viernes. 29.03.2024
Cristina Fernández

La mandataria cree que “lo usaron vivo y después lo necesitaban muerto”

@jgonzalezok / La presidente argentina, Cristina Fernández, ha vuelto a publicar una extensa carta sobre el caso de la muerte del fiscal Alberto Nisman, en la que habla del suicidio “que estoy convencida que no fue suicidio”, dando un giro a la versión que se dio desde el primer momento. Abundando en las teorías conspirativas, la mandataria afirma que alguien habría impulsado al fiscal a volver precipitadamente de sus vacaciones para presentar su denuncia contra la presidente y otros funcionarios.

Pero un intercambio de mails con la diputada Laura Alonso, conocido en las últimas horas, desmiente que la vuelta a Buenos Aires fuera precipitada. Una semana antes ya había quedado a tomar un café con la citada legisladora.

A pesar de las explícitas grabaciones telefónicas que parecen dar sustento a la acusación de Nisman, de que se intentó encubrir a los iraníes acusados por el atentado contra la mutual judía AMIA, en 1994, la presidente afirma que esta teoría “se derrumba” y que al fiscal le proporcionaron datos falsos. Y se pregunta: “¿Tal vez lo hicieron venir por lo ocurrido en Francia? ¿O estaba pensada (la denuncia) para la campaña presidencial? ¿O tal vez se adelantó por los cambios efectuados en la Secretaría de Inteligencia?”. Estas preguntas de la mandataria la llevan a concluir que “lo usaron vivo y después lo necesitaban muerto”.

La nueva teoría presidencial es que la denuncia del fiscal Nisman nunca fue en sí misma la verdadera operación contra el gobierno: “la verdadera operación contra el gobierno era la muerte del fiscal después de acusar a la presidenta, a su canciller y al secretario general de La Cámpora de ser encubridores de los iraníes acusados por el atentado terrorista de la AMIA”.

En las últimas horas el gobierno pasó de los ataques feroces contra el fiscal, a sostener que fue engañado. El canciller Timerman lo había acusado de mentiroso y de investigar clandestinamente a la presidente. Ahora, el ex juez de la Corte Suprema, Eugenio Zaffaroni –uno de los arietes del kirchnerismo en la Justicia-, se refirió al fiscal como  “ese pobre muchacho”, y como una víctima más del caso AMIA.

Cristina Fernández pidió protección para el hombre que le entregó el arma que causó la muerte de Nisman, Diego Lagomarsino, que habría sido el último testigo que vio con vida al fiscal. Según la versión que Lagomarsino contó a la Justicia, había recibido una llamada telefónica de Nisman para pedirle prestada el arma porque el espía Jaime Stiusso le había recomendado que tuviera cuidado con su custodio y que pusiera una seguridad reforzada a sus hijas. Esto a pesar de que el propio fiscal contaba con otra arma, incluso de mayor calibre.

Primero habló de una conspiración en la que estaría involucrado Clarín

La carta que publicó la mandataria argentina a través de su cuenta de Twitter es la segunda. En la primera habló de una conspiración en la que estaría involucrado Clarín. A pesar de que la muerte de Nisman ha provocado una grave crisis política, hasta ahora Cristina Fernández no consideró que el caso merecía una de sus habituales cadenas nacionales, que por ley se reserva para situaciones graves, excepcionales o de trascendencia institucional.

Entretanto, las investigaciones siguen revelando muchas irregularidades. Se abrió un sumario a los dos custodios que encontraron el cuerpo del fiscal para determinar si su actuación fue correcta, ya que tardaron horas en alertar a sus superiores de la falta de respuesta de Nisman a sus llamadas. Se llamó antes a un médico privado que al juez. Y las ambulancias del servicio de urgencia SAME fueron rechazadas al llegar en dos oportunidades.

Aunque en un primer momento se habló de que el apartamento del fiscal, en el exclusivo barrio de Puerto Madero, estaba blindado por medidas de seguridad extraordinarias, la realidad es muy diferente. El cerrajero que abrió la puerta de servicio a la madre, avisada por los policías de la custodia, dijo que cualquiera podía abrir esa puerta. Y hay un tercer acceso a la vivienda, donde están los aparatos de aire acondicionado y que comunica con el apartamento vecino, puede ser también fácilmente violado.

Asimismo hay dudas sobre dos de los acusados por Nisman en el caso AMIA, supuestos espías, de los que el Servicio de Inteligencia dice que nunca trabajaron en sus dependencias. No obstante, otro de los acusados, Fernando Esteche, afirma que con uno de ellos se reunió en la jefatura de gabinete, cuando estaba el titular era Juan Manuel Abal Medina.

Esteche es el líder de Quebracho, un oscuro grupo violento que en los últimos tiempos se convirtió en una fuerza de choque del kirchnerismo. La pregunta es: ¿qué hacía este personaje en la Casa Rosada, en la oficina del jefe de Gabinete, negociando con un supuesto espía?

Otro de los acusados por el supuesto complot para encubrir a los iraníes, Luis D´Elía, ex piquetero, ex funcionario del gobierno y que figuraba en primera fila de la mayoría de los actos presidenciales, está desaparecido desde hace días y, aparentemente, abandonado por el gobierno. En su cuenta de Twitter, donde siempre está muy activo, se limita enviar saludos. Y no apareció por Radio Cooperativa, donde tiene un programa diario a primera hora. 

En las calles de Buenos Aires aparecieron carteles firmados por el Movimiento Evita, con un texto sobre los colores de la bandera nacional, que afirma: “Ni lo intenten, Cristina somos todos”. En la página Web de la misma organización, afirman que la denuncia del fiscal Nisman era “un ataque inaceptable” y que deberían ganar la calle con pintadas y carteles.  

La presidenta Cristina Fernández sostiene ahora la teoría del asesinato del fiscal Nisman