lunes. 29.04.2024

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La etapa progresista persiste, con un peso significativo de las fuerzas del cambio de progreso, tal como he explicado en el reciente libro Izquierda transformadora. El ciclo institucional democratizador e igualitario no se ha cerrado. De hecho ha habido un acuerdo mayoritario en el Parlamento en torno a los dos grandes procesos de reformas pendientes: La social, con la aprobación de los dos decretos anticrisis, y la territorial, con la ley de amnistía y el intento de regulación del conflicto en Cataluña. Muchos análisis tienen un carácter ‘performativo’, es decir, que lo que se quiere comunicar es la imposibilidad operativa de determinada estrategia política, con la justificación de un diagnóstico interesado y consolidar la resignación. 

En este caso, la tesis conformista es que han terminado las condiciones para profundizar en una política de progreso, para nuevas reformas progresistas, y solo cabe un continuismo de las medidas de la legislatura anterior y evitar la involución regresiva y autoritaria de las derechas. Así, éstas, con su poderoso aparato mediático intentan descalificar al Gobierno de coalición y sus principales medidas, incluso con el argumento deslegitimador de la prioridad en el acceso gubernamental de la lista más votada, que ha sido la del PP, desconsiderando que lo avala la mayoría parlamentaria. Por otra parte, desde ciertos ámbitos progresistas se mantiene la idea continuista de que las derechas son mayoritarias respecto de las izquierdas, metiendo entre las primeras a Junts, PNV y CC, y solo caben algunas reformas en el plano territorial pero ninguna relevante en el plano social. 

La tesis conformista es que han terminado las condiciones para profundizar en una política de progreso, para nuevas reformas progresistas

Las reformas socioeconómicas y fiscales más sustanciales van a ser difíciles (también por la falta de voluntad socialista), pero hay margen para conseguirlas, especialmente, si hay una presión social y cívica, y la derecha vasca y catalana deben hacer concesiones ante la presión de sus izquierdas, particularmente en este momento de sus elecciones autonómicas. 

Ya he mencionado los dos decretos anticrisis, como medidas positivas, está pendiente la negociación sobre los subsidios de desempleo y, sobre todo, los presupuestos generales. Los márgenes institucionales son estrechos, pero veremos. Por tanto, sí es posible implementar medidas sociales igualitarias y de progreso, aunque limitadas por ese tipo de mayoría parlamentaria necesaria y un ambiente social poco activo, así como en el ámbito democrático y territorial. 

Existen riesgos para unas elecciones anticipadas, derivados de los intereses corporativos de dos actores, y dando por supuesto que las derechas no pueden ofrecer una mayoría alternativa. Para Junts, lo fundamental es el control del Govern en las elecciones catalanas de primeros de 2025, probablemente adelantadas al otoño, y el avance en su agenda nacionalista. Para el PSOE, si consigue neutralizar el riesgo de victoria de las derechas y es capaz de ensanchar su electorado a costa de Sumar (y algo a los nacionalistas), puede inclinarse a una convocatoria anticipada para conseguir más autonomía en la gestión de su inicial proyecto continuista y moderado. O sea, el PSOE está interesado en contener y subordinar a Sumar, así como marginar a Podemos, y aumentar su primacía gubernamental y de reformas políticas, precisamente sin tanta presión por el cambio social, territorial y democrático que le plantea la izquierda transformadora y los sectores nacionalistas.

La estrategia alternativa y sus dificultades

La estrategia de Sumar, no solo de Movimiento Sumar, sino de todo el conglomerado que forma parte de esa alianza parlamentaria, debería consistir en fortalecer su credibilidad transformadora, su utilidad real para mejorar las condiciones de vida y los derechos sociales de la mayoría popular, así como reforzar su espacio político-electoral. Por una parte fortaleciendo su arraigo territorial, problema endémico en Podemos y, ahora, en la incipiente vertebración de Movimiento Sumar; y, por otra parte, liderando la colaboración del conjunto del espacio alternativo (incluido Podemos) para condicionar al Partido Socialista en un proceso más contundente de avances en esas tres ámbitos fundamentales: el social (incluido el feminismo y el medioambiental); el territorial con una perspectiva federal y de pactos con el nacionalismo de izquierdas, y el democrático-participativo. 

Se trata de una política doble de consolidar el llamado bloque democrático y plurinacional, con mayor peso de su izquierda frente al hegemonismo continuista del PSOE

Por tanto, se trata de una política doble de consolidar el llamado bloque democrático y plurinacional, con mayor peso de su izquierda frente al hegemonismo continuista del Partido Socialista, que tiene dificultades para la geometría variable, vía PNV/CC/Junts, que no es suficiente, o con pactos con la derecha que ésta desecha por su estrategia global de acabar con el sanchismo. 

Para ello es contraproducente la estrategia insuficientemente inclusiva de la dirección de Sumar, con la marginación de Podemos y la infravaloración de la dimensión de su base social. Sería imprescindible una estrategia unitaria de colaboración y acuerdo político básico, con regulación de la pluralidad real, y en la perspectiva de una alianza, al menos electoral, a medio plazo. Por tanto, habría que desechar la estrategia divisionista de su aislamiento y marginación y evitar el ascenso del sectarismo mutuo, con consecuencias de desgaste para ambas fuerzas y beneficio relativo para el PSOE (y los nacionalistas de izquierda… y la abstención), y en último término, con desventajas para el conjunto progresista frente a las derechas. 

El liderazgo de Yolanda Díaz, con gran prestigio público, se confirma tras la dimisión de Pablo Iglesias, con un doble objetivo complementario: revertir el declive electoral de Unidas Podemos, ya muy evidente en 2019 y solo compensado por el acceso al Gobierno de coalición y su gestión, y unir y ensanchar el espacio político del cambio de progreso. Pero, enseguida, en la configuración del Movimiento Sumar aparece otra estrategia de su nueva dirigencia que considera más adecuada para esa finalidad: la reorientación política de mayor moderación y afinidad con el PSOE, y la sustitución del liderazgo anterior en este espacio alternativo. Así, desde el otoño de 2021 -acto de Valencia- se abre una pugna por la primacía dirigente, que con el pleno apoyo gubernamental y mediático, va ganando Yolanda Díaz y su equipo. 

En el doble proceso de la formación de Sumar, de escucha ciudadana y de legitimación y refuerzo de su autonomía y su nuevo liderazgo respecto de Unidas Podemos, se muestra la incapacidad o falta de voluntad para articular un procedimiento democrático o una articulación de la representatividad de cada corriente interna, con una orientación política consensuada. Se impone el objetivo imperioso del desplazamiento del anterior núcleo dirigente, con una dinámica competitiva a nivel interno, al mismo tiempo que con un discurso externo más amable y una gestión institucional más posibilista o acomodaticia a la preponderancia socialista; su valoración es que Podemos resta más que suma y su papel debe reducirse al mínimo, recogiendo o trasvasando parte de su base social y de su militancia. Se cierra el diálogo interno y se abre la confrontación, en clara contraposición con la integración y la suma de todos en la pluralidad, así como con la oferta dialogadora y el mecanismo de la negociación en otros ámbitos políticos. El resultado es una lucha fratricida penosa que retrata la débil capacidad articuladora de esta representación de la nueva política. 

La dirigencia de Sumar infravalora la articulación de una estrategia transformadora consensuada, con respeto y reconocimiento de todo el pluralismo existente

Respeto al pluralismo y colaboración

Se forma un marco orgánico y discursivo, dominante en los medios, poco respetuoso con el reconocimiento del pluralismo, debido a la prioridad política y orgánica por la sustitución de Podemos como fuerza dirigente y la articulación de una nueva primacía organizativa de la mano de Sumar. Se justifica por el supuesto impacto positivo superior de una política más moderada, posibilista y colaboradora con el Partido Socialista; es decir, de negociación y diálogo, expresado como nueva seña de identidad, y no de confrontación con los poderosos y ‘ruido’ por las discrepancias gubernamentales que se le achaca a Podemos, con un perfil más transformador y crítico. Tratan de priorizar el aislamiento del supuesto izquierdismo de la cúpula morada y sus errores estratégicos, haciendo recaer en ellos los motivos del (sobredimensionado) declive representativo en el 28M. 

Quedan en un segundo plano los rasgos comunes como el aceptado y compartido apoyo a la investidura de Sánchez y el nuevo Gobierno de coalición, liderado por el Partido Socialista, y la articulación de un bloque democrático y plurinacional, tal como se expresa en la mayoría parlamentaria progresista. 

Se basa en el fundamento, insistente en el ámbito mediático y en la justificación de los representantes de Sumar, de que es prioritaria esa estrategia moderada para ensanchar el electorado y poder hacer una política útil de reformas progresistas, y ello es incompatible con la participación significativa de Podemos, su dirigencia y una base social (que se aventura irrelevante) a los que hay que dejar en una posición inoperativa y marginal. Se afianza un enfoque antipluralista.

Por tanto, la dirigencia de Sumar infravalora la articulación de una estrategia transformadora consensuada, con respeto y reconocimiento de todo el pluralismo existente, que permitiera concitar una mayor credibilidad transformadora y una capacidad democrática de convivencia y representación conjunta.  

Se utilizan pretextos como la apuesta por un movimiento ciudadano, al margen de los partidos políticos, junto con el hiperliderazgo de Yolanda Díaz, como máxima dirigente gubernamental y con gran apoyo mediático y político, para no arbitrar una negociación y un sistema abierto y colaborativo de deliberación y decisión (primarias, órganos representativos y de coordinación…). 

Sumar no ha cumplido sus expectativas de ensanchamiento electoral y de capacidad de unificar el conjunto del espacio

Sólo, ante el vértigo de la pérdida de la mayoría parlamentaria de las fuerzas de progreso en el 23J, incluso a instancias del propio Partido Socialista que ve peligrar la continuidad de un Gobierno de coalición progresista, así como por el descenso de las expectativas electorales de todo el conglomerado alternativo, la dirigencia de Sumar admite la unidad electoral con Podemos. Éste exige un respeto a su representatividad y su perfil político autónomo, aunque se le imponen unas condiciones leoninas, reforzadas más tarde en la conformación del grupo parlamentario. 

Por tanto, Sumar no ha cumplido sus expectativas de ensanchamiento electoral y de capacidad de unificar el conjunto del espacio: ha mejorado la integración de una parte que estaba fuera de Unidas Podemos, básicamente las formaciones del acuerdo del Turia (Más Madrid/Más País, Compromís, Chunta Aragonesista, MES de Illes y Dragó canario), pero ha favorecido la separación de Podemos, que era la fuerza organizada principal y no reconocida de todo el conglomerado. Lo que sí ha conseguido Sumar es sustituir la primacía del liderazgo del conjunto de la alianza e imprimir un discurso más amable -salvo con su izquierda-, pero sin evitar el declive representativo de la izquierda transformadora, a tenor de los resultados del 23J y las posteriores encuestas.

En definitiva, contando con la previsible competencia y reconfiguración representativa en las elecciones europeas, está pendiente un doble proceso con mutua interacción: el impulso de una dinámica transformadora creíble, en el marco de un acuerdo global de progreso del bloque democrático y plurinacional, y la articulación en la izquierda transformadora de mecanismos unitarios con respeto al pluralismo existente y procedimientos democráticos, en la perspectiva de avanzar en un amplio frente alternativo. 

Empuje reformador y unitario