sábado. 27.04.2024
Fragmento (Óleo, cortesía de Hans Bächle)
Fragmento (Óleo, cortesía de Hans Bächle)

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Óleo, cortesía de Hans Bächle
Óleo, cortesía de Hans Bächle

Si hay algo que está siendo cuestionado día a día, vigilado, secuestrado, torpedeado, censurado y hasta descalificado como bulo, censurado y muchas cosas más de esa índole, es el pensamiento libre. Solo hay que pensar en Julián Assange y en otros muchos conocidos, como el español Pablo González, para saber que en nuestro tiempo todo lo que no se ajuste al guión oficial de lo que debe ser pensado, se convierte en sospechoso y puesto en cuarentena… o entre rejas. Y es que si algo resulta socialmente indeseable para el poder en cualquiera de sus versiones es la verdad y por ello convierte en indeseables a sus defensores.

No es que esto sea una novedad histórica. Decir la verdad, proclamarla como un bien primordial y atreverse a ejercerla ejemplarmente fue la causa del asesinato horrendo de Jesús de Nazaret y de la condena a muerte a Sócrates y a muchos otros miles de personas en todos los tiempos cuyo amor a la verdad se unía al amor por los semejantes, combinación insoportable al parecer. ¿Para quién?

¿Por qué molesta tanto la verdad? Porque el mundo está en manos de poderes mentirosos y crueles y porque entre nosotros también nos mentimos con facilidad. Si fuéramos capaces de vivir sin mentirnos y sin miedo a la verdad, no habría poder en el mundo capaz de controlarnos. Los sabemos nosotros y lo saben “ellos”, los dueños de los altos sillones.

En nuestro tiempo todo lo que no se ajuste al guión oficial de lo que debe ser pensado, se convierte en sospechoso y puesto en cuarentena… o entre rejas

El hígado del poder es extremadamente sensible a los contra-pensamientos que le impiden la buena digestión de los suyos, y en cuanto alguno penetra en sus circuitos ya sean informativos, políticos, religiosos, sanitarios, intelectuales, económicos u otros, el hígado del poder del circuito correspondiente intenta neutralizar ese estorbo con más o menos crudeza según su grado de peligrosidad para su paz digestiva. Y al ver cómo cada vez se nos dejan escuchar menos voces disonantes, y cómo las que suenan a opuestas son inmediatamente repudiadas o ignoradas por los grandes medios al servicio del hígado de los Grandes Poderes, da igual sean civiles o militares, religiosos o laicos, parece evidente que se nos quiere condicionar para que pensemos lo que debemos pensar y sobre las cosas que debemos pensar y no sobre otras. Pero ¿y si todo eso que se nos quiere eludir o prohibir es lo más interesante, lo más verdadero, liberador y hasta sagrado? Si así fuese, y creo que es así, estaríamos asistiendo a un programa de dominación planificado para condicionar nuestra percepción de la realidad y del mundo y así controlar nuestra vida. Entonces tendríamos que hablar del asalto al último reducto de nuestro yo: nuestra conciencia. ¿Estará ocurriendo tal cosa ahora mismo? De nuevo, creo que sí. Creo que nuestra conciencia está siendo condicionada y asaltada a diario desde las aulas, desde las iglesias y desde los centros de poder judicial, político y mediático.

Entre tanto, uno cualquiera de nosotros en cualquier parte de este Planeta puede vivir su vida en la creencia de que piensa con total libertad, y por tanto puede creer que siente y actúa libremente. Sin embargo todo eso puede ser una ilusión porque, sin ser consciente de tal cosa, puede estar pensando lo que debe pensar y en los términos en que debe hacerlo. Así que ese ciudadano que se cree dueño de su pensamiento, no piensa, sino que es pensado y dirigido según lo que otros – que lo deciden por él- piensan. Esto se aprecia con la claridad del sol, por ejemplo, en los llamados medios de comunicación de masas.

Estaríamos asistiendo a un programa de dominación planificado para condicionar nuestra percepción de la realidad y del mundo y así controlar nuestra vida

En cuanto nos fijamos en los contenidos de los medios dominantes vemos que los mensajes que emiten pueden carecer de rigor intelectual, estético o ético, como es habitual, pero de lo que no carecen es de habilidad -y persistencia- para mentir, distraer e inducir a pensar o a desear aquello que debe ser pensado o deseado por los dueños de esos medios, por sus anunciantes o sus patronos sanitarios o políticos, como pudimos ver con la llamada “Pandemia Covid”, que merece articulo aparte.

El resultado inmediato de la cooperación sin fisuras entre la industria farmacéutica y los gobiernos de todo el Planeta por el control integral de los ciudadanos, es que las cuentas corrientes de los más ricos han aumentado el doble su riquezaen los “dos años Covid” a cuenta de la pandemia-plandemia, que justo en la misma proporción aumentó el número de pobres, y que toda la humanidad ha sido disciplinada como resultado de ese gran experimento existoso del poder mundial por el control de las gentes. Y con ese exitoso control físico, mental y de la salud mundial, el poder político de los ricos no solo terminan de completar el dominio efectivo sobre la colectividad mundial, sino que deja abierta la puerta para cerrar las nuestras cada vez que se lo propongan, como ha sucedido con el Covid. Si los gobiernos decretasen una guerra, por ejemplo, ya les sería mucho más sencillo manejarnos. Les hemos abierto la puerta.

¿Peligra el pensamiento libre?