lunes. 29.04.2024
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Soy la cuarta generación de una familia, que durante más de 85 años ha sido vejada, humillada, “asesinada” que se la ha llevado al silencio, al miedo, a la pobreza, a la desesperación ante la impunidad judicial y la consiguiente “irracional” amnistía del 1977 y lo peor de todo se le ha quitado y se le quiere seguir quitando su memoria y su libertad a poder expresar lo que siente, que unos insensatos e irracionales antidemócratas realizasen un golpe de estado en 1936, después de unas elecciones democráticas que perdieron, y posteriormente provocaron una guerra civil con miles de muertos, “asesinaron” a miles de personas posteriormente una vez acabada esta, y destruyeron una democracia con el fin de mantener sus privilegios y sus estatus económicos. Su objetivo fue no solo destruir la democracia sino instalar una dictadura, que hoy, por desgracia todavía perdura en algunas instituciones y algunos partidos políticos y sus dirigentes que pretenden que sobreviva esta dictadura, pues el objetivo del golpe de estado del 36 tenía 2 objetivos instaurar una dictadura lo más larga que fuera y el genocidio de todos aquellos que pensaban distinto o apoyaron la democracia.

Por eso cuando vemos que, en las comunidades de Castilla y León, Aragón y Comunidad Valenciana, pretenden sustituir la Ley de Memoria Democrática por una Ley de Concordia que pretende reescribir la historia, que pretende blanquear el golpe de estado del 36 y sus consecuencias, negar u ocultar que el golpe de estado fue contra una democracia legalmente constituida y refrendada mayoritariamente por las urnas y que no aceptar que existió una cruel dictadura, tras el golpe.

Ante esta irracional, humillante y carga de rencor que hacen con esta ley, los que pertenecemos a esa cuarta generación, muchos de nosotros pertenecientes a asociaciones de memoria o pertenecientes a asociaciones que lucharon y luchan contra la impunidad de los crímenes y delitos cometidos por el franquismo o que incluso hemos sido víctimas de su represión, de forma cruel e irracional; nos sentimos humillados y lanzamos un fuerte grito de lamento y de impotencia al ver que los partidos de PP y Vox y sus dirigentes no tienen nada de seres humanos, que son personas cargadas de odio, maldad y lo hacen así, porque aunque ellos consideran que “vencieron”, han visto y sienten que perdieron y que no han conseguido eliminar lo que "sus ancestros” empezaron con sus genocidios y humillaciones, quitarnos la libertad de expresión, nuestras ganas de luchar por la igualdad y sobre todo luchar por la verdad, reparación y justicia y no nos vencerán, ni lograran con su ley callarnos porque con nuestra lucha queremos oír y responder los gritos de lamento e impotencia, que todavía hoy, lanzan nuestra tercera generación anterior, es decir, la de nuestros padres y madres a los que se les obligó al silencio, a algunos se les “torturó”, se les humilló e incluso a algunos de ellos y ellas se les asesinó tirándoles vilmente desde la ventana de alguna comisaria tras recibir unas brutales palizas y duchas con agua fría, electrochoques o haciéndoles que no durmiesen durante días y estando desnudos y en condiciones infrahumanas para que así se doblegaran a sus principios y asumieran que la dictadura era su salvación y la democracia la perdición del Estado. Una tercera generación que se le persiguió por expresar su libertad.

Una tercera generación que fue vapuleada, se le quitaron sus derechos y en lo que respecta a la mujer se le comparó con un objeto con el que podían hacer, el patriarcado, lo que quisiera, pues se quitó a la mujer el derecho al voto, se le sometió a una sumisión patriarcal irracional y cruel, se les negó a que pudieran hacer nada, sin el permiso del hombre o marido. Se le volvió a las tareas domésticas como su única salida real, no podían abortar, se debían casar por la iglesia católica, e incluso podían ser “maltratadas” si así lo decidía el hombre y lo peor de todo se le elimino como persona. Una tercera generación en la que también estábamos los jóvenes, esa cuarta generación a las que se nos obligó a procesar una religión, se nos engañó y mintió en la educación, con sus historias falsas, sus héroes que en realidad fueron villanos, genocidas y esclavistas en la época en que vivieron. De ahí que esa tercera generación grito y continua gritando con lamento y contra la impunidad que gozan y gozaran aquellos que pretenden con estas leyes de concordia volver a la España en blanco y negro, a la España franquista, en resumen a una dictadura donde prime la censura, la eliminación de los sindicatos y partidos que no estén con ellos y volver a tener una sola religión la católica que desde hace años in matricula bienes que no son suyos, goza de privilegios que no tenemos el resto de la ciudadanía.

Esa tercera generación pese a todo esto, salió a la calle, pese a la represión siguió luchando y gritando con fuerza contra la impunidad que la derecha tenía. Así esa tercera generación apoyaba, para dar dignidad, a los gritos de lamento e impunidad, que por desgracia pocos quedaban, porque se estaban muriendo, lanzaban los de la segunda generación, la de nuestros abuelos y abuelas que tuvieron que sufrir como que después de ratificar con sus votos la segunda república, de forma legal y libremente, unas élites económicas, ayudadas por una retrograda iglesia católica, militares subversivos, monárquicos irracionales y sobre todo por el fascismo italiano y alemán y el esconder y mirar para otro lado de la comunidad internacional, provocaran un golpe de estado y una cruel guerra civil, en la que nuestros abuelos y abuelas participaron para defender la democracia y los derechos conseguidos.

Pero si eso fuera poco, nuestros abuelos y abuelas, esa segunda generación, tuvo que sufrir tras esa guerra civil irracional, absurda y criminal, una vez acabada una represión “patriotera” que solo pretendía un genocidio de todos aquellos y aquellas que habían defendido la república. Miles de ciudadanos, que incluso no cometieron ningún delito, fueron sometidos a juicios falsos sumarísimos, juicios irracionales y sin defensa. Fueron encarcelados, asesinados y luego sus cuerpos tirados y ocultados en cunetas y fosas. Miles de ciudadanos todavía continúan sin recibir una sepultura digna y sus huesos continúan sin ser localizados ni reconocidos. Miles de ciudadanos y ciudadanas fueron sacados de sus casas a golpes, separados de sus familias, para siempre, los expulsaron de sus tierras y los metieron en campos de concentración, incluso los que pudieron exiliarse. Campos de concentración donde morían como animales, pues como animales les trataban. Miles fueron utilizados como trabajo esclavista y así pudieran redimir penas de delitos que no habían cometido.

Los exiliados, muchos de ellos no tuvieron mejor suerte, puesto que quedaron confinados en campos de concentración franceses, en Oran e incluso alemanes, donde también sus condiciones de hambre, salud y humillación era lo habitual y donde no fueron tratados, nunca como seres humanos, lo que propició que muchos murieran o se suicidaran para poder descansar y en esa segunda generación, la de nuestros abuelas, no fue mejor,, pues aquellas que no fueron fusiladas, fueron vejadas, humilladas, violadas, paseadas por el pueblo con las cabezas rapadas, les hicieron beber cientos y cientos de litros aceite de ricino para aumentar su humillación y lo peor a muchas de ellas les robaron su hijos e hijas, con el beneplácito y participación de la iglesia católica, para dárselos a “ gente pudiente y católica” de derechas.

La segunda generación tuvo que aguantar que la esa derecha con falta de humanidad les tratara como objetos a los que se les podía pisotear y humillar. La segunda generación la de nuestros abuelos y abuelas es una generación que necesita un grito unánime de vedad, justicia y reparación, que estas leyes de concordia no les quiere dar ni reconocer, y por tanto esta generación las otras dos anteriores, se necesita que el grito de lamento e contra la impunidad no se quede solo en eso, en un grito, sino lo que necesitan es que se les devuelva la dignidad que se les quito cruelmente y se les devuelva el reconocerle como un ser humano, se les quite y sean borrados sus juicios sumarísimos y se indemnice a sus familiares y sobre todo que se oiga fuerte como todos aquellos que apoyan con esta ley de concordia, pidan perdón y realicen los homenajes que se merecen y no se les quite sus monumentos que les honra. Por eso esta cuarta generación continuaremos gritando y buscando justicia, pues todavía queda la primera generación la de nuestros bisabuelos y bisabuelas que tuvieron que sufrir viendo como a sus hijos e hijas eran maltratados, humillados y asesinados. Como tuvieron que cuidar de sus nietos, al ser separados de sus padres y como tuvieron que convivir con la hambruna y lo peor con el silencio al no poder hablar y tener que ocultar su libertad por miedo a que su dolor fuera todavía mayor.

Por eso las cuatro generaciones, la nuestra que ya rondamos los 60, la de nuestros padres y madres, la de nuestros abuelos y abuelas y abuelos y la de nuestros bisabuelos y bisabuelas lancemos un grito muy alto, para que el grito de lamento e impotencia de las cuatro generaciones se oiga para acabar con la impunidad que esta derecha retrograda y cruel de PP y Vox, pretende instaurar con sus leyes de concordia, pues estas leyes, estar cargadas de irracionalidad, falta de humanidad y no quiere acabar con el odio y rencor, al revés, pretende ocultar todo lo que se hizo en la dictadura, blanquear el franquismo y hacer que la memoria real y sin mentiras de todo lo que las cuatro generaciones hemos vivido, no sea real, pues se pretende blanquear y ocultar el genocidio, la humillación y lo peor la perdida de derechos y libertades que la dictadura impuso a base de humillaciones, represiones y “asesinatos”.

La memoria es democracia, la ley de concordia es volver a la dictadura, al blanco y negro y lo peor convertir la verdad, justicia y reparación en una humillación y un reírse de aquellos seres humanos vejados, humillados, violados y asesinados solo por defender la república y el estado, legalmente reconocido. De ahí que, por el grito de lamento de todas estas generaciones y el grito contra la impunidad, gritemos no a las leyes de concordia falaces y cargadas de odio y olvido.


Ximo Estal Lizondo | Miembro del Consell Ejecutivo de la Coordinadora de Asociaciones de Memoria del País Valencia y secretario Institucional de la Asociación de Memoria Histórica el Molí de Quart de les Valls (Valencia).

Gritos de lamento e impotencia