martes. 19.03.2024
Enrique Ruiz Escudero e Isabel Díaz Ayuso

Sirva como testimonio de apoyo a los sanitarios y a la sanidad pública de Madrid un caso personal, el mío propio, ocurrido el martes 29 de noviembre de 2022. Bajando de la Peña de la Cabra en dirección al Puerto de la Puebla, en la Sierra Pobre o Sierra Norte de Madrid, sufrí una caída al pisar una piedra con una fina e invisible capa de hielo (en montaña hay errores, como éste, que no debemos cometer). 

Por suerte, sólo sufrí cortes algo profundos en mano y brazo, pero ningún esguince ni nada peor. Al no llevar botiquín de urgencia (otro error imperdonable) tuvimos que ir mis amigos y yo a la búsqueda de un centro de salud (lo más aconsejable, dada la naturaleza de las heridas) o en su defecto, una farmacia. El pueblo más cercano era Puebla de la Sierra, donde una amabilísima chica del único bar abierto nos informó: "ya nos gustaría tener al menos una farmaciaen este pueblo; del centro de salud, mejor ni hablamos". 

Los parroquianos del bar nos dijeron que el pueblo más próximo donde podríamos encontrar algo es El Berrueco o, si no, Buitrago. Nos dirigimos al primero, pues nos cogía de paso hacia Madrid. La farmacia estaba cerrada -eran las 4 de la tarde- y el centro de salud brilla en El Berrueco por su inexistencia. Nos informaron que el pueblo más próximo donde encontraríamos ambas cosas sería La Cabrera, y hasta allí nos pusimos en camino, a escasos tres kms. 

Mi agradecimiento a esa excelente profesional no tiene límites. A la sanidad pública, tampoco. Hacia sus gestores, todo mi desprecio

Por fin. El centro de salud estaba abierto, eso sí, sin médico (había sido trasladado forzoso a otro centro, siguiendo la política anti sanidad pública del partido gobernante en Madrid). Al menos había una enfermera –lo que realmente necesitaba-, que con total profesionalidad y dedicación me hizo la cura pertinente con los puntos de sutura que las heridas requerían. Mi agradecimiento a esa excelente profesional no tiene límites. A la sanidad pública, tampoco. Hacia sus gestores, todo mi desprecio. 

Conclusiones:

1. Nuestra salud se encuentra en manos de excelentes profesionales

2. Estos profesionales de la salud trabajan en condiciones deplorables, como bien sabemos. 

3. Se necesitan muchos más médicos, enfermeros, personal auxiliar, etc., en nuestra sanidad. 

4. Nuestros sanitarios no merecen ser gestionados por los incompetentes responsables de nuestra comunidad. 

5. Estos gestores tampoco merecen tener los grandísimos profesionales como los que dicen gestionar. Su incompetencia es inenarrable y su prepotencia e ignorancia, indescriptible. Como muestra: la arrogante presidenta de la Comunidad de Madrid y el inútil de su consejero. Lo dice el gran Emilio Lledó: lo peor que nos puede pasar a los ciudadanos es dar poder a un ignorante. 

6. No se entiende, por tanto, que tanta gente que requiere de la sanidad madrileña les vote. Algo se hace mal por quienes pretenden ser la alternativa (¿No sería deseable que la izquierda del PSOE se uniera, aunque sólo fuese para no tirar votos en las próximas elecciones?) 

7. La sanidad rural madrileña y sus profesionales están más que abandonados. Como muestra: la bien llamada Sierra Pobre, donde no hay centro médico en decenas de kilómetros, y tampoco farmacia en los pueblos alejados de la autovía. 

8. La huelga de los sanitarios está más que justificada. Todo nuestro apoyo. 

Una experiencia personal en la sanidad pública madrileña