Partidos políticos ‘de gobierno’: imprescindibles ahora

Pleno del Congreso de los Diputados.
Porque gobernar no es intentar aplicar lo que nos gustaría, es tomar decisiones permanentemente en función de los mil vectores que inciden.

Estos días estamos asistiendo a una intensificación de la exigencia social de medidas urgentes para afrontar evidentes problemas colectivos que inciden en nuestra vida diaria: la carestía de la energía y de muchos otros productos imprescindibles, el transporte y el abastecimiento, el campo, la pesca, Marruecos (Sahara Occidental), Argelia (gas), Vox en las encuestas y en Castilla-León y Andalucía, Feijóo sin brújula, …, con la guerra (criminal invasión) de Ucrania, ….

Con referencia a todas estas cuestiones recibimos a diario información tanto de las denuncias y protestas por lo mucho que está pendiente como de lo que al respecto dice el Gobierno. Pero no aparece una suficiente incidencia social colectiva, organizada, para contribuir a su solución, lo que considero imprescindible.

Entiendo que falta uno, o unos, partido/s político/s que ejerza/n su función de “lucha y de gobierno”, ahora esencialmente, o más, “de gobierno”.

Considero que la función de un partido político, en el gobierno o en la oposición, no es, o no es solo ni esencialmente, decirle al gobierno lo qué ha de hacer, vigilar y/o criticar lo qué hace. Puede hacer todo esto, pero ha de hacer mucho más, porque considero, y no me lo invento yo, que los partidos políticos son la esencia de la democracia.

Los partidos de gobierno deben organizar la sociedad y la mayoría que puede considerarse representada en las instituciones de gobierno

El partido, los partidos, de gobierno debe/n organizar la sociedad, en todo caso la mayoría que puede considerarse representada en las instituciones de gobierno, para asumir desde la sociedad y desde el gobierno, que la tarea de éste no es ejercer el despotismo ilustrado ni basarse en estudios sociológicos o en encuestas, sino en establecer canales de permanente interrelación con la sociedad, con la mayoría de la ciudadanía que le dio soporte en las urnas y cuyos intereses pretende defender.

El gobierno, particularmente si asume que se presentó como propuesta de avance y transformación social, y quiere ejercer como tal, necesita un soporte de la ciudadanía que le apoyó, necesita saber qué opina y siente esta mayoría social, pero también transmitirles sus objetivos inmediatos, sus limitaciones, sus dificultades, sus proyectos a corto, medio y largo plazo. Necesita un apoyo social permanente para vencer las resistencias que inevitablemente encontrará. Necesita un instrumento para esta interrelación del gobierno con la sociedad, para la comprensión social de su gestión día a día.

Esta interrelación no es la comunicación desde el gobierno, las carencias no se sitúan esencialmente en el cacareado “no nos explicamos suficientemente”. Hay que encontrar la conexión con la sociedad, con sus múltiples intereses, muchos de ellos contradictorios en uno u otro grado. El instrumento para ello es la organización de su base social, el partido político, los partidos políticos, cuando, como ahora, existe una coalición de gobierno que no puede, ni quiere supongo, basarse y apoyarse en los poderes fácticos (económicos, mediáticos, …, esencialmente conservadores) de la sociedad, sino establecer la imprescindible interlocución con éstos, una inevitable negociación, de poder a poder, en la que las instituciones son importantes, pero insuficientes. Para tal negociación es necesaria la fuerza de la sociedad organizada conscientemente, los partidos políticos con proyectos de futuro junto a las organizaciones sociales con proyectos más inmediatos.

Porque gobernar no es intentar aplicar lo que nos gustaría, es tomar decisiones permanentemente en función de los mil vectores que inciden.

Todo ello sólo puede tener un protagonismo, el de la sociedad organizada en torno a proyectos de progreso. Esto solamente pueden protagonizarlo ahora los partidos políticos que han dado soporte al proyecto de gobierno antes o después de su propia constitución.   

Nuestra experiencia en España puede resultar en estos momentos particularmente excepcional por la actual estructura de gobierno, con interesantes similitudes y diferencias con otras, de Portugal en particular, también con la de Chile y, esperemos, la que apunta en Colombia.

Desde mi observatorio, la principal dificultad para todo ello no son las evidentes, lógicas e inevitables, resistencias que surgen de la propia sociedad, de la precariedad del soporte parlamentario del nuestro gobierno de coalición, sino del aparente desinterés desde el PSOE y UP en asumir que necesitan que sus organizaciones sean algo más que tertulias de amigos y simpatizantes, asociaciones de posibles futuros votantes, propagandistas a lo sumo de su gestión de gobierno. Creo que necesitan, necesitamos, con urgencia instrumentos de interrelación con los colectivos sociales interesados en el éxito de sus proyectos de gobierno, y, por ello, capaces de entender sus dificultades, de movilizarse para superarlas, de apoyar los objetivos inmediatos para apuntar a los objetivos más lejanos, de trasmitir permanentemente el pulso de la ciudadanía, de los colectivos más interesados en el éxito del proyecto de gobierno.

Necesitamos partido/s político/s para poder gobernar ahora y, a partir de ello, poder ganar las próximas elecciones y el activo apoyo social que les dé poder para gobernar eficazmente. Si se asume, si asumimos, que no existe plenamente este instrumento, el/los partido/s “de lucha y de gobierno”, habría que plantearse cómo construirlo ya ahora.