viernes. 26.04.2024
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Pedro Sánchez y Gabriel Rufián durante un encuentro en Moncloa en septiembre de 2020.

De nuevo ERC falla al gobierno de coalición y, no solo al menos no se abstiene, sino que vota en contra de la ratificación del plan de choque de 16.000 millones en el Congreso. Ya fue grave que votara también en contra de la contrarreforma laboral de M. Rajoy del 2011 y ahora de nuevo ha demostrado que ERC no es socio fiable y cabe preguntarse: ¿tanto votar lo mismo que los burguesitos y burguesitas de boutique de JpC, lo mismo que el PP y lo mismo que la extrema derecha, cabe preguntarse si realmente es de izquierdas este partido?

¡Por sus obras les conoceréis! dice el evangelio de los católicos, cosa que vale más y mejor para los que somos ateos. ERC sigue viviendo de Maciá, del fusilamiento de Companys y del “ja sóc aquí” de Tarradellas, pero a fuerza de competir históricamente con CiU y ahora con el nuevo ropaje del partido de su expresidente el “honorable” Pujol –gran corrupto–, ERC le lleva a votar contra la subvención de los combustibles de 20 céntimos, contra la subida del 15% del salario mínimo vital, contra el mantenimiento de los ERTEs que tan buen resultado han dado para evitar despidos, contra los 10.000 millones de créditos ICO para las pymes, contra las medidas de bajada de la electricidad dentro de la llamada “excepcionalidad ibérica”, etc.

Y no es que ERC vote en contra porque estas medidas no sean suficientemente sociales –que probablemente sean insuficientes- sino por el caso “Pegasus”, por el caso de espionaje a políticos catalanes iniciada en tiempos del PP. Algo repugnante en una democracia, pero que poco tiene que ver con el componente social de la mayor parte de las medidas anteriores. El chantaje permanente de ERC tiene dos efectos: pone en peligro la mayoría de la investidura, es decir, propicia el advenimiento de un gobierno PP-Vox, y aleja de la izquierda al partido republicano, lo acaba convirtiendo en una bocanada de aire fresco de la derecha.

No se puede ser de izquierdas a tiempo parcial o cuando no hay ningún chantaje político a la vista para reforzar independentismos

Un partido de izquierdas no puede votar en contra de medidas sociales por insuficientes que parezcan, por deficientes que parezcan, por frustrantes que sean, porque siempre tiene, como mal menor, la abstención. Y eso hace con demasiada frecuencia el partido del buen tribuno que es Gabriel Rufián. Y para remate, el motivo aducido del espionaje, conlleva un chantaje inaceptable. El caso del espionaje demuestra las debilidades de la democracia española, pero no vale un trade-off entre Pegasus e IMV, subvenciones a la gasolina o ERTEs preventivos de despidos. La legislatura actual y la mayoría de la investidura es la que es y no da más de sí, pero el PSOE y Podemos deben prepararse ya para no tener que contar en el futuro –antes y después de las próximas elecciones– con ERC, porque no se puede ser de izquierdas a tiempo parcial o cuando no hay ningún chantaje político a la vista para reforzar independentismos. No cuela.

En cuanto a Pegasus en este día 2 de mayo nos hemos enterado de propias fuentes gubernamentales de que también han sido espiados los móviles del presidente de Gobierno y de la ministra de Defensa. La cuestión no cambia en cuanto a la actitud siempre ambivalente de ERC en los temas sociales, que parece que este partido siempre pone en segundo lugar ante cuestiones nacionalistas. Ahora ERC da un paso más y busca la excusa de Pegasus, es un paso más en la necesidad de que el Gobierno de coalición –y de las opciones de izquierdas presente y, sobre todo, para el futuro– de desprenderse de ERC, de estos burguesitos que pregonan su izquierdismo si no tienen otra cosa que hacer.

De paso también se han quedado algo descolocadas las dos derechas franquistas, la tardofranquista (PP) y la neofranquista (Vox), porque se frotaban las manos ante un problema que parecía afectar solo a los socios de Gobierno y que pudiera poner en peligro la coalición gubernamental.

La izquierda no puede distraerse en temas secundarios políticamente y ahora están las elecciones andaluzas y dentro de un año las generales. Ya no se trata solo del peligro que pude suponer un gobierno PP-Vox para la democracia, sino también de la propuesta electoralista del PP de bajada de impuestos, por ejemplo, más toda una posible contrarreforma fiscal a favor de las rentas del capital. La bajada de impuestos en estos momentos supondría cebar la inflación por vía de la demanda, cuando el problema es de crisis de oferta en temas como la energía en sus diversas variantes, encarecimiento externo de las mismas, crisis de oferta de trigo y soja ucranianas, etc.

Recordemos el desastre de la gestión económica de Rajoy: aumento de la deuda pública en 350.000 millones, liquidación del fondo de reserva de la Seguridad Social –hucha de las pensiones– de 70.000 millones, aumento notable de la desigualdad económica, récord de prima de riesgo en el 2012,  cuatro años subiendo solo el 025% las pensiones, liquidación de los convenios como garantes de mínimos, negación del cambio climático, arraigo de la xenofobia, etc. Y al final, también tuvo que subir los impuestos.

Y para acabar un regalito pepero, el octavo pasajero: Vox. ¡Vaya herencia!

ERC, de izquierdas a tiempo parcial