viernes. 29.03.2024

Sin duda los momentos difíciles son los que ponen a prueba a las personas, las empresas y los países. Navegar con el viento a favor suele ser tarea sencilla. La experiencia y la pericia se demuestran cuando los vientos no nos son favorables.

Rendirse ante la adversidad no es una opción. Después de casi tres meses de confinamiento y empezando una cierta vuelta a la normalidad las empresas familiares españolas toman la iniciativa y aúnan esfuerzos e ilusiones para reabrir sus puertas, recuperar el empleo y el tiempo perdido, volviendo a poner en marcha a un colectivo que supone el noventa por ciento del tejido productivo de España.

Para ello, entre otras medidas, han impulsado el movimiento “Damos la cara”, que quiere demostrar su voluntad cooperativa y solidaria para recuperar los millones de empleos que se han quedado paralizados durante la crisis. Los grandes sectores productivos de nuestro país, la industria, la construcción, el turismo, así como una parte importante de la educación, la sanidad y los servicios sociales necesitan de la colaboración y el impulso conjunto del sector público y el sector privado para retomar la senda de crecimiento económico que la pandemia mundial ha revertido hacia una importante recesión.

No será fácil la salida pero las iniciativas concretas que demuestran que la recuperación es posible ya existen. Manteniendo la prevención y el distanciamiento social imprescindibles, una vez abiertas las fronteras en los próximos meses, el flujo de importaciones y exportaciones deberá ir recuperando las cifras del periodo anterior al mes de marzo de este año cuando se decretó el estado de alarma.

A la par de un movimiento ciudadano y social potente de solidaridad con los más necesitados por la pérdida de empleo y de ingresos, las empresas familiares con la visión a largo plazo que les es característico han redoblado los esfuerzos por cuidar al máximo los recursos disponibles, atender el entorno y mantener las cualidades y virtudes dedicadas a generar valor y riqueza para las personas que las protagonizan y de la sociedad que las acoge. Impulsar el carácter emprendedor, las iniciativas de formación y creación de nuevas empresas es uno de los retos a medio y largo plazo que abordan las empresas de Damos la cara.

La empresa familiar aporta el 57,1% del Producto Interior Bruto español, así como el 67% del empleo privado, garantizando un nivel de longevidad media de 33 años, muy por encima de las empresas no familiares que alcanzan una media de 12 años. Las empresas deben ser fuertes y solventes, contar con recursos propios y reservas propias, que se han ido consolidando con los resultados positivos de los años de crecimiento económico, de modo que sean capaz de aguantar los malos momentos que inevitablemente se producen en el devenir de las sociedades y los países.

Si algo demuestra la historia política y económica de cualquier país es que el crecimiento económico no es lineal ni siempre creciente. Los ciclos económicos vienen motivados por acontecimientos como los que hemos vivido estos meses que rompen con fuerza las tendencias anteriores e inundan de incertidumbre el futuro y la posible recuperación económica. Por eso las empresas familiares, que priman la consistencia y pervivencia de la empresa por encima de otros criterios como el reparto de dividendos tienen más posibilidades de supervivencia y resistencia a las crisis económicas.

Iniciativas que se están impulsando como la atención al comercio de proximidad, la colaboración entre las empresas del sector y la puesta en común de nuevos proyectos para animar la actividad productiva y social son importantes pasos adelante en los que la empresa familiar se está volcando en estos momentos difíciles, que toda seguridad remontaremos.

Damos la cara