sábado. 20.04.2024

Reflexiones electorales: Madrid 2023


En los momentos actuales, con la incertidumbre planeando y cohibiendo todas las actividades humanas, se hace difícil proyectar un futuro lejano, más allá de cinco o diez años. Una incertidumbre que también condiciona tanto la cultura urbanística como sus instrumentos de planificación. 

Por otra parte, las formas de planeamiento al uso, de carácter omnicomprensivo y determinista, tanto en lo físico como en lo normativo, están siendo rechazadas tanto por los profesionales vinculados a esta tarea como por las propias administraciones públicas. 

¿Quiere decir esto que al fin el neoliberalismo ha triunfado y que la desregulación va a imperar sobre el futuro de nuestras ciudades y territorios? No. Lo que quiere decir es que hay que buscar otras formas de regular, de planificar el desarrollo de nuestras ciudades, desde los poderes públicos con la participación activa de los ciudadanos, llegando incluso a la cogestión de algunas dotaciones y servicios.

  1. La estrategia. Un discurso político-cultural
  2. Una política cautelar, Negative Planning
  3. Un nuevo Plan General. Aun no
  4. Planes y proyectos urbanos

Hay que buscar otras formas de regular, de planificar el desarrollo de nuestras ciudades, con la participación activa de los ciudadanos

La estrategia. Un discurso político-cultural

Una alternativa a un planeamiento excesivamente determinista y que requiere largos años para su formulación es optar por la redacción de un “discurso urbanístico” en el que se dé cuenta de los problemas ya presentes en nuestras ciudades y que demandan una solución urgente. Qué necesidades, apetencias y ansias de los ciudadanos esperan una respuesta satisfactoria y realizable a corto plazo. Qué demandas externas a la propia ciudad gravitan sobre ella y a las que hay que acomodar o rechazar en función de su utilidad pública, del beneficio que de ellas extraiga la ciudadanía y no solo el promotor. (Los Regional Reports anglosajones pueden servir de referencia, por su contenido y su finalidad).

Un discurso político-cultural en el que se defina una estrategia que explicite las líneas maestras que van a dirigir y servir de cauce a la política urbanística del nuevo ayuntamiento, durante al menos el primer cuatrienio, y que sirva de marco que justifique la urgencia de aquellas actuaciones que deban ejecutarse en el corto plazo, asumiendo las determinaciones del planeamiento vigente, leído a la luz de la Constitución e interpretado en favor de la mayoría de los madrileños y no del negocio privado.

Una alternativa a un planeamiento excesivamente determinista y que requiere largos años para su formulación es optar por un “discurso urbanístico”

Una estrategia en la que se formulen los objetivos y criterios para la redacción, en su momento, de un nuevo Plan General o una familia de planes (el documento denominado Objetivos y Criterios que se redactó como base para la redacción del PGOU de 1985 puede ser un referente para esta labor).

Una política cautelar, Negative Planning

Una respuesta frente a la incertidumbre, insalvable por el momento, es plantear el futuro inmediato de la ciudad a partir del siguiente cuestionamiento: “si no sabemos ni podemos predecir con solvencia qué queremos para el futuro, incluso próximo, de la ciudad, sí tenemos la obligación de saber aquello que no queremos que ocurra, por que conocemos los efectos negativos de determinadas actuaciones urbanísticas, públicas y privada, de los últimos años, promovidas o toleradas e impulsadas por los ayuntamientos del PP y Cs, sometidos al pensamiento único neoliberal”. Intervenciones urbanísticas que deben impedirse, enfrentándose a la creciente agresividad y poder del bloque inmobiliario.

Por tanto, junto a un obligado discurso estratégico político cultural sobre la ciudad formulado por el nuevo ayuntamiento en el plazo de entre tres y seis meses, se debe explicitar de forma clara y decidida qué no queremos que ocurra mañana en Madrid. 

En el campo de la disciplina urbanística, este debate se mantuvo en la cultura anglosajona en los últimos decenios del siglo pasado, dando lugar a lo que se llamó Negative Planning que responde, con bastante exactitud, a lo que aquí se expone.

Sí tenemos la obligación de saber aquello que no queremos que ocurra, por que conocemos los efectos negativos de determinadas actuaciones

Los ayuntamientos de la derecha, que han gobernado Madrid durante casi veinte años, han dejado como herencia múltiples ejemplos de este tipo de actuaciones. Ejemplos que merecen una decidida serie de noes

Con carácter general:

* NO a la mercantilización de la ciudad.

* NO a la privatización del suelo público, sea cual sea su titularidad, que debe ser considerado patrimonio común de los madrileños.

* NO a la ocupación indiscriminada y abusiva del suelo rústico, evitando procesos de crecimiento de Madrid, como la llamada “Estrategia el Sureste”.

* NO a la terciarización y turistificación de la ciudad, que conlleva lo gentrificación de barrios populares y la expulsión de vecinos y actividades.

* NO a …

Y, de forma más, concreta:

* Nunca más una Operación Chamartín, auténtico atentado urbanístico. (Aunque una justa esperanza haga innecesario ese Nunca, tras la sentencia del TSJM que declare nula dicha operación).

* Nunca más otro atentado al patrimonio arquitectónico, como la inculta y desvergonzada Operación Canalejas.

* Nunca más a la privatización del suelo y el histórico edificio del Taller de Precisión de Artillería, malvendido en subasta pública a una dudosa cooperativa de viviendas de lujo.

* Nunca más la inculta operación Mahou-Calderón, que con su torpe diseño ha desvirtuado la riqueza paisajística de la llamada Cornisa de los Austrias y derruido un referente ciudadano como el propio estadio.

* Nunca más al túnel-cloaca bajo la calle de Bailén, que no ha mejorado el tráfico en ese cruce, ha consumido nuevos millones y ha obligado a las siniestras jorobas artificiales en superficie.

* Nunca más a…

“No demoler sin dolor, no despilfarrar, no tirar” (R. Moneo)

SÍ a una economía circular, SÍ a una austeridad ética. SÍ a la elegancia, que nos obliga a no consumir, no construir más de lo que es necesario para mantener bella y eficiente la ciudad.

No construir más de lo que es necesario para mantener bella y eficiente la ciudad

Consciente de que esta exposición puede ser tachada de frívola o insolvente, cabe afirmar, por el contrario, que responde a una línea de pensamiento responsable y previsora que pretende evitar males futuros si repetimos atentados de nuestra historia reciente. En última instancia, reflejaría la sabiduría popular que dice que más vale prevenir que curar. 

Una política cautelar como primer paso, mientras el nuevo ayuntamiento adquiere un conocimiento más exacto de los problemas que afectan a Madrid y a sus ciudadanos y hace una valoración de los mismos, al tiempo que formula los criterios y objetivos que sirvan de basamento político y disciplinar para la redacción de un nuevo Plan General, si así lo exige la ciudad, o una familia de planes bien encuadrados en la estrategia antes apuntada.

Un nuevo Plan General. Aun no

Una tentación peligrosa, que suele hacerse presente en casi todos los programase electorales de ámbito municipal, es asumir el compromiso de redactar un nuevo Plan General de Ordenación Urbana, desde el primer momento en que se constituya el nuevo Ayuntamiento.

Con ello se asume el riesgo de la improvisación, de limitarse solo a lo evidente y a los intereses de sus clientes políticos reduciendo el plan a un trámite jurídico administrativo. Y, lo que es peor, a posponer la realización de las promesas electorales y la respuesta a los problemas y demandas más urgentes de los ciudadanos en un largo periodo de espera que, dada la experiencia española, puede estimarse en unos largos cinco años.

Una tentación peligrosa es asumir el compromiso de redactar un nuevo Plan General de Ordenación Urbana

Un excesivo tiempo de gestación del plan que puede hacer decaer los principios que lo justificaron, su utilidad y credibilidad, dada la evolución de la propia ciudad durante este periodo, de las circunstancias que la condicionan, así como los valores y demandas de los ciudadanos. Una excesiva espera que puede transformar las esperanzas que los ciudadanos han depositado en el plan en frustración y desapego

Razones que justifican la propuesta de una política cautelar, como la aquí expuesta, mientras los nuevos ediles adquieren un conocimiento más ajustado y próximo de la ciudad y se vayan superando las incertidumbres actuales, que permitan fijar los criterios y objetivos de ese nuevo plan, si la ciudad lo requiere. Plan o familia de planes encuadrados en un nuevo discurso estratégico coherente con el nuevo horizonte político, económico y social.

Planes y proyectos urbanos

Toda propuesta de desarrollo urbano debe tener en cuenta su complejidad, la presencia de múltiples y conflictivos intereses, tanto en la percepción y definición de los problemas ya presentes, como en el modo de confrontarlos y formular su futuro. Con igual cautela, debe tener en cuenta los diversos actores, públicos y privados, que van a intervenir en su desarrollo, en función de su responsabilidad institucional y la magnitud de sus recursos. 

Construir una familia de planes temáticos o sectoriales, enmarcados en un discurso estratégico, en una estrategia urbana

Múltiples condicionantes que justifican, que obligan a plantarse si lo más apropiado es acometer la formulación de un "plan general de ordenación" omnicomprensivo y determinista o, por el contrario, construir una familia de planes temáticos o sectoriales, enmarcados en un discurso estratégico, en una estrategia urbana, refrendada por el pleno municipal y el parlamento autonómico. Un documento público y vinculante que sirva de guía y legitime las actuaciones de gobierno de la ciudad.

Planes territoriales, cuyo ámbito abarque trozos de la ciudad caracterizados por su trazado y tipología edificatoria y, más importante, por las características socioeconómicas de sus habitantes (como referencia cabe recordar los "Planes de protección de las colonias históricas" en Madrid, de 1982). Planes sectoriales o temáticos sobre infraestructuras, equipamientos y servicios urbanos.

Y proyectos urbanos sobre áreas específicas cuyo contenido y finalidad puede definirse con solvencia técnica, económica y, sobre todo, política. Proyectos coherentes con la estrategia general, así como medir las consecuencias que pueden tener en su entorno, con una capacidad estructurante y recalificadora de la ciudad toda. (Como antecedente cabe recordar el efecto positivo, tanto en los barrios en que se asentaron, como en la ciudad, de las "cuatro áreas olímpicas" en la Barcelona de 1992).

Cambios en los modos de planificación de la ciudad que van a exigir una adecuación de la propia estructura administrativa responsable del desarrollo urbano. 

Estrategias, planes y proyectos