sábado. 20.04.2024
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Puerta del Sol de Madrid

Hace más de 20 años me publicaron un libro llamado El Madrid del Primero de Mayo. Había ido leyendo aquellos libros de El Madrid de los Austrias, El Madrid de los Borbones, El Madrid de Galdós, El Madrid medieval… Eran colecciones de libros de viajes urbanos que nos descubrían recorridos por Madrid, por sus edificaciones y por las anécdotas de sus personajes más diversos.

Se me ocurrió que el recorrido madrileño de la Manifestación del Primero de Mayo daba para un buen número de historias recuperadas y de formas de construcción de Madrid a lo largo del tiempo. La manifestación ha comenzado durante muchos años en Atocha y allí se encuentra la intersección de numerosos cambios de Madrid.

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El Madrid del 1 Mayo

De Atocha parte el Paseo del Prado, uno de los intentos modernizadores de Carlos III al llegar a esta capital a la que llamó sucia, polvorienta y destartalada. Y en el Paseo del Prado se encuentran el Jardín Botánico y el que iba a convertirse en Museo de Ciencias y acabó siendo una de las mejores pinacotecas del mundo.

Pero también, en Atocha, el Hospital de San Carlos, un intento de dotar a la capital de una mínima atención sanitaria decente y la estación de ferrocarril, que constituyó el primer eje de desarrollo económico e industrial de Madrid como una de las cabeceras del cinturón ferroviario que venía de de la estación de Príncipe Pío, donde llegaba el carbón del Norte que permitió que funcionaran las nuevas fábricas y sus máquinas. Una M-30 ferroviaria que pasaba Imperial, Peñuelas, o Delicias.

Neptuno, Cibeles, los grandes bancos y los círculos burgueses de la calle de Alcalá, hasta culminar en la Puerta del Sol, el lugar que nunca está vacío en Madrid, la plaza en la que cualquier piedra levanta conmociones y mueve olas en toda la laguna de España. Ya sea el 2 de Mayo, la proclamación de la República, o el 15-M, que de todo hay. 

La Puerta del Sol, el lugar que nunca está vacío en Madrid, la plaza en la que cualquier piedra levanta conmociones y mueve olas en toda la laguna de España.

El Primero de Mayo se celebró en Madrid en 1890 y aunque anarquistas y socialistas lo celebraron divididos, no faltaron los mítines en el Teatro Rius y las posteriores concentraciones en los Jardines del Buen Retiro y junto al Jardín Botánico. Los anarquistas lo celebraron el jueves día 1 y los socialistas el domingo día 4, pero, como vemos en entornos similares cercanos a Atocha.

Para cuando yo escribí este libro y presenté la primera de sus tres sucesivas ediciones, prologadas por mi compañero Rodolfo Benito, por un excelente periodista como Rodolfo Serrano y por un maestro arquitecto como Eduardo Mangada, el 1º de Mayo había recorrido ya una andadura democrática de más de veinte años.

El Primero de Mayo volvió a celebrarse en Madrid, sin represiones o detenciones preventivas, en 1978. Para que eso pudiera ser así, para que volviera un Primero de Mayo sin palos, sin detenciones, sin saltos y carreras, tuvo que morir un dictador y los trabajadores tuvieron que sufrir golpes mortales como el de Vitoria, o  como el de los Abogados de Atocha.

Fueron, precisamente, el brutal atentado en el despacho laboralista de la calle Atocha y la impresionante manifestación que acompañó el cortejo los hechos determinantes para la legalización del Partido Comunista  en la Semana Santa de ese año y de los sindicatos el 27 de abril.

Sin embargo y pese a todo ello, la manifestación del 1º de Mayo de 1977 no fue autorizada y los botes de humo y los palos policiales volvieron reproducirse por las calles de toda España. Una muestra más del filo de la navaja en la que se desarrolló toda la Transición española.

Este año se cumplen 45 años de aquella manifestación aún prohibida pero convocada por organizaciones sindicales que acababan de iniciar su proceso de legalización. Los tiempos han cambiado mucho. Venimos, además, de una pandemia que ha dificultado las convocatorias de reuniones públicas de todo tipo.

Este año vamos al 1º de Mayo marcados por una crisis provocada por la pandemia y por la guerra. Una crisis global en la que no faltan los efectos del cambio climático y el agotamiento de los recursos naturales del planeta que están produciendo profundos cambios y que amenazan nuestra propia supervivencia en el planeta.

Por eso los sindicatos vuelven al objetivo prioritario, la defensa del empleo. Hemos vivido años de pérdida de puestos de trabajo, hemos salvado muchos empleos gracias a los ERTEs, pero todos somos conscientes de que los cambios y los problemas más importantes están aún por llegar.

Por eso el sindicalismo de clase se prepara para defender los salarios, exigir la contención de los precios y sentar las bases para una convivencia democrática en igualdad y libertad. A fin de cuentas, cambian muchas cosas en el mundo, pero que los precios no se disparen, que los salarios garanticen nuestro bienestar familiar, que nuestros hijos y nosotros mismos podamos ser iguales en la sociedad siguen teniendo el mismo valor e importancia para la clase trabajadora.

Cambian los tiempos, sí, pero cada 1º de Mayo vuelve a sacarnos a la calle para reivindicar todo aquello que las personas debemos defender si queremos vivir con dignidad en un mundo decente.

Primero de Mayo es libertad