viernes. 19.04.2024
politica
 

La importante crisis del PP ha provocado estos días que surjan expresiones de preocupación sobre la función y el funcionamiento de los partidos políticos, con referencia también a la no demasiado boyante andadura de la izquierda política. Con alguna incursión en el tema en forma de coloquios y debates en ámbitos en general bastante reducidos, como el reciente en ISEGORÍA.

Una ocasión pues para volver sobre una cuestión que considero muy importante en este momento en el que ha estallado la guerra caliente con la criminal invasión rusa de Ucrania, lo que exige asumir su gravedad y tomar posición además de analizar lo malos que son todos los intervinientes. Un momento en el que en España nos encontramos en el ecuador de una legislatura que ha supuesto importantes avances, pero que también ha puesto de manifiesto importantes debilidades como entre otras ha expresado la aventura de la reforma laboral

En mi opinión uno de los ejes esenciales para poder seguir avanzando radica en construir la voluntad política del conjunto social y organizar su eficaz incidencia, lo que precisa una incidencia permanente en el cuerpo social de los colectivos organizados en torno a propuestas políticas.

Hay momentos, y éste creo es uno de ellos, en los que son imprescindibles formas organizadas de los proyectos políticos con capacidad para traducir, en iniciativa, propuesta y fuerza social, los intereses colectivos que pretenden representar. Con voluntad de transformarlos en una fuerza social que intervenga permanentemente, conozca y discuta los problemas que se plantean, asuma las limitaciones del momento y los convierta en avances concretos, que lleve sus iniciativas a los movimientos sociales, que tenga una efectiva interrelación con la/las dirección/es del/de los partido/s para trasladarle/s el latido social… Un cuerpo vivo que, para incidir en los instrumentos de gobernanza colectivos, sea capaz de analizar la realidad del día a día, entender las dificultades, las limitaciones que de ellas derivan, fijar los objetivos inmediatos y posibles para superarlas…, evitando el fácil y negativo refugio en la frustración y la pasividad, reelaborando permanentemente la ideología, y transformando el programa en iniciativas y propuestas de acción.

Esta forma de organización, este/os partido/s político/s, ha/n de tener militantes y afiliados, simpatizantes y electores, grupos en permanente recomposición, con formas de trabajo diferenciados para cada uno de ellos, interrelacionados al mismo tiempo, fomentando el avance en el compromiso individual con formas democráticas en las que la decisión individual se relacione estrechamente con la discusión colectiva, con la elaboración colectiva, mucho más allá de un SÍ o un NO, o la pulsación del botón telemático. De estas formas de trabajo colectivo deberán salir los órganos de dirección, permanentemente implicados en la vida colectiva de este organismo vivo que ha de ser el partido. Sin todo ello la ideología se transforma en doctrina y dogma, y la propia organización en un cuerpo inerte, inútil.

Quizás alguien considere que es una propuesta, o sugerencia, utópica, imposible en la actual coyuntura. Podrá incluso argumentarse que nada de todo ello, o muy poco, practican los actuales partidos. Quizás tenga razón en mayor o menor grado, pero, si consideramos que es necesario, tendremos que recordar que de la necesidad surge la posibilidad. Aunque habrá también que asumir la mucha responsabilidad que para conseguirlo tienen los órganos y las personas de dirección de los actuales partidos. Quizás más aquellos que quieran lanzarse a una nueva aventura para impulsar iniciativas de progreso a partir de la ya importante experiencia del actual gobierno de coalición progresista.

La esperanza ha vencido al miedo” afirmó Boric, Presidente electo de Chile en su primer discurso. Y creo que esta es la clave para toda política de progreso: la esperanza de la ciudadanía frente al miedo. Aquí y ahora también.

Para ganar unas elecciones, el miedo y/o el rechazo a la ultraderecha pueden servir (con mis dudas de si es suficiente), pero para gobernar es imprescindible algo más: el apoyo de la ciudadanía, la permanente interlocución con ésta para establecer objetivos, pero sobre todo para establecer prioridades, graduar objetivos, entender limitaciones y obstáculos, los virajes inevitables... Y para esto es necesaria una ciudadanía organizada, que discuta, entienda, opine, organice sus fuerzas y su movilización, … HAGA POLÍTICA.

Y para todo ello el/los partidos políticos de progreso es/son imprescindibles. Para orientarlo, para organizarlo aprendiendo… Y no parece que los tengamos cumpliendo suficientemente esta función.

Ahora partido político: algo más que una ideología política y una propuesta electoral