inteligencia de Argentina. Y en los últimos días se ha convertido en uno de los nombres más citados en relación con el asesinado fiscal Nisman y por su papel en la causa AMIA, el atentado antijudío de 1994 que provocó 85 muertos.

El gobierno de Cristina Fernández está determinado a imputar la muerte del fiscal a “medios concentrados, servicios de inteligencia desplazados y a jueces y fiscales golpistas, que pretenden desestabilizar al gobierno y enlodar a la presidente”. Entiéndase Clarín, Stiusso y aquellos jueces y fiscales que llevan adelante causas por corrupción de funcionarios.

Cuando se le preguntó al Secretario General de la Presidencia, Aníbal Fernández, quién estaría detrás de esta operación desestabilizadora, respondió: “es una operación por parte de sectores que antes tenían facilidad para hacer cosas en la Argentina y hoy no la tienen”. Lo mismo dijeron en el Consejo Nacional del Partido Justicialista (peronista), que respaldó a la presidente con los mismos argumentos y los mismos ataques a medios, jueces y fiscales.

En la visión presidencial, Nisman fue un títere de Stiusso, al que achaca haber plantado pistas falsas. Aníbal Fernández, por su parte, deja entender que sería el espía el que redactó la acusación por el caso AMIA, en la que denuncia un plan criminal para encubrir a los acusados iraníes, avalado por la presidente y otros altos funcionarios. .

En el caso del espía Stiusso, es el nuevo enemigo incorporado por el gobierno, a pesar de que, durante todos estos años, se sirvió de sus habilidades. Cuando Néstor Kirchner decidió crear una fiscalía especial para la causa AMIA, designa al fiscal Nisman y le indica a Stiusso como el hombre que le puede ayudar en la investigación. En estos años, estuvo al servicio del gobierno para presionar a jueces y espiar a periodistas y opositores, todas actividades ilegales.

Pero en los últimos tiempos el gobierno de Cristina Fernández sintió que no estaba siendo leal y cambió la cúpula del Servicio de Inteligencia. La presidente enfureció cuando los servicios no le avisaron con tiempo que su ex jefe de Gabinete, Sergio Massa, iba a romper con el kirchnerismo e iba a presentarse en las elecciones parlamentarias de ha 2013. Más recientemente, hubo un desentendimiento entre la Casa Rosada y los servicios, por la supuesta amenaza terrorista de los islamistas del ISIS contra la presidente. Es por eso que Cristina Fernández decidió reforzar al general Milani, jefe del Ejército, que controla los servicios de inteligencia militar y que estaría haciendo también inteligencia interior, a pesar de que también está prohibido por ley. .

Aunque Cristina Fernández confesó no tener pruebas sobre quién asesinó al fiscal Nisman, el secretario general de la Presidencia, Aníbal Fernández, dijo que la mandataria denunciará a todos en la Justicia “cuando tenga los elementos”. Entre ellos, no cabe duda, estaría Stiusso.

El ya antiguo hombre fuerte de los servicios de inteligencia argentinos, es ingeniero. Ingresó en sus filas 1972, es decir, que estuvo durante toda la dictadura y se cree que actuó en la represión en el centro clandestino de Automotores Orletti, donde fueron a parar los uruguayos detenidos en el marco de la Operación Cóndor.

Su poder ya lo había demostrado en 2004, después de que Gustavo Béliz, el primer ministro de Justicia de Néstor Kirchner, pero ya fuera del gobierno, mostrara su rostro en televisión. Esto le supuso a Béliz un juicio y tuvo que irse del país durante unos años. “La SIDE (como se llamaban entonces los servicios de inteligencia) la maneja un señor al que todo el mundo tiene miedo porque dicen que es peligroso y te puede mandar a matar. Ese hombre participó en todos los gobiernos y se llama Jaime Stiusso”, dijo entonces Béliz.

El otro hombre al que parecen estar apuntando en el gobierno es a Diego Lagomarsino, colaborador estrecho del fiscal Nisman y que fue quien le prestó la pistola que acabó con su vida. La fiscal que lleva adelante la investigación prohibió su salida del país, después de no poder ubicarlo en su casa. No obstante, se comunicó después con las autoridades judiciales, informó que estaba en casa de un amigo y se puso a disposición del juez.

Por otra parte, el fiscal de cámara que interviene en la investigación de la muerte de Nisman, Ricardo Sáenz, criticó las dos cartas hechas públicas por la presidente, Cristina Fernández, a través de las redes sociales. “sugerir calificaciones legales del hecho y medidas de prueba, es interferir en la investigación”. También sugirió que la Procuradora General de la Nación, Alejandra Gils Carbó, “debería hacerle saber a ella (a la presidente) que no debería manifestarse de esa forma. No es lo mismo leer lo que opina cualquier ciudadano en Facebook, que lo que opina la presidenta”, añadió.

Los principales precandidatos de la oposición, firmaron un documento en el que también exigen garantías en la investigación del fallecimiento del fiscal, así como una resolución del caso AMIA. Hermes Binner, Ernesto Sanz, Mauricio Macri, Sergio Massa y José Manuel de la Sota, también pidieron que la Corte Suprema tutele el esclarecimiento de la causa AMIA. Y a la procuradora, Gils Carbó, que garantice el mantenimiento de todo el equipo de trabajo que integró la fiscalía con Nisman.

El espía que surgió de la Casa Rosada