domingo. 28.04.2024
 

@Montagut | Existen hoy distintos diccionarios de Masonería en casi todos los idiomas, incluido el castellano, pero existe también una historia previa sobre esta cuestión, a la que queremos aludir de forma breve en esta pieza, y gracias, precisamente, a una obra fundamental del siglo XIX, el Diccionario enciclopédico de la masonería con un suplemento, seguido de la historia general de la Orden Masónica desde los tiempos más remotos hasta la época actual [Texto impreso]: obra especial y única en su género para el conocimiento de los orígenes, naturaleza, símbolos, prácticas y fines de la masonería ... completado con un taller general de la francmasonería ..., escrito y ordenado por Lorenzo Frau Abrines; y publicado bajo de dirección de Rosendo Arderiu, en La Habana en 1883, y que como afirmamos es de obligada consulta por su inmensa erudición.

Pues bien, en la voz “Diccionario”, al definirlo como libro en forma de catálogo que contendría por orden alfabético todas las “dicciones de una o mas lenguas de las pertenencias á alguna facultad ó materia determinad, explicadas regular y metódicamente en el mismo idioma”, se deducía la importancia que tendrían este tipo de libros para el conocimiento y consulta de todo saber humano. Y de ahí, se llegaba a la conclusión de la necesidad de que existiese uno específico para la masonería, aunque esto, según nuestra fuente, no se había podido lograr hasta el momento, aunque había habido proyectos.

En la obra se insertarían detalles de la Orden, símbolos, grados, usos y noticias de sociedades secretas

Así parece, porque desde principios del siglo XIX habría habido masones que hicieron ver la conveniencia de que se llevase a la práctica esta idea. Así en octubre de 1818 el Diario General de los Países Bajos publicaba que unos libreros berlineses, los hermanos Gadike, anunciaban la edición de un Diccionario de Francmasonería, aunque según los autores de nuestra fuente creían que era mejor que se denominase como enciclopedia masónica. El anuncio informaba que en la obra se insertarían detalles de la Orden, símbolos, grados, usos y noticias de sociedades secretas. Al parecer, generó interés porque la publicación Hermes de París, al año siguiente, se refirió a esta promesa de publicación como una “empresa colosal” como una noticia fabulosa para los masones, siempre y cuando el anuncio fuera verdad y no una broma pesada o una compilación fruto de la “ignorancia temeraria”. Pero esa obra nunca se publicó.

El intento más serio había sido “A Cyclopedia of Frecmasonry”, editada por Robert Macoy (Grado 33), en New York, en 1867

Los autores de nuestra fuente se lamentaban que lo que se había hecho hasta entonces no habían sido más que tentativas deficientes, como algunos vocabularios, pero que no tenían categoría de diccionarios. Así pues, los deseos de la Masonería no se habían cubierto.

Robert Macoy

El intento más serio había sido A Cyclopedia of Frecmasonry, editada por Robert Macoy (Grado 33), en New York, en 1867, pero que solamente contaba con 340 páginas. Por nuestra parte, diremos que Macoy fue, efectivamente, un destacado masón en Estados Unidos con altísimas responsabilidades en la Orden desde Washington. Pero, además, hizo mucho por la misma desde sus escritos, fundando revistas y autor de muchos libros. Nuestros autores aluden a la obra de 1867, pero sabemos que en 1874, aunque podría ser una nueva edición, sacó una Enciclopedia Masónica. Pero esa no fue más que una de las muchas que editó en vida. En castellano podemos acercarnos a El Manual Masónico, que Masónica publicó en 2017. Macoy fue un rigorista, es decir, no fue amigo de innovaciones improvisadas en los ritos y ceremonias.

Al final, nuestros autores consideraban que el verdadero Gran Diccionario era el suyo, siendo el primero que se había publicado “digo del nombre” que llevaba, pero, es evidente que, sin negar la ingente obra, eso era una opinión de los mismos autores.

A la búsqueda de un diccionario de masonería en el XIX