viernes. 29.03.2024
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Cristina Fernández ha sostenido que está siendo objeto de una persecución política, sin rebatir ninguna de las acusaciones en su contra

@jgonzalezok | La ex presidente argentina, Cristina Fernández de Kirchner, se pasó gran parte de la mañana de este lunes en dependencias judiciales, respondiendo por 8 acusaciones de corrupción, la mayoría derivadas de la llamada causa de los cuadernos. Un proceso que destapó el mayor caso de corrupción en la historia argentina y que tiene a la ex presidente como su principal imputada. Aunque no la única, ya que la acompañan numerosos ex altos cargos de su gobierno y, cosa inédita, más de un centenar de empresarios, que fueron los que pagaron los sobornos.

El juez Claudio Bonadio y el fiscal Carlos Stornelli -que ha sido víctima reciente de una burda y fallida operación para tratar de apartarlo de la causa- están logrando acumular una enorme cantidad de evidencias y de testimonios, muchos de ellos gracias a arrepentidos. Los medios, por su parte, se están haciendo un festín con la causa, sobre todo porque viene a confirmar antiguas denuncias.

Pero las posibilidades de que Cristina Fernández acabe en la cárcel son casi nulas, aun en el caso de que la Justicia acabe condenándola. Esto es así porque la ex mandataria goza de fueros desde que fue elegida senadora en las elecciones de 2017, con mandato por seis años. Los fueros no impiden que sea imputada y juzgada, pero sí que sea detenida, a menos que el Senado vote favorablemente su desafuero, con una mayoría de los dos tercios.

Y el Senado argentino siempre tendrá una mayoría peronista. Está compuesto por tres representantes por cada provincia, dos por la primera fuerza política y uno por la segunda. Tiene los mismos senadores la provincia de Buenos Aires, donde vive el 40 % de la población total del país, que las provincias más pequeñas. O, dicho de otra manera, Buenos Aires tiene la misma representación en el Senado que la provincia de Tierra de Fuego, aunque tiene 137 veces su población. Se da la circunstancia de que, históricamente, estas provincias están dominadas por el peronismo conservador y en algunos casos feudal. Y, en algunos casos, debido a las propias divisiones del peronismo, al final los tres senadores de una misma provincia son peronistas.

Junto a esta circunstancia hay otra consideración fundamental. Por más divididos que estén, los peronistas acaban siempre protegiéndose entre ellos. La muestra más cabal es la del ex presidente Carlos Menem (1989-1999), condenado en firme por diversas causas, algunas ya sin posibilidad de recurso, pero que sigue protegido por el Senado. Las diversas familias peronistas, enfrentadas políticamente, resolvieron que ni siquiera se trataba el desafuero pedido por la Justicia.

Irónicamente, el cineasta Juan José Campanella, escribía recientemente en un mensaje de Twitter que existen numerosas clases de peronismo, “pero a la hora de defender el choreo (robo) se juntan siempre”. Hay que recordar que, recientemente, grupos peronistas de diversas tendencias, dejaron de lado sus diferencias -a menudo feroces- para votar juntos contra el decreto del gobierno sobre extinción de dominio, que pretendía la incautación de los bienes de narcotraficantes y corruptos a favor del Estado.

Quizá cabe evocar otra frase famosa sobre el peronismo, que dijo el fallecido Antonio Cafiero: “Los peronistas son como los gatos, parece que se están peleando, pero en realidad se están reproduciendo”.

Hasta ahora, Cristina Fernández ha sostenido que está siendo objeto de una persecución política, sin rebatir ninguna de las acusaciones en su contra. Se niega a declarar ante el juez, cuando es citada, y presenta escritos donde hace una defensa exclusivamente política. Apuesta al paso del tiempo, a la protección del Senado y a un posible cambio de gobierno, con la idea de que los jueces responden a sus enemigos políticos.

En una columna de opinión de este domingo en el diario La Nación, Fernando Laborda recoge la respuesta que le dio un dirigente peronista adversario del kirchnerismo, sobre la eventual exigencia de impunidad de la ex mandataria para apoyar en las elecciones de octubre a un candidato que no fuera ella. “Se debería revisar el estatus de los ex presidentes de la nación ante la responsabilidad penal por actos de gobierno”, fue su inquietante respuesta, puesto que podría consagrar la impunidad.

Y añadía el periodista, esto por su cuenta, que no es difícil imaginar que, si Cristina Kirchner volviera a la Casa Rosada, “se pondría en disponibilidad a toda la Justicia Federal y se propugnaría la cárcel para los jueces que privaron de libertad a ex funcionarios kirchneristas“. ¿Exageración? No, es lo que lanzó hace unos días uno de los referentes más conocidos del kirchnerismo, Luis D´Elía.

En su programa de radio, este ex funcionario del gobierno de Néstor Kirchner, dijo que “a los que se prestaron a meter presos a los compañeros, ni piedad, esos jueces van a ir a la cárcel, hijos de puta”. Hizo estas declaraciones pocos días antes de ingresar él mismo en prisión, para cumplir una condena de tres años y nueve meses de prisión por la toma de una comisaría en el año 2004.

Porqué Cristina Kirchner nunca irá presa