miércoles. 24.04.2024
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Tamames se despide. A lo grande, como candidato a la presidencia del Gobierno de España y perorando sobre lo divino y lo humano en el Congreso de los Diputados. Ya sabemos que su discurso, tan irrelevante en su alcance político como el propio candidato, contendrá buena parte de las baratijas ideológicas que adornan a la ultraderecha. La escasa atención que suscitarán las palabras de Tamames sólo tendrá el sostén que le proporciona la intriga de averiguar si guarda alguna sorpresa que permita el esparcimiento de espectadores y curiosos.

De lo mucho que se ha dicho y escrito sobre esta moción de censura destacaría las piezas de Carlos Berzosa, José Luis Villacañas y Enric Juliana, esclarecedoras del papel del personaje y de la trama que subyace en la operación política de Vox.  

El artículo de Carlos Berzosa analiza de forma ponderada la trayectoria de Tamames como economista, sus claros y obscuros y su deriva política “hacia posiciones de derecha sustentadas en el neoliberalismo”, hasta llegar al extremo de prestarse a hacer el juego al partido de la ultraderecha en esta moción de censura.

Un artículo de José Luis Villacañas en el periódico Levante reflexiona sobre la operación de excepcionalidad que supone “una moción de censura que rompe con el espíritu de la Constitución”, se coloca “más allá del sistema de partidos” y podría acarrear consecuencias imprevisibles. Una aventura mucho más grave e irresponsable de lo que parece.

En la entrevista de Enric Juliana a Ramón Tamames publicado en La Vanguardia, el candidato remarca su preferencia por “un gobierno de coalición de los partidos nacionales que defienden la Constitución y la Monarquía parlamentaria” y se preocupa por guardar las distancias con el diagnóstico y las propuestas de sus valedores y amigos de la ultraderecha. Nos deja también una muestra de villanía que podría formar parte de una antología de la mezquindad: “¿Cómo explicaría a los presos comunistas del penal de Burgos el paso que usted acaba de dar? Respuesta: Están todos muertos”.

Lean estas piezas, esclarecen los graves problemas que están en juego en la aventura irresponsable en la que se han embarcado Tamames y Vox y les ayudarán a interpretar lo que suceda en el Congreso los dos días de la moción de censura. Las fuerzas progresistas y de izquierdas harán bien en tomarse muy en serio la crítica a los discursos de Abascal y Tamames y dejar de coquetear con un mundo imaginario en el que lo decisivo gira en torno a la defensa de sus propias siglas y estructuras partidistas y al debilitamiento de sus socios más próximos y aliados. Los enemigos de las políticas progresistas y los partidarios de una España excluyente y sectaria que desprecian a la mayoría social están enfrente, articulados y representados políticamente por Vox y el PP, no al lado ni emboscados en las propias filas de la izquierda, engordando una larga nómina de tibios, equidistantes, troyanos y traidores que añade cada día nuevos nombres sospechosos.  

Hay un aspecto que ha pasado bastante desapercibido y merece más atención: ¿Cómo puede condicionar la moción de censura de Vox el relato político y la estrategia electoral del PP? La posibilidad de que el PP se convierta en el partido más votado en las próximas elecciones y esté en condiciones de conformar un Gobierno de España liderado por Feijóo es real, está al alcance de su mano y merece cierta atención. De conseguir su objetivo, en cualquiera de sus muchas y posibles variantes, el PP propinaría un golpe decisivo a las fuerzas progresistas y de izquierdas del que tardarían muchos años en recuperarse. Ese es el mundo real y el momento político de los que deben hacerse cargo los partidos y la ciudadanía progresistas.

Una vez acabada la operación de Cs, con un trasvase de la mayoría de sus votos hacia el caudal del PP, Feijóo y la dirección ejecutiva del actual PP han vuelto la mirada hacia su flanco derecho. A la estrategia electoral del PP le viene bien que Vox gane unas gotas de legitimidad democrática, como partido razonablemente constitucional, ante un amplio electorado centrista que reclama más orden, seguridad y certidumbre al Gobierno de España ante un mundo crecientemente desordenado, complejo y cargado de rasgos inéditos.

El PP necesita una ultraderecha con una mínima dosis de legitimidad democrática, para que los sectores centristas del electorado no se espanten de su proximidad con Vox y acaben inclinándose por votar al PSOE. Pero también necesita una ultraderecha debilitada, que continúe siendo una fuente de votos para el PP, pero siga teniendo un peso electoral suficiente que contribuya a sumar una mayoría parlamentaria de derechas y que permita que la izquierda identifique a Vox como el principal enemigo a batir. El PP pretende que la ultraderecha aparezca como un socio legítimo y fiable en el caso de que Feijóo no cuente con una alternativa mejor para conformar su gobierno. Feijóo parece creer que para lograr esos objetivos contradictorios le basta con estar ausente de la moción de censura y que el PP pase lo más inadvertido posible durante un debate en el que la crítica más dura a Vox por parte de la portavoz del PP será que la moción de censura favorece a un presidente Sánchez en sus horas más bajas y a un Gobierno de coalición progresista que estaba a punto de reventar las costuras que lo mantenían unido.

Está por ver que el PP logre los contradictorios objetivos que pretende en este debate. Mucho dependerá de las intervenciones de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, de que confirmen el contenido social, progresista y democrático de la acción política que están dispuestos a seguir desarrollando y de la credibilidad de su apuesta por una cooperación estratégica, a largo plazo, en las instituciones y en la sociedad, entre las fuerzas progresistas y de izquierdas. No se trata de menospreciar al resto de ministros o a los portavoces de los grupos parlamentarios progresistas, se trata de poner el acento en los dos líderes que pueden sacar al actual Gobierno de coalición progresista del atolladero de desunión y ruido en el que se ha metido. También convendría que las intervenciones de los grupos parlamentarios progresistas demuestren su sintonía a la hora de desvelar lo que encierra la operación de excepcionalidad puesta en marcha por Vox y las pretensiones del PP de blanquear a la ultraderecha para poder hacer el mejor uso posible del peso y la influencia de Vox.

Un poco más allá de la ambivalente posición del PP de cara a sacar el máximo provecho de la moción de censura se encuentra una hipótesis explicativa de la estrategia política del PP que hay que ir contrastando con los datos que vaya proporcionando el discurrir de los acontecimientos: Vox es la principal baza negociadora del PP para hacer viables escenarios que no exijan al PP compartir con la ultraderecha el Gobierno y el BOE. Llegado el caso, tras el recuento de los votos depositados en las urnas, el PP quiere contar con varios escenarios posibles y valorar cuál de ellos es el más favorable para sus intereses y más desfavorable para el PSOE de Sánchez.

Menciono algunos de esos posibles escenarios que, en el caso de una victoria de las derechas, podrían rivalizar con el de un Gobierno de coalición entre el PP y Vox.

Primero, un apoyo parlamentario de Vox sin que el partido de la ultraderecha esté en condiciones de reclamar su presencia en el Consejo de Ministros.

Segundo, un apoyo parlamentario de fuerzas progresistas a un Gobierno monocolor del PP con el objetivo de que Vox no esté en el Gobierno de España ni condicione el programa gubernamental del PP.

Tercero, una operación de división del PSOE que consistiría en atraer a sectores socialistas para su participación en un Gobierno presidido por Feijóo, sin presencia de la ultraderecha. Esa maniobra certificaría la muerte política de Sánchez y un decaimiento difícilmente reversible de toda la izquierda.  

Todos esos escenarios en los que el PP se convertiría en el eje de un nuevo Gobierno de España tienen pros y contras para la derecha que corresponderá valorar en su momento al PP. Y todos ellos llevan asociados graves riesgos para la estabilidad política y social del país. En un momento, además, en el que una mínima estabilidad es más necesaria que nunca para encarar las grandes tareas de transformación que exige la transición hacia un nuevo y desconocido mundo. Cambios que requerirán del concurso de unas instituciones capaces de gestionar esos cambios sin olvidar los intereses y necesidades de la mayoría social ni sacrificar ninguna de las características básicas que definen un sistema democrático.  

Las fuerzas progresistas y de izquierdas tendrían que demostrar en esta moción de censura que entienden el momento político y que actuarán en consecuencia, en el Congreso y en la acción política conducente a reforzar la cooperación entre el conjunto de las fuerzas progresistas y de izquierdas. Los partidos de izquierdas tendrán que pensar mucho más en los intereses y necesidades de la mayoría social y mucho menos en las elucubraciones políticas que tan frecuentemente están detrás de las actitudes de rompe, rasga e improvisación que tan a menudo practican.

Es imprescindible sumar para propiciar la victoria de las fuerzas progresistas y la continuidad de sus políticas a favor de la mayoría social que ha llevado a cabo el actual Gobierno de coalición progresista

Es imprescindible sumar para propiciar la victoria de las fuerzas progresistas y la continuidad de sus políticas a favor de la mayoría social que ha llevado a cabo el actual Gobierno de coalición progresista. Y volver a sumar para cooperar en el día a día de la acción política de unas instituciones capaces de escuchar, dialogar y proteger al conjunto de la sociedad. Sumar para conseguir una amplia mayoría parlamentaria y social que respalde un proyecto de país y de Europa que proporcione consistencia y perspectivas a medio y largo plazo a la acción política progresista. Sumar para gobernar escuchando las necesidades y prestando atención a las expectativas de la mayoría social para convertirlas en acción política. 

Cuando termino estas líneas me llega la buena noticia del acto de Sumar en Madrid en el que, presumiblemente, Yolanda Díaz nos contará su disposición a encabezar una lista ciudadana y política del conjunto de las fuerzas progresistas situadas a la izquierda del PSOE con el ánimo de contribuir a la formación de un nuevo Gobierno de coalición progresista decidido a reforzar y mejorar la acción política que necesita la mayoría social y las transiciones y cambios estructurales iniciados por el actual Gobierno de coalición entre el PSOE y UP. Tendrá lugar el domingo, 2 de abril, en el Polideportivo Magariños (C/ Serrano, 127; metro República Argentina). Será un clamor ciudadano capaz de disipar los malos presagios, sectarismos y banderías partidistas que obstaculizan el despliegue, la movilización y el avance de la mayoría social y las fuerzas progresistas y de izquierdas. Será la mejor respuesta de la ciudadanía y desde la calle a la maniobra de Vox y a los nuevos cuentos de la lechera que baraja Feijóo. Hay partido y se puede ganar.

El candidato de la ultraderecha y la ausencia de Feijóo