miércoles. 24.04.2024

La abstención rogada de ERC

A la tercera va la vencida
Los portavoces parlamentarios del PSOE y ERC en una foto de archivo.

Sorprende que muchos medios que tanto insistieron en la fragilidad que suponía depender para la actual legislatura del apoyo de ERC, ahora insistan tanto en la “ruptura del bloque de investidura”. Hablo del Grupo Prisa, sin ir más lejos, y de otros muchos ámbitos del poder mediático, que aspiran a marcar las pautas de la gobernanza en nuestro país.

También sorprende que los dirigentes de ERC, tras haber votado dos veces significativas en contra de las propuestas del Gobierno, intenten llamarle al orden e indicarle que va por mal camino a causa del delito de haber negociado con Ciudadanos.

No nos engañemos, ERC está presa de los extraños vínculos con el independentismo más radical que representa Torray a la vez absorta en el misticismo de Lladoners

No nos engañemos: ERC está presa de los extraños vínculos con el independentismo más radical que representa Torra (por no nombrar a otros “demonios” familiares), y a la vez absorta en el misticismo de Lladoners. Y eso hace que, en cada pleno del Congreso, el diputado Rufián comparezca cual párroco tonante en la tribuna del salón de sesiones, recriminando al Gobierno interminables listas de ofensas, errores y desconsideraciones, para acabar concediendo en su infinita misericordia una abstención más escasa que las raspas de sardina de Carpanta. Cuando no comparece, enfurruñada y con cara de dueña de apartamento del que no le pagan el alquiler, la diputada Bassa confundiendo poderes del Estado y echando un réspice inapelable al poder ejecutivo por no sé qué ofensas del poder judicial.

¿Es eso un acuerdo de investidura, o algo que se parezca a un acuerdo de legislatura? ¿Puede el Gobierno andar rogando permanentemente una abstención tan cara, para que en ocasiones graves, como son las de la lucha contra una pandemia, esa precaria abstención se convierta sin más, y por casi esotéricas presiones “patrióticas”, en un peligroso NO? Siempre, y por todos los lados, las dichosas patrias…

Modestamente pienso que hay que recuperar cordura y estabilidad. Y que todo grupo político debe colocarse adecuadamente en una posición de responsabilidad institucional y ante la ciudadanía. Y este tipo de astracanadas debe acabar por bien de nuestra Democracia. Andaba el Gobierno a tratar de cumplir su parte del acuerdo de investidura, con la celebración de aquellas mesas o comisiones de diálogo, dificultadas por los titubeos de ERC (Pere Aragonés ahora sí, ahora no…) y por las mediatizaciones de Torra, que no había firmado ningún acuerdo de investidura, cuando llegó la pandemia, que nos puso a todos a luchar contra la muerte y por la salud. Y ahí se necesitaba ver cómo funcionaba el pacto de investidura. Y lo hemos visto, y con creces: La limosna de la abstención rogada, transformada arbitrariamente en una retirada de apoyos, como ocurriera anteriormente con el tema de los presupuestos.

No soy pesimista: soy duro a conciencia. Porque en una época de crisis para todos, no parece que un pacto de investidura pueda apuntalarse con una mera abstención. Y mucho menos con dos votos en contra, sin una razón convincente, que no la hubo, y votando, sin escrúpulos, al lado de las derechas.

No. La gobernabilidad necesita buscar una estabilidad capaz de afrontar a partir de ahora la reconstrucción económica de Todo el País. De todos los sectores. De todos los Territorios. Y para eso hay dos indicios aún muy débiles, pero que podrían alentar un camino, que seguro que el Gobierno está explorando, y si no lo está debería estarlo: Inés Arrimadas parece dispuesta a darle cautamente la vuelta a la horrenda herencia que le dejó Rivera. Y tal vez se haya dado cuenta de que necesita recuperar un centro político que seguro que no han abandonado los electores que abandonaron a Ciudadanos cuando pretendió liderar las derechas.

Arrimadas ha votado muy responsablemente en las dos últimas autorizaciones parlamentarias para prorrogar el Estado de Alarma. Y ya antes había ofrecido comenzar a negociar un presupuesto de emergencia. No es que haya puesto una pica en Flandes, pero ha mostrado cordura, y hasta un cierto desinterés. Más aún, tras la última votación no ha puesto el grito en el cielo porque un gobierno -a la búsqueda de continuar luchando contra la pandemia y de encontrar apoyos y no entorpecimientos- hiciera un acuerdo con Bildu.

Tal vez el necesario afrontamiento de un presupuesto, que tendrá que ser plurianual, obligue a juntar fuerzas con todo aquel grupo político que quiera sentirse responsable y arrimar el hombro al esfuerzo colectivo. El camino que lleva el PP, por desgracia, no apunta en esa dirección. Y si yo estuviera en el pellejo del gobierno no confiaría esa tarea a que saliera por abstenciones, sino por voto positivo. Y esa tarea es la que puede ayudar a consolidar compañeros de viaje. Un viaje realista y poliédrico en el que tener en cuenta los intereses de muchos afectados, que pueden estar representados por diversos de los partidos o representantes del arco parlamentario, así como por las Comunidades Autónomas y por los Agentes Sociales y Económicos, que van más allá de los tradicionales de Sindicatos y Patronal.

Un esfuerzo de todos que dé prioridad a salir can garbo del atolladero, por el único derrotero por el que podemos salir: por el de una política económica y social de centro izquierda que, como se ha visto en las últimas votaciones, puede concitar una mayoría absoluta en el Congreso, y posibilitar unos acuerdos que promuevan una salida más airosa para España que la que nos permitieron cuando la crisis de 2007.

No quiere esto decir que haya que pasar de los problemas territoriales, y que haya que dejar el diálogo que se abrió con los independentistas catalanes. Pero diálogo, no sermones ni diatribas. Y búsqueda de soluciones en el contexto de esa solución común que unos presupuestos casi de guerra y creatividad, como los que necesitamos, va a irnos marcando inevitablemente.

La abstención rogada de ERC