jueves. 25.04.2024
yolanda diaz campaña electoral
Yolanda Díaz con los candidatos de 'Por Andalucía' en la campaña electoral. (Foto: Twitter IU)

Finalmente, Yolanda Díaz, la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, ha decido iniciar su anunciado periplo de escucha por el territorio nacional en busca del entusiasmo perdido entre los votantes de izquierdas. Lo hace tras la penosa experiencia de las elecciones andaluzas, y con el incierto horizonte de la imputación de Mónica Oltra, uno de sus apoyos fundamentales, cuya tardanza en dimitir ha erosionado parte de su capital político. El análisis crítico de lo primero, y la decisión menos dañina para la izquierda de la segunda, tendrán un peso importante en el desarrollo de una suma que se enfrenta a dificultades capaces de restar, hasta poner en peligro el necesario frente amplio de la izquierda alternativa. Sin embargo, las condiciones para que Yolanda Díaz alcance su propósito están ahí. Baste recordar que antes de las elecciones andaluzas la mayoría social prefería un gobierno de izquierdas (30,6% según 40dB para El País) a uno de las derechas. Es como si la ciudadanía progresista dijera: nos gustaría un gobierno de coalición pero no con estas izquierdas. (1) Una lección que debería ser analizada a fondo, evitando centrarse en aspectos coyunturales cuando no anecdóticos (divisiones, enfrentamientos, egos desmesurados, sectarismos, etc.) y obviando las razones de fondo que explican el por qué de un fenómeno repetido, con sus lógicas diferencias, en sucesivas elecciones. El mejor exponente es Podemos, y sus coaliciones, que ha pasado de tener 69 escaños a 35 en cuatro años. (2)

Pese a las dificultades presentes y por venir, Yolanda Díaz tiene los avales y la capacidad necesarios para la hercúlea tarea de levantar un referente político que supere los límites y limitaciones de la actual izquierda alternativa, más percibida por lo que rechaza (con razón) que por lo que propone (sin profundidad estratégica). O autoconfinada en un localismo empobrecedor que casa mal con el universalismo (antes llamado internacionalismo) que debería caracterizar a las fuerzas políticas que aspiran a transformar la sociedad, más aún en la era del capitalismo globalizador y globalizado. La paradoja es que cuanto más se universaliza el espacio socioeconómico más se estrecha el campo de visión de algunos políticos de izquierdas, encerrados en sus taifas nacionalistas y regionalistas. Por eso resulta alentadora la propuesta de Yolanda: tejer un proyecto de país que es diferente, democrático, feminista. Un nuevo proyecto de país amplio, novedoso, moderno, democrático y diferente (…) centrado en la vida de la gente que aporte un horizonte de esperanza. En declaraciones al Canal 24 horas de TVE califica su periplo de escucha democrática con el objetivo de reducir esa brecha democrática que hay entre la ciudadanía y la política (3). Un objetivo ambicioso que merece algunas reflexiones.

En primer lugar, la experiencia de los últimos años, tras la irrupción de Podemos en la escena política española, evidencia que la izquierda alternativa no puede definirse por un proyecto de país que sea, en el mejor de los casos, la versión radical de socialdemocracia. Entre otras cosas porque su radicalismo suele llevar al conflicto paralizante; o a contentarse, pese a las protestas, con avances moderados. La raíz de este error estriba en olvidar que todo proyecto de país supone, salvo que sea una frase vacía, un proyecto de sistema socioeconómico. Pero en el país de nunca jamás donde habita parte de la izquierda alternativa, ni las personas ni las ideas maduran. Permanecen en un idílico infantilismo político que termina favoreciendo a las derechas ultras y moderadas. Nada nuevo bajo el sol. Estoy convencido de que Yolanda Díaz lo sabe. Lo que no tengo tan claro es que sea consciente de que su proyecto de país pueda reducirse a una versión radical de capitalismo liberal con rostro humano, asumido por la socialdemocracia como el único sistema socioeconómico posible. Para sumar, dadas las menguadas posibilidades de éxito, evidenciadas en las elecciones autonómicas de Andalucía, Yolanda Díaz debe dotar a su proyecto de país de contenidos estratégicos que supongan una verdadera propuesta transformadora capaz de dar respuesta a las necesidades y exigencias de la mayoría social. Resulta loable que antes de formularlo quiera escuchar a la sociedad civil. Sabe hacerlo, como lo ha demostrado en su tierra natal con las mareas. Y también sabe que tras la espectacular crecida electoral vino el desalentador reflujo, y el encogimiento identitario (4). De ahí que, si realmente quiere crear una amplia plataforma transversal que no sea tan solo un artefacto electoral para revitalizar el decaído espacio político de Unidas Podemos, necesite dotarle de contenido socioeconómico a su proyecto de país. Contenido estratégicamente orientado a impulsar el desarrollo de un proceso evolutivo de transformación del sistema socioeconómico capitalista capaz de ilusionar y movilizar a la mayoría social afectada por la desigualdad, la pobreza, el desempleo e inempleabilidad, las brechas sociales, el debilitamiento del Estado del bienestar, y el desafío existencial del cambio climático. Es decir, el proyecto de país de la izquierda alternativa que sirva de aglutinante y movilizador de la mayoría social debe tener vocación de transformación del capitalismo. Lo que solo es posible si se logra un cambio en las relaciones distribuidas de poder del sistema socioeconómico a favor de la mayoría social. La gran complejidad de la tarea, que afecta a los sistemas político, económico, cultural, determina que el proceso evolutivo de transformación sea necesariamente gradualista, y se base en las oportunas reformas estratégicas. Este es el quid de la cuestión, y el que dota sentido al propósito de Yolanda Díaz de conversar con la sociedad civil y los movimientos sociales. Porque las mayorías sociales se organizan entorno a proyectos socioeconómicos. De ahí que la suma no pueda ser una mera agregación de partidos de izquierdas, ni una delegación de protagonismo. La participación activa de los movimientos sociales es conditio sine qua non de éxito y permanencia frente a su tendencia natural al reflujo.

Tres pilares estratégicos

  1. 1. AMPLIAR LA DEMOCRACIA
  2. 2. DEMOCRATIZAR LA ECONOMÍA
  3. 3. DESARROLLAR EL ESTADO SOCIAL Y DEMOCRÁCTICO DE DERECHO

Siendo consciente de que no existen fórmulas mágicas para construir una propuesta transformadora que suponga iniciar un proceso superador del sistema capitalista, algo sin precedentes (hasta ahora todos han fallado dramáticamente), me aventuro a sugerir tres pilares estratégicos sobre los que debería sustentarse (5):

1. AMPLIAR LA DEMOCRACIA

Desde el punto de vista político es fundamental dar voz a la ciudadanía promoviendo, defendiendo, y finalmente institucionalizando, las formas de democracia participativa, deliberativa y directa que surgen de la propia actividad de los movimientos y organizaciones sociales y las luchas reivindicativas. Movimientos que se incorporan cada vez con mayor intensidad a la conversación política diluyendo las fronteras público/privado y colectivo/individual. Se trata de formas emergentes de ciudadanía digital propiciadas por las Nuevas Tecnologías de la Información y Comunicación (NTIC), y expresan la creatividad de la ciudadanía manifestada a través de las redes sociales. Son nuevas formas de participación deliberativa y directa, basadas en la solidaridad comunitaria construida en función de objetivos comunes, que suponen un desafío a las elites y las autoridades (6). Esta conquista de espacios políticos democráticos de soberanía plena es fundamental, ya que el proceso de transformación solo es posible con la participación activa y permanente de la mayoría social. Se trata de una transformación tranquila, sin turbulencias autoprovocadas, cuyo ritmo y profundidad lo marcarán el apoyo y la participación activa de las mayorías sociales necesarias, lo que exige flexibilidad táctica. Su trascendencia estratégica obliga a que los partidos de la izquierda alternativa actúen como estructuras de soporte, apoyo y defensa, y no como organizaciones de mando y control, por mucho que se autodefinan como los genuinos representantes del pueblo. Dicho de otra forma, se trata de ampliar el espacio público como lugar de encuentro, debate, cooperación y decisión que la democracia liberal no puede ofrecr, con los cauces participativos acotados, la separación funcional entre representante y representado, los diversos filtros a la participación, los obstáculos al control ciudadano, la irrevocabilidad de los mandatos, la oligarquización de los partidos, la presión de lobbies, el clientelismo, la formación de  la  opinión pública  en manos  de grandes  grupos mediáticos, el déficit en la rendición de cuentas (accountability), etc. La ciudadanía movilizada tiene que sentirse dueña de su destino, aún cuando la realización de sus demandas y propuestas se deba materializar en el espacio legislativo de la democracia representativa. De ahí que vincular democracia participativa y representativa sea una de las cuestiones fundamentales de todo proyecto transformador.

2. DEMOCRATIZAR LA ECONOMÍA

En el ámbito de la economía no basta, pese a ser imprescindible y prioritario, desarrollar medidas paliativas de los efectos provocados por el capitalismo y sus crisis. Son la base de los imprescindibles acuerdos con la socialdemocracia, pero no agotan la tarea de un proyecto de país de la izquierda alternativa. Es necesario plantearse reformas estratégicas que incidan en la forma de crear, producir y distribuir, primando la concurrencia colaborativa sobre la concurrencia competitiva dominante; la dimensión social sobre el estricto interés privado; el respeto medioambiental frente al exclusivo beneficio empresarial. Se trata de reformas estratégicas que promuevan la democratización del espacio económico, empezando por las empresas privadas donde rige el derecho sagrado del capital y priman las relaciones laborales de carácter neofeudal. Democratización del espacio económico mediante formas avanzadas de cogestión y autogestión que permitan a los trabajadores cambiar la actual dominación empresarial, rompiendo con la exigencia de que los trabajadores abandonen sus derechos políticos, de ciudadanía, a la puerta de la empresa (7). Democratización del espacio económico que impulse, proteja y potencie las empresas autogestionadas existentes, como cooperativas y mutualidades, así como el llamado Tercer Sector Social, organizaciones sin ánimo de lucro como ONGs, ENLs, voluntariado, etc. formas de ayuda social y creación de riqueza basada en principios éticos, solidarios. equitativos y participativos (8). Democratización del espacio económico que suponga un fortalecimiento del Estado como agente regulador e impulsor de la actividad productiva. Se trata de reformas estratégicas encaminadas a reducir y superar la precariedad, la desigualdad creciente, el paro cronificado, la inestabilidad laboral e inempleabilidad, la exclusión social, las nuevas y viejas brechas sociales. Pero también que impidan el control de la información por las grandes tecnológicas, la manipulación y explotación comercial de la privacidad. En resumen, un conjunto de reformas estratégicas, núcleo de la Democracia Económica, que supongan una reconfiguración de las actuales relaciones de poder y propiedad favorable a los trabajadores, y se conviertan en un instrumento fundamental para garantizar la permanencia de las conquistas políticas de los trabajadores, asegurando la pervivencia del Estado Social y democrático de Derecho frente a las tentaciones autoritarias y jibarizadoras del neoliberalismo (9).

3. DESARROLLAR EL ESTADO SOCIAL Y DEMOCRÁCTICO DE DERECHO

Todo proyecto alternativo de país exige desarrollar el Estado Social y democrático de Derecho en cuanto aparato institucional de transformación.  Es la base constitucional, el punto de partida de la actividad estatal orientada a la superación democrática del capitalismo. Dota de amparo legal a las reformas estratégicas destinadas a reorientar la economía hacia su transformación. Así, el Artículo 131 de la CE deja claro que El Estado, mediante ley, podrá planificar la actividad económica general para atender a las necesidades colectivas, equilibrar y armonizar el desarrollo regional y sectorial y estimular el crecimiento de la renta y de la riqueza y su más justa distribución; y que El Gobierno elaborará los proyectos de planificación, de acuerdo con las previsiones que le sean suministradas por las Comunidades Autónomas y el asesoramiento y colaboración de los sindicatos y otras organizaciones profesionales, empresariales y económicas. El Artículo 128, proclama que: 1. Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general; 2. Se reconoce la iniciativa pública en la actividad económica. Mediante ley se podrá reservar al sector público recursos o servicios esenciales, especialmente en caso de monopolio y asimismo acordar la intervención de empresas cuando así lo exigiere el interés general. En otras palabras, el Estado Social y democrático de Derecho puede actuar como un poderoso agente impulsor, regulador, coordinador, protector, y socializador de la actividad económica, en el horizonte de un nuevo sistema socioeconómico justo, solidario, y sostenible. Objetivos que exigen dotarle de la potestad y capacidad para la planificación científica, racional y sostenible, de la actividad productiva, entendida no como una imposición sino como un marco de referencia basado en las posibilidades predictivas que permiten las tecnologías digitales, la supercomputación de altas prestaciones, el Big Data, y la Inteligencia Artificial. Se trataría, por tanto, de un servicio público que beneficiaría a toda la sociedad, socializando la información tratada, que estaría a disposición de todos los agentes económicos, tanto públicos como privados, sin que suponga menoscabo de las libertades electivas del Estado de Derecho. En definitiva, dotaría al sistema de la información necesaria para la toma racional de decisiones económicas en igualdad de condiciones, permitiendo la selección natural de las mejores ofertas de acuerdo a los principios de sostenibilidad, respeto medioambiental, justicia retributiva y distributiva, y control regulado de los mercados, etc. (10). Lo que solo será factible en el ámbito de la Unión Europea, espacio privilegiado de globalización en el que nos encontramos integrados (11). En ese sentido el euroescepticismo de algunas izquierdas alternativas resulta un suicidio estratégico porque no es posible la transformación del sistema capitalista fuera de los ámbitos de globalización, en nuestro caso la UE, donde la izquierda alternativa debe impulsar la plena integración económica y política de los países, su desarrollo confederal, la solidaridad ente sus componentes y la concurrencia colaborativa entre sus empresas. En definitiva, construir un Estado Social y democrático de Derecho que palíe, reduzca y termine por eliminar la desigualdad congénita del capitalismo, que es su propiedad invariante, generada por el acaparamiento de la riqueza en función del capital privado (12). El desarrollo del Estado Social y democrático de Derecho supone fortalecer su papel protector de las libertades, defensor de los derechos sociales, e impulsor del desarrollo económico las potencialidades científico técnicas de la Revolución Digital puestas al servicio del interés general.

Obviamente, existen otros campos reivindicativos, como el desarrollo federal del Estado de las autonomías, la protección y promoción de nuestra diversidad cultural, la defensa de las identidades oprimidas y los grupos vulnerables, el reconocimiento laboral y social al cuidatoriado, etc., que son parte fundamental en la identificación de la izquierda. Pero son estos tres pilares estratégicos los que, en lo esencial, deberían servir para encauzar un proceso gradualista de transformación del capitalismo acorde con las exigencias adaptativas que demanda la mayoría social, y las presiones evolutivas de la Revolución Digital. Más fácil de enunciar que de llevar a cabo, ya que a la dificultades tradicionales hay que añadir las generadas por las Nuevas Tecnologías Digitales (NTD): automatización y robotización inteligente, sustitución de trabajos y creación de nuevas profesiones basadas en el conocimiento, superación del tradicional espacio-temporal del trabajo, virtualización de las relaciones laborales, el manejo masivo de herramientas digitales, la conectividad masiva a Internet, el procesamiento de datos (data mining), la Gig Economy (trabajos esporádicos), la economía bajo demanda, los trabajadores asociados a las plataformas (App), etc. (13) Todo ello ha cambiado la clásica estructura de clases de la Revolución Industrial, con sus ejércitos disciplinados de trabajadores fordistas, para metamorfosearse en una nebulosa flotante de trabajadores del conocimiento, dispersos o encuadrados en sistemas laborales discontinuos, flexibles y variables. La nueva segmentación de los trabajadores es uno de los mayores desafíos para la izquierda alternativa. Urge articular un Nuevo Bloque del Trabajo (NBT) objetivamente interesado en la transformación superadora del capitalismo. La suma de Yolanda Diez puede abrir el camino. Solo por eso merece todo el apoyo.

(Foto: Twitter IU)


NOTAS

(1) Parece avalarlo el que más de 800.000 votantes de 2008, mayoritariamente de izquierdas, sigan absteniéndose en las sucesivas elecciones. Eso ha facilitado que Moreno Bonilla haya logrado la mayoría absoluta con menos votos (1.582.412) que Javier Arenas (1.730.154.), derrotado ese año por Manuel Chaves.
(2) En 2015 Podemos obtuvo 5.212.631 (20.68%) votos y 69 escaños; en Abril de 2019 Unidas Podemos - En Comú Podem logra 3.751.145 (14,32%) y 42 escaños; en 2019 consiguió 3.119.364 (12,97 %) votos y 35 escaños.
(3) Ver: https://twitter.com/Lanoche_24h/status/1496236651277869056
(4) De 14 diputados y 271.418 votos (19,07 %) en 2016 como En Marea, a 51.223 (3,93 %) votos y ningún diputado en 2020 como Galicia en Común, su heredera directa. El beneficiado, con 19 escaños, ha sido el BNG con 310.137 votos (23,80 %). Su identidad nacionalista ha supuesto un curioso alineamiento con la derecha en el Congreso votando contra los presupuestos generales (2020) y la reforma laboral del gobierno de coalición (2022).
(5) Desarrollo este proceso en Carlos Tuya. El Voto y el Algoritmo. Amazon, 2021.
(6) Ver: Sidney Tarrow. El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción colectiva y la política. Alianza Editorial, 2004.
(7) En ese sentido esta trabajando la ministra de Trabajo con el objetivo de recoger la cogestión en las empresas y los retos de la digitalización el Nuevo Estatuto de los Trabajadores. También un cabe destacar las jornadas desarrolladas en el Congreso sobre Democracia en la empresa, organizadas por el grupo parlamentario Unidas Podemos y la Plataforma para la Democracia Económica. Ver: https://elsiglodeuropa.es/democracia-en-la-empresa-debate-en-el-congreso/.
(8) Ver: Rodríguez Cabrero, G. Y Marbán, V. Visión Panorámica del Tercer Sector Social en España. Revista Española del Tercer Sector, número 9. Fundación Luis Vives, Madrid, 2008. (www.fundacionluisvives.org/servicios/publicaciones/rets/index.html)
(9) Ver: Plataforma por la Democracia económica (PxDE): https:/democraciaeconomicablog.wpcomstaging.com/
(10) Ver: Simon Schaupp y Georg Jochum. Planificación Económica en la Era Digital. (https://chinamaoistahome.files.wordpress.com/2020/12/schaupp-s.-y-jochum-g.-2020.-planificacion-economica-en-la-era-digital.pdf).
(11) Ver: Alejandro del Valle Gálvez. Europa más allá de la unión: pacto confederal y nuevo relato europeo. UNED. Teoría y Realidad Constitucional, núm. 32, 2013, pp. 341-355. (https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/4558970.pdf)
(12) Propiedad de la topología por la que las figuras geométricas permanecen invariantes al someterlas a deformaciones continuas.
(13) Ver: Ryan Avent. La riqueza de los humanos: El trabajo en el siglo XXI. Ariel, 2017.

Yolanda en la carretera