viernes. 26.04.2024
vox cartel 2

Si un partido utiliza modos y maneras fascistas la “voz” con la que debería de ser nombrado es la que mejor se adapte a su forma de proceder y de pensar porque tal como afirma el catedrático gallego Roberto Blanco si a la extrema derecha de Marine Le Pen o la de Alternativa para Alemania les llamamos fascistas a Vox también habría que llamárselo. Patricia FR. Blanco alerta en El País sobre la copia de las técnicas de propaganda nazi que emplea Vox en sus carteles electorales y de los insultos con los que deshumanizan al contrario utilizando los mismos adjetivos con los que los nazis insultaban a los judíos.

Hablamos de un grupo de hombres y mujeres que hacen del odio y la saña su bandera y del desprecio y el ensañamiento con los débiles su mantra. Se jactan de que la actual presidenta madrileña, cuyo discurso se confunde con el suyo, los acepta como un “socio fiable” con quien gobernar (la cruda realidad hace probable que para seguir gobernando, si las urnas no dicen lo contrario, tenga que pasar inexorablemente por el aro de un partido que está lejos, muy lejos, de los modos y maneras de un partido democrático).

Son racistas, xenófobos, homófobos y machistas. La bajeza con la que actúan no tiene límites, carecen de escrúpulos, mienten, manipulan y enfangan cualquier escenario en el que se mueven; su talla moral es ínfima. Insultan, difaman y escupen odio cada vez que abren la boca. Si pudieran borrarían de un plumazo todas las garantías conseguidas a lo largo de varias décadas de democracia. Son pocos pero están adiestrados para hacer mucho ruido y todo el daño posible. Se aprovechan de las instituciones democráticas para intentar socavarlas desde su interior; caminan por la senda de la intolerancia y lo hacen intentando sembrar la semilla de la discordia y de la confrontación. Ignoran deliberadamente el significado de la palabra democracia pero no les importa disfrutar de las garantías que les ofrece vivir en un país democrático. Tienen la desfachatez de hablar de libertad al tiempo que ensalzan el régimen franquista. Son capaces de asegurar, con la desvergüenza de los que  mienten de manera impune, que hay un gran número de denuncias falsas por violencia de género, que se reparten ayudas y subvenciones a las minorías étnicas y religiosas mientras los “españoles de bien” carecen de ellas, son capaces de publicar cifras falsas sobre el gasto destinado a menores migrantes dañando a los más vulnerables, además de un largo etcétera de mentiras y desinformaciones.

Inmersos en su delirio de extrema derecha se niegan a condenar sin ambages las amenazas recibidas por el candidato de Unidas Podemos a la presidencia de la Comunidad de Madrid, Pablo Iglesias, por el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska y por la directora de la Guardia Civil, María Gámez, a quienes les llegaron cartas a través del Ministerio del Interior con balas y amenazas de muerte.

No podemos seguir normalizando y aceptando como válidos discursos plagados de bulos y datos falsos; no podemos seguir amplificando el vómito verbal de quienes esparcen falsedades con la intención de estigmatizar y desestabilizar, por ello conviene que no olvidemos que la herramienta más válida contra la desinformación es la información veraz y contrastada.

Modos y maneras