sábado. 27.04.2024

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@Montagut5 | Sabino Arana falleció en el año 1903. El PNV vivió, en principio, una época complicada, necesitando consolidar su organización y plantear un programa político único. El problema residía en que en el seno del nacionalismo vasco existía un enfrentamiento entre dos posturas. Por un lado, estaría una posición moderada, en la que destacaría la figura de Ramón de la Sota, y los que defendían las esencias nacionalistas de Sabino Arana, defendiendo que la “deriva españolista” de Arana había sido, en realidad, transitoria, y que el mismo se había arrepentido antes de su muerte. Seguimos, por lo tanto, con la tesis de las dos almas dentro del nacionalismo vasco.

En 1906 se llegó a una fórmula de compromiso a través de un programa basado en trabajar por la restauración de los Fueros. De esa manera, se pudieron conciliar las posturas puramente independentistas con las autonomistas. La reivindicación foral podía ser interpretada desde las dos sensibilidades. Pero, además, el programa podía ser defendido dentro del marco legal del momento. Para ello, al año siguiente se llegó a incluir una especie de cláusula por la que la formación nacionalista se ajustaba al orden imperante. Estos cambios permitieron crecer, aunque con dificultades, ya que, no se tuvieron éxitos electorales en las elecciones generales de forma inmediata.

En septiembre de 1921 se crearía un PNV aberriano, inspirándose en algunas cuestiones del nacionalismo irlandés

Los nacionalistas vascos se caracterizaron por una estrategia lenta pero intensa para ir calando en la comunidad, con un evidente éxito, convirtiéndose en una verdadera seña de identidad de este Partido, ya que consiguió imbricarse en la sociedad vasca de una forma permanente.

En 1904 se creó la Juventud Vasca en Bilbao. Se fueron abriendo centros y publicaciones en las tres capitales vascas. En el año 1911 se creó el sindicato nacionalista y de signo católico, Solidaridad de Obreros Vascos, aunque su crecimiento fue complicado dada la potencia del movimiento obrero socialista, demostrada desde los años noventa del siglo anterior.

En ese mismo año 1911 se consiguieron los primeros éxitos electorales en el ámbito municipal, con elección de concejales. En 1915 el éxito se trasladó a un ámbito institucional mayor, con elección de diputados provinciales.

Desde el punto de vista organizativo el año 1911 sería fundamental, no sólo por lo que hemos visto, sino, sobre todo, por la constitución del Consejo Nacional, o Euzkadi Buru Batzar. En 1913 aparecería el diario nacionalista Euzkadi.

Pero, a pesar del inicial consenso y de los éxitos relatados, las tensiones internas en el seno del nacionalismo vasco no dejaron de existir. En otro artículo hemos visto la creación de una formación nacionalista de signo laico y republicano de la mano de Francisco Ulacia, aunque terminara por fracasar muy pronto. Pero el desafío mayor vendría del ala más radical, de la puramente independentista, que cuestionaba la moderación mayoritaria de la formación. En 1916 el Partido pasó a denominarse Comunión Nacionalista Vasca, con el predominio de figuras como Engracio Aranzadi y Luis Elizalde. Y en este contexto se expulsó al hermano del fundador, Luis Arana, que consideraba que se estaban traicionado las ideas de Sabino Arana, aunque, en realidad, el conflicto sería menos ideológico y más vinculado a las formas autoritarias de Luis Arana y a la mala gestión económica realizada.

En todo caso, la crisis pudo ser superada y el nacionalismo vasco siguió asentándose, logrando un gran predominio en Vizcaya. Entre 1917 y 1919 se emprendió una campaña política por la autonomía vasca. En la Diputación vizcaína se alcanzó la mayoría, liderada por Ramón de la Sota, que pasó a ser su presidente. En 1918 el nacionalismo vasco entró en las Cortes con siete diputados, también liderados por De la Sota. Se había logrado una mayoría en Vizcaya muy estable, aunque Bilbao se resistía. El éxito electoral, unido a la evidente moderación alcanzada con la Comunión, dio autoridad moral al nacionalismo vasco en su campaña por la autonomía, sin cuestionar la unidad de España.

Pero el sistema político español estaba en descomposición y, a pesar de la evidente moderación del nacionalismo vasco nada se consiguió. La campaña por la autonomía terminó en 1919. El sistema no estaba por la labor de aceptar autonomías de ningún tipo, ni en Cataluña ni en el País Vasco, a lo sumo el modelo limitado de las mancomunidades. 

El fracaso del proyecto moderado autonomista, junto con otros factores, como los ataques de los partidos dinásticos y de los socialistas, así como una evidente persecución gubernativa y judicial contra los nacionalistas vascos tuvo graves consecuencias. Los siguientes procesos electorales se saldaron con fracasos, y hasta se perdió la mayoría en la Diputación de Vizcaya. Así pues, el sector radical, antes adormecido por los éxitos alcanzados por la mayoría moderada, volvió a presentar batalla. En 1921 se produjo una escisión importante, creándose una nueva formación nacionalista y radical. El conflicto surgió a raíz de la contestación de las juventudes nacionalistas a la decisión del Consejo Nacional de no aceptar el separatismo. El semanario de la juventud bilbaína, Aberri y un grupo de nacionalistas, entre los que destacaba Elias Gallastegui, serían expulsados. En septiembre de 1921 se crearía un PNV aberriano, inspirándose en algunas cuestiones del nacionalismo irlandés, tan potente en esa época. La nueva formación dio protagonismo a la mujer, y comenzó a entablar relaciones con los nacionalismos catalán y gallego. Curiosamente, unos pocos días antes del golpe de Primo de Rivera, se firmaría entre los independentistas de las tres regiones el conocido como Pacto de la Triple Alianza.

Nos ha ayudado mucho en la redacción de este artículo el trabajo de Santiago de Pablo, La evolución del nacionalismo vasco (1876-1978), que podemos consultar en la red en OpenEdition. Books.

El PNV desde la muerte de Sabino Arana hasta la dictadura de Primo de Rivera