viernes. 19.04.2024
pp casado
Pablo Casado.

En España tras la llegada de la pandemia se ha extendido la idea, que va calando en amplios sectores de la sociedad, de “todo va mal” o “queda prohibido que algo vaya bien”. No hace falta haber estudiado sociología o ciencias políticas en la Universidad de Harvard para descubrir qué partidos políticos -PP, VOX, Cs- o medios -ABC, El Español, La Razón, Tele5, Antena3, la COPE…- están interesados en sembrar un pesimismo asfixiante en la sociedad española. Bueno, no sólo con la llegada de la pandemia. Ya antes. Nada más formarse el gobierno de coalición entre PSOE-Unidas Podemos se sembró la idea de que íbamos hacia una auténtica catástrofe colectiva. Se habló de un “gobierno Frankenstein”, término acuñado lamentablemente por Rubalcaba en 2016.  Sembrar esa idea de una catástrofe colectiva y ese término de “gobierno Frankenstein”, se debe a que la derecha española ha interiorizado que el poder le corresponde por mandato divino. Por ende, la derecha considera que, si la izquierda llega al poder, como aconteció con los gobiernos de Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez, es un acto ilegítimo. Y en consecuencia, cualquier medio es lícito para recuperar el poder. La izquierda nunca deslegitimó los gobiernos de Aznar y Rajoy.  Mas, esta visión de la derecha poco democrática no es una novedad. Viene de lejos. Miremos a nuestra historia. Un artículo del historiador Eduardo Fernández Calleja, Los discursos catastrofistas de los líderes de la derecha y la difusión del mito del “golpe de Estado comunista” describe los acontecimientos de 1936 entre febrero con el triunfo del Frente Popular y julio con el golpe militar. Sorprenden las similitudes de la actuación de la derecha política y mediática de entonces con la actual. Durante la primavera de 1936, los voceros de las distintas formaciones de derechas, José María Gil Robles (Casado) y, sobre todo, José Calvo Sotelo (Abascal), en connivencia con la prensa monárquica, como el ABC o El Debate, señalaron la ilegitimidad del gobierno republicano surgido de las elecciones de febrero, cuestionando primero los resultados electorales del triunfo del Frente Popular, y luego denunciando dos aspectos clave e íntimamente relacionados en la mentalidad del conservadurismo español de los años treinta: su incapacidad para resolver el problema del orden público, que fue sobredimensionado por las derechas, y su papel como antesala de una acción revolucionaria de tipo comunista, pura invención de las derechas. Estos procesos de encuadramiento serían clave para conseguir la movilización de amplia base que dio cobertura al golpe de Estado del 18 de julio y legitimó a posteriori al régimen franquista.

A partir de 1993 el PP, que encuadraba a toda la derecha española, no aceptó la legitimidad de su derrota en las urnas. En la noche electoral del 6 de junio 1993, Javier Arenas y Alberto Ruiz Gallardón denunciaron en televisión, sin haberse terminado el escrutinio, el fraude que se estaba perpetrando para atribuir la victoria al PSOE de Felipe González. Al final el PP tuvo que aceptar el resultado. Pero tal aceptación no fue sincera. Se tramó una operación de asalto al poder, de las más vergonzosas en nuestra reciente democracia, en la que participaron periodistas, jueces, banqueros, agentes secretos, etc. Uno de los protagonistas más destacados, Luis María Ansón, reconoció unos años más tarde que para sacar de la Moncloa a González se estuvo a punto de poner en riesgo la propia estabilidad del Estado.

El PP acusó a José Luis Rodríguez Zapatero de llegar a la Moncloa en 2004 como consecuencia de la manipulación del atentado del 11-M. Le atribuyó falta de «legitimidad de origen». Y ni siquiera la aceptó tras su revalidación del mandato en las elecciones de 2008. La campaña mediática contra ZP –sobre todo desde la COPE, por Federico Jiménez Losantos– y política de la derecha fue brutal, creando un claro precedente de la crispación actual. Como muestra, en sede parlamentaria el bueno de Rajoy, acusó al Gobierno socialista, el 11 de mayo de 2005, de traición a los muertos y de vigorizar a una ETA moribunda, y de pagar un peaje. ¡Vaya sentido de Estado!

Y llegamos al presente. La derecha –ahora son tres, PP, Vox y Cs, aunque en lo fundamental son intercambiables– a Sánchez le ha negado la legitimidad por haber llegado al poder tras la moción de censura sin pasar por unas elecciones, y después del triunfo en las elecciones del 10-N de 2019 por haber formado un gobierno de coalición con UP y ser investido gracias a los nacionalistas vascos y catalanes. Incluso sobrevoló en la sesión de investidura un segundo tamayazo. Tomás Guitarte, diputado de Teruel Existe, la noche de Reyes de 2020, víspera de la segunda y definitiva votación de investidura, tuvo que dormir fuera de su domicilio, en Teruel, por seguridad. Desde el primer momento que se formó el gobierno de coalición el objetivo de las derechas ha sido derribarlo. Antes de la pandemia ya lo calificaron de ilegítimo y después de asesino, criminal y liberticida. Yo nunca he escuchado en el Congreso insultos tan brutales. E igualmente en muchos medios. Cuando el lenguaje se usa como espada desenvainada el entorno se vicia y decrece la posibilidad de entendimiento. De ahí, la expansión de la crispación del Parlamento y los medios a la sociedad, envenenando la convivencia. Pero, ¿quién ha sembrado la crispación? Cualquier circunstancia para la derecha vale para dinamitar la legislatura: la pandemia, la crisis de Ceuta y ahora los indultos a los presos del procés. ¡Vaya sentido de Estado! Tal manera de ejercer la oposición tiene una lógica perversa. Si a un Gobierno se le niega la legitimidad, no existen límites para la oposición. ¿Por qué va autolimitarse en sus ataques al gobierno en el Congreso o en los medios? ¿Por qué va a llegar a algún acuerdo? Esa autolimitación y los acuerdos supondrían reconocer implícitamente la legitimidad del Gobierno.

pablo casado pleno congreso

En esta dinámica de dinamitar el gobierno de coalición, además del recurso a su ilegitimidad, que no lo ha abandonado la derecha, no se le puede reconocerle mérito alguno. Como decía antes “queda prohibido que algo vaya bien”. Tal visión tan negativa resulta tragicómica. Naturalmente que el gobierno de coalición ha cometido errores y los seguirá cometiendo. ¿Sólo es responsable de los errores? ¿Alguna responsabilidad tendrá de algunos aspectos positivos del pasado, del presente y del futuro de España?

La pandemia del covid-19 nos ha generado muchos problemas políticos, sociales y económicos. Por supuesto, el más importante es el sanitario. No estábamos preparados para este drama colectivo y personal, que nos va a dejar una huella imborrable. ¿De esta pandemia saldremos mejores?

Afortunadamente para los españoles hay aspectos positivos en este presente y también cara el futuro, como para elevar nuestra moral. Frente a una cultura del miedo, del sufrimiento y de la muerte que nos quieren imponer desde determinadas opciones políticas y mediáticas, los españoles, tras vernos inmersos en la calamidad más grande en cien años, tenemos derecho a la esperanza, la felicidad y la vida.

Quiero fijarme en cómo el sistema educativo ha hecho frente al covid-19. Sorprende el escaso interés político y mediático sobre este tema. ¿Son más importantes las elecciones en Madrid? ¿Las cifras altísimas de muertos en la Comunidad de Madrid y el protocolo de la vergüenza para los ancianos enfermos de Covid, no son noticia? Debe ser más importante mediáticamente reflejar las estupideces de la presidenta como Madrid es el lugar donde se puede vivir sin encontrarte a tu ex. De la degradación de la política tienen mucha responsabilidad algunos medios, ya citados... La educación no interesa. No vende. Tampoco es una novedad. Todos reconocemos que la educación es una de las claves del futuro de un país, así lo dicen los gobiernos, partidos, sindicatos, asociaciones de padres y de alumnos, medios de comunicación… No obstante, entiendo que hay mucha hipocresía, y que la educación no interesa tanto como proclamamos. Solo es noticia educativa si es algo negativo. Por ejemplo, se lanzan los medios con sus tertulianos todólogos a criticar los datos del Informe Pisa, sin conocer en profundidad cómo se realiza ni cuáles son sus objetivos. O el clásico, que ya resulta cansino, de la incapacidad de los principales partidos de llegar a un pacto educativo. O cuando llega el proceso de escolarización, y si un porcentaje mínimo del alumnado no consigue la plaza en su primera elección, se presenta como un gran drama. No se cae el mundo por escolarizarlo en el colegio de al lado. Sin embargo, temas de mayor enjundia a nivel educativo pasan desapercibidos. No interesa la segregación escolar, que se produce como consecuencia de un reparto no equitativo del alumnado entre los centros privados concertados y los centros públicos. NI tampoco preocupa la necesidad de una educación en valores democráticos en nuestros alumnos, que cada vez es más necesaria, vista la expansión de la violencia de género, de la xenofobia y la exaltación de la dictadura franquista en nuestra sociedad y en algunos colegios e institutos.

En este contexto se entiende el escaso interés político y mediático por la educación durante la pandemia. Yo voy hacer algunos comentarios sobre este tema. Con el confinamiento los docentes, alumnos, padres, cargos directivos y las administraciones educativas tuvieron que adaptarse sobre la marcha con el trabajo on line ante una situación totalmente novedosa e imprevisible. Naturalmente que surgieron desajustes. Pero se sacó el curso adelante. Durante el verano los agoreros y cenizos, que no escasean en esta España nuestra, vaticinaban que el curso 2020-2021 iba a ser un desastre. Había mucho miedo por parte de los padres sobre los contagios, algo totalmente lógico. Desde las autoridades educativas y sanitarias se indicó y no se equivocaron afortunadamente que los colegios eran mucho más seguros que otros espacios, como los parques o los domicilios familiares. El curso se ha desarrollado razonablemente bien, sin cerrar colegios e institutos. En Alemania, Reino Unido, Irlanda o Dinamarca cerraron sus aulas durante meses. En Francia, Portugal e Italia durante algunas semanas. ¿Esto no merece ser noticia? Había muchos problemas a resolver para el próximo curso escolar. De entrada, la conciliación de dos derechos fundamentales, el de la salud y el de educación. El de salud afectaba directamente a conserjes, monitores/as de comedores y personal de limpieza, alumnos y profesores, de estos en las ciudades, de una edad ya madura, es decir, grupos de riesgo. Los Equipos Directivos de los Centros tenían un trabajo arduo, para aplicar la normativa sanitaria y la organización de la tarea docente, que había de ser muy diferente, a la de los cursos escolares anteriores, al tener que compaginar la presencial y la telemática para los alumnos confinados. Además de organizar las aulas, el transporte escolar, los comedores, los horarios y los espacios de los recreos, y las posibles actividades extraescolares.

Lógicamente han surgido algunas disfunciones, que se fueron corrigiendo sobre la marcha. Los profesores han tenido que compartir clases con alumnos de diferentes cursos, con la posibilidad de contagio. Un dato muy claro. En algunos institutos es normal que un profesor conviva en un día lectivo con 100 o más alumnos, al impartir clase en cursos y grupos diferentes. Durante el invierno con las ventanas abiertas. Luego en torno a marzo fueron vacunándose. Los docentes han demostrado su gran profesionalidad. ¿Habrá que valorarla? Como también el trabajo de los cargos directivos, conserjes, monitores/as de comedor y personas de limpieza, ante una situación totalmente novedosa, ante la que no había recetas milagrosas. También hay que reconocer a las administraciones tanto educativas como sanitarias que han trabajado coordinadas, ya que los protocolos de cierre por contagios han funcionado muy bien. En la Comunidad Autónoma de Aragón lo he podido observar en el colegio Doctor Azúa de Zaragoza, donde están escolarizados mis nietos y además conocer el funcionamiento en otros colegios por amigos docentes. Y por supuesto, hay que hacer un reconocimiento especial a los chavales, que se han adaptado como jabatos a unas situaciones novedosas y complicadas, que seguro no olvidarán. Observarlos cómo aguantaban, a veces con más responsabilidad que los mayores, toda la jornada con las mascarillas es digno de elogio. Y también la labor de los padres, y, no puedo olvidar a los abuelos, que con riesgo recogían a sus nietos. Lo lamentable es que en esta España nuestra no es noticia, cuando las cosas siendo muy complicadas se hacen bien. Habrá que reconocer que nuestro sistema educativo ha estado a la altura de las circunstancias ante la pandemia.

Hace unos meses se cuestionaba el proceso de vacunación, especialmente que no se alcanzaría la previsión del Gobierno para alcanzar la inmunidad del rebaño. Según los datos del Ministerio de Sanidad a fecha de 18 de junio, 22,6 millones, el 47,8% de la población han recibido una dosis; y 13,9 millones, el 29,4% de la población total, la pauta completa. La vacunación va a toda marcha, destacando la gran labor de nuestro sistema sanitario público. Salvo algunas irregularidades al principio, como las de los funcionarios de la Consejería de Sanidad de Murcia, algunos miembros del alto clero y del estamento militar, la vacunación se ha llevado de acuerdo con unos criterios justos y sin privilegios, y con las lógicas prioridades: trabajadores de servicios básicos, determinadas patologías o por edad. ¿Cómo se hubiera realizado la vacunación de haberla dejado en manos del mercado? Han surgido problemas sobre la conveniencia de una u otra vacuna entre la población, propiciada en parte por una sobreinformación y por la deslealtad política. Entiendo que se deberían seguir las directrices del Ministerio de Sanidad. De no ser así, se resquebraja la confianza en las instituciones del Estado. Por otra parte, debemos sentirnos los europeos unos privilegiados de disponer en un año de una vacuna. Ha sido todo un milagro de la ciencia. En países del Tercer Mundo no hay opciones de elección entre la AstraZeneca o la Pfizer.

Hermann Tertsch

Tertsch y Abascal en el Parlamento Europeo

Entre las secuelas más graves de la pandemia, además de una mortandad terrible, está una crisis económica y social fortísima. Caída del PIB, incremento del paro, contenido en parte por los Erte. Gracias a los fondos europeos de recuperación Next Generation hay buenas perspectivas. Von der Leyden, presidenta de la Comisión Europea visitó España el miércoles pasado  para anunciar la aprobación del plan de recuperación de los fondos europeos. España ha estado en el primer grupo de cinco países que ha recibido el visto bueno a su plan de recuperación. Fue de los primeros en entregar el Plan y de los primeros que de ser aprobado.  Para la derecha política y mediática esta noticia es irrelevante. Patriotismo de farfolla. Hay que dar las gracias sobre todo a Dolors Montserrat eurodiputada del PP, que siguiendo las directrices de Casado, ha trabajado a destajo, día, tarde y noche para agilizar los trámites de la llegada de estos fondos europeos. Y también hay que darlas al eurodiputado de VOX, Hermann Tertsch que siguiendo las instrucciones del patriota Abascal ha contribuido en esta misma tarea. Nunca, Dolors y Hermann, podremos los patriotas dar las gracias que os merecéis. Gracias de nuevo. Un inciso, recuerdo que hace unas semanas en el programa de Ana Rosa Quintana, paradigma del pluralismo informativo, estaba invitado el conspicuo y sensato Inda, el cual calificó la documentación para la aprobación del Plan presentada por el gobierno de España ante la Comisión Europea, con estas palabras “una cantamañanada”, y alguien le replicó que constaba de unas 700 páginas, producto de un trabajo arduo de diferentes ministerios, e Inda replicó ¡Y qué me importan las 700 páginas! Podrían valer para lanzarlas a la cabeza de alguien. De verdad, apena el nivel de degradación al que puede llegar el “periodismo” en unos programas de gran audiencia.

Mas, lo realidad es la que es. Mal que les pesa a algunos, que alardean de patriotas. Según diferentes organismos internacionales como la OCDE, España será el país de la zona euro que más crezca tanto en 2021 como en 2022, con sendas alzas del 5,9% y el 6,3% en el PIB, en sintonía con las previsiones publicadas recientemente por la Comisión Europea. Entre las principales economías desarrolladas, solo se sitúan por delante de España en 2021 Canadá, con un crecimiento del 6,1%; Estados Unidos, con un 6,9%; y Reino Unido, con un 7,2%. El mes de mayo ha supuesto un descenso del paro, el mayor de la historia, de 129.378 personas. La Seguridad Social ha ganado 211.923 afiliados en su mejor dato desde 2018. Se recuperan así los niveles absolutos de empleo previo a la pandemia: 19,27 millones de afiliados que superan los niveles de febrero de 2020. Tampoco se han destacado estos datos convenientemente. Quienes no lo han hecho, ellos sabrán los motivos.

Por último, el anuncio de los indultos a los presos del procés puede servir para encauzar el problema de las relaciones entre Cataluña y el resto de España. Con un president de la Generalitat, como Pere Aragonès, que no tiene nada que ver con los Torra y Puigdemont, mucho más razonable y con un Govern mucho más técnico, centrado en las urgencias del momento, en sanidad y recuperación económica, se abre la posibilidad de reconducir el conflicto. Salvador Ila muestra una oposición no frontal e identitaria como la representada por Ciudadanos y parece estar predispuesto a pactar todo aquello, incluida la aprobación de los presupuestos, que ayude a salir del embrollo político, superar la pandemia y encarrilar la economía. Ahora de lo que se trata en Cataluña es de gobernar y recuperar el tiempo perdido. En Madrid parece que ya lo están percibiendo. Algunos ministerios ya han recibido llamadas desde el Govern para poner fechas a reuniones para hablar de temas pendientes. Sánchez y Aragonès ya han acordado una reunión en el mes de junio. Empresarios, sindicatos, conferencia episcopal catalana se han sumado a favor de los indultos.  Hoy mismo Sánchez está defendiendo y anunciando en Barcelona , en el Liceu  los indultos. En definitiva, se abren unas expectativas mejores tras los indultos. No es la solución definitiva al conflicto, pero sí que aportará un nuevo clima. Los partidos políticos patriotas no deberían dinamitar este resquicio de luz para salir de este túnel tenebroso, del que ellos en una parte importante son responsables. Hay que señalar, se les olvida a esos partidos patriotas, que el mayor beneficiado de esta medida de gracia será la economía española. Cataluña es uno de los principales motores económicos y una situación de enfrentamiento frena las posibilidades de crecimiento en Cataluña y también en el resto de España e impide que se ponga el foco en la gestión.  Lamentándolo profundamente no tengo otra opción que afirmar, totalmente convencido, que a una parte de españoles les fastidia que las cosas hoy y en el futuro se presenten de una manera más positiva. 

Termino con una gran dosis de pesimismo sobre el futuro de España. En ello coincido con el pensamiento de Luis García Berlanga, que nos conocía totalmente y por ello dijo: "España es una país maldito porque la gente -añado yo estas palabras entrecomilladas ”una parte de esa gente no toda”- no tiene ningún sentido cívico de pertenencia a una colectividad, para intentar lo mejor para todos. Y no es por deformación del franquismo y de tantos años de dictadura: eso lo llevamos en las entrañas los españoles".  

Para la derecha española el poder le pertenece por mandato divino