viernes. 26.04.2024
francotirador
"Yo no cejo y me bato como un guerrillero apasionado, pero algo confuso por la indefinición de la identidad del enemigo"

Creo que soy un guerrillero un poco al estilo de los militronchos que describía Gila en sus “episodios nacionales” de la guerra ¿Es el enemigo? que se ponga ¿A qué hora van ustedes a atacar? ¡Buf! a esa hora estamos en la siesta. Con ese grado de ironía se expresaba el maestro, y no solo por su genio humorístico,  también por su escepticismo frente a la violencia organizada. Incredulidad y choteo le servían de muleta para capotar su radical desacuerdo con la guerra, supongo que con todas las guerras.

Yo comparto con don Miguel el nivel de desacuerdo, me declaro escéptico frente al jaleo de la guerra de Putin y todo lo que provoca. Estoy en desacuerdo con quienes dicen que es una confrontación de valores democráticos frente a autoritarios. Algo hay desde luego, pero no creo que sea lo determinante. Otros dicen que se trata de juegos geoestratégicos, que en esta guerra lo que se busca es posicionarse sobre territorios para crear una nueva línea de frentes de tipo guerra fría que tan buenos rendimientos da a las vicarías terrenales del poder. Seguro que también hay algo de ello. Luego están quienes creen que la guerra de o contra Putin esconde la verdadera confrontación con China, que en realidad se trata de la versión moderna de la trampa de Tucídides que fuerza a la potencia hegemónica a encarar un conflicto armado contra la potencia que aspira a su relevo. Esto último se va acercando un poco más a lo que yo mismo pienso.

Pero si Atenas hubo de combatir a Esparta por una cuestión de hegemonías, lo que originó la primera definición de la trampa histórica relatada en la Guerra del Peloponeso, cabría preguntarse quiénes son los contendientes actuales, quién la potencia hegemónica y quién la aspirante. Casi todo el mundo coincide en señalar a los USA como potencia primera y Rusia, China o la liga de los autoritarios como fuerza que aspira al relevo. 

Y yo esto no lo veo claro y me preocupa, por eso me siento como un guerrillero que se compromete con su destino moral, pero ando un poco despistado pues no percibo clara la silueta de los contendientes en esta guerra, esta maldita guerra. Me gustaría de verdad reconocer a sus verdaderos promotores para como Anguita, maldecirlos también. Al identificar a los promotores seguro que se me aclara el entendimiento y por fin sabré por qué y por quién me comprometo en esta maldita fechoría.

Todo me parece tan confuso que requiere aplicar el instinto propio de un detective experimentado en casos turbios. Y ¿qué dice el manual del perfecto investigador? Sigue la pista del dinero. La pasta, como el algodón, no engaña. Sabemos quién pierde en esta guerra, los miles de jóvenes contendientes de ambos lados, que vivos o muertos ya no van a disfrutar de la vida ¿Quién gana? Los petrojerarcas, todo el entramado de personas organizadas en empresas y clústeres, de ambos lados también, que se forran controlando el grifo surtidor de la energía necesaria para mover nuestras comunidades. Sea Gazprom, sea Shell, sea Iberdrola o cualquier otro grupo conectado al modelo vigente, lo suyo es guerrear y pelear por mantener su posición de privilegio, y como la coyuntura demuestra, incluso de la crisis bélica resultante pueden obtenerse enormes beneficios.

Claro que podría uno preguntarse por qué lo hacen. Ya son ricos, ya dominan el mundo y reparten cargos y dividendos a tutiplén, apretando con ello las bridas con las que controlan sociedades, estados, instituciones nacionales e internacionales. Por qué estando en esta situación tan ventajosa habrían de provocar y alimentar una guerra que arrastra tanto dolor y calienta tanta rabia que, contenida de momento, puede estallar en cualquier otro ¿Qué por qué lo hacen te preguntas ingenuo guerrillero? Pues por lo mismo que Tucídides descubrió, un poder dominante se ve amenazado por otro que aspira a relvarlo. El poder derivado del control del petróleo se muere, en Gazprom y en Repsol lo saben. Sus días están contados, pero no van a entregar la cuchara sin dar la pelea. Las fuentes energéticas renovables son su relevo, son una amenaza ya, con tecnología, financiación y despliegue capacitado para la sustitución, pero está en los genes del poder morir matando.

El enemigo no es Rusia, es su brazo ejecutor nada más, el enemigo se llama oligopolio de petróleos y dispone de fuerzas mercenarias para combatir en muchos frentes. Aquí en Madrid, el relevo energético se ve frenado por la tenaz resistencia de la chechena Ayuso que tiene paralizadas las partidas presupuestarias destinadas a la colocación de paneles fotovoltaicos que vayan facilitando el relevo y aminorando la dependencia de la electricidad generada por gas. Hace meses que miles de propuestas de instalación esperan, tras ser aprobadas, recursos que provienen de la UE. Una guerra como todas compleja. Yo no cejo y me bato como un guerrillero apasionado, pero algo confuso por la indefinición de la identidad del enemigo.

Yo soy un guerrillero, despistado