martes. 30.04.2024

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El proyecto político de Sumar y de su líder Yolanda Díaz confrontará con su realidad en los próximos meses. Los sucesivos procesos electorales y sus resultados repercutirán directamente en su futuro político.

Una vez amortizado y prácticamente en declive el proyecto de Podemos, la propuesta inicial de Yolanda Díaz creó una cierta ilusión en el sector situado a la izquierda del PSOE. Nadie podía negar el relevante papel político de Yolanda Díaz en el primer gobierno de coalición progresista por sus consecuciones y sus formas alejadas de las radicalidades y consignas virtuales protagonizadas por Podemos.

Yolanda Díaz planteó una alianza del conjunto de las diversas fuerzas de izquierdas para aglutinar todo ese espacio político. De entrada, surgió ya una contradicción pendiente de subsanar: ¿se trataba de crear un nuevo tipo de formación política que unificara todas esas formaciones o se trataba de un frente de partidos? Finalmente el proyecto quiso aglutinar las dos cosas: crear Sumar como partido y como coalición de todos ellos. Lo cual ya comportaba una cierta confusión con posibles contradicciones internas.

A Sumar tampoco le interesa ni le convence una política continua de “bronca política” en el Parlamento que sólo comporta “ruido tóxico”

A continuación, el proyecto no se concretó en la creación de las bases de una organización con afiliación y militancia activa sino en un proyecto diseñado desde la cúspide y donde la participación individual se reducía a un sistema de debates telemáticos individualizados respecto a unos documentos que se presentaban desde la dirección provisional cooptada. 

Fruto de todo ello fue un resultado no especialmente exitoso con poco más de 6.000 participantes. Ello contrasta y se contradice con la apelación del portavoz de Sumar, Ernest Urtasun, que en su discurso de conclusión del proceso habló de una cuestión que no se aplicó en la práctica realizada “que las ideas no viven sin organización”. Y precisamente la falta de organización, tal como ya sucedió con Podemos, ha lastrado la creación de Sumar.

Debe aclararse que Sumar no es un Podemos “bis” y que sus planteamientos son diferentes. No se trata de planteamientos y consignas radicalizadas e idílicas tan sugerentes como irrealizables similares a las formuladas por la formación morada, que pretendía ser la “pureza de la izquierda”. Al contrario, los planteamientos de Sumar están mucho más enraizados en las necesidades de la gente y tienen la voluntad de lograr objetivos necesarios y posibles de conseguir.

El proyecto quiso aglutinar las dos cosas: crear Sumar como partido y como coalición de todos ellos. Lo cual ya comportaba una cierta confusión con posibles contradicciones internas

Pero el problema de Sumar es la dificultad de contentar las diversas peculiaridades de las diversas organizaciones coaligadas. Todas saben que es mejor ir juntas que separadas, pero todas quieren tener su protagonismo y que se noten sus particularidades que son múltiples. Y las realidades de las diversas organizaciones son diferentes, unas están vinculadas a un ámbito territorial determinado en el que quieren que subsista su particularidad, es el caso por ejemplo de Comuns, Compromís o Más Madrid. Pero hay otros que tienen más estructura en el conjunto del estado como es el caso de IU. Y ello provoca contradicciones ante un proyecto no consolidado ni suficientemente definido donde se corre el riesgo de que las diversas particularidades pongan freno o puedan hacer fracasar el proyecto común de Sumar como coalición así como el de Sumar como partido.

Sumar es un proyecto que si se consolidara en el conjunto de todo el territorio podría ser útil para todos a nivel general y para cada uno en su ámbito específico, donde se podrían establecer distintas situaciones en la forma organizativa.

Pero para ello hace falta en todos los ámbitos crear y reforzar la organización. Crear núcleos de militantes en todo el conjunto del territorio estatal. Núcleos de militantes que tengan una relación orgánica con el conjunto de la organización de Sumar. Crear Sumar en lugares como Galicia donde se ha demostrado que no existía realmente. Porque si no hay organización no se consiguen resultados electorales en las elecciones locales ni autonómicas y tampoco en las generales. La historia de Podemos es suficientemente demostrativa de ello. Y no sólo hay que hacer un importante esfuerzo, que no se realiza de la noche a la mañana, en crear organización donde no existe sino en reforzar donde la hay pero que aún es insuficiente, sea el caso de Catalunya, País Valencià, Madrid o Andalucía, donde las organizaciones existentes no son ni lo suficientemente fuertes ni arraigadas en todos sus territorios.

O el conjunto de Sumar y todas las organizaciones políticas que componen el espacio se conjuran en tener como un objetivo estratégico la creación y refuerzo de la organización y una continuidad directa en su relación con la militancia organizada o el proyecto no tendrá futuro.

Ejemplos como los de BNG o EHBildu en Galicia y Euskadi son un ejemplo de organizaciones arraigadas es sus respectivos espacios geográficos. Esos son modelos a seguir: organización y militancia activada, lo cual comporta debate interno garantizado y presencia organizada. Todo lo demás, incluso un programa adecuado, puede resultar fallido sin organización.

Los planteamientos de Sumar están mucho más enraizados en las necesidades de la gente y tienen la voluntad de lograr objetivos necesarios y posibles de conseguir

Y la organización puede solventar algunos problemas de programa, el primero el de plantearse tener sujetos prioritarios dentro de la sociedad, como son las clases trabajadoras y los sectores más desfavorecidos, y la relación con los movimientos sindicales y sociales que sólo puede darse realmente si la afiliación política organizada participa dentro de esos propios movimientos y así conocer de primera mano las necesidades que tiene la ciudadanía a la que quiere representar.

Es en este sentido que el Programa de Sumar flaquea al no concretar de forma clara cuáles son sus prioridades y su relación con las organizaciones sindicales y sociales y no poner en primer nivel prioridades como las laborales y consiguientemente la necesidad de su relación prioritaria con el movimiento organizado de los trabajadores. Cabe destacar que muchos de los éxitos en la popularidad de Yolanda Díaz fue su eficaz política de potenciación del diálogo social y que parece haberse enfriado en los últimos tiempos, y que en parte puede deberse a que algunos de sus principales dirigentes no tienen la misma motivación que de la propia Yolanda.

En estos momentos políticos, muy diferentes en múltiples sentidos de los del anterior gobierno, Sumar debe adaptarse. Debe mantener su relación con los agentes sociales, máxime cuando los soportes políticos son diferentes que en la anterior legislatura, y porque además la actitud de su socio de gobierno ha cambiado. En este momento, y me gustaría equivocarme, Sumar debe contar con que su socio está situado en otro estadio y que su único objetivo es reforzarse a sí mismo como partido. El PSOE no va a darle mucho juego a Sumar en el gobierno y menos en el plano político. Hemos visto de forma clara el ejemplo en Catalunya donde el alcalde Collboni prefiere hacer coalición con ERC que de poco le sirve para hacer una mayoría de gobierno municipal antes que con los “comunes”, en parte por la animadversión con Ada Colau, pero no únicamente. Asimismo Illa no parece demasiado partidario de una política en Catalunya que en principio incluya a los “comunes” con los que trata de evidenciar sus diferencias.

A Sumar tampoco le interesa ni le convence una política continua de “bronca política” en el Parlamento que sólo comporta “ruido tóxico” y aleja a los ciudadanos del conocimiento de la realidad económica, laboral y social y de las mejoras derivadas de la acción gubernamental.

Esperemos por el bien de la gente de izquierdas que Sumar y todo el conjunto de las fuerzas que agrupa sean inteligentes, realistas y serias y se dejen de disputas internas y salgan a ganar la calle y la ciudadanía y a conformar una estructura organizada, militante y potente.

A Sumar le toca afrontar su realidad en los próximos meses