POLÍTICA FORESTAL

Un nuevo incendio en la Sierra de Gredos

Foto: Telemadrid

Tuve la enorme suerte de haber descubierto Santa Cruz del Valle, un pequeño y precioso pueblo en la ladera sur de la Sierra de Gredos, bajo el Puerto de El Pico. Fue en enero de 1978. He disfrutado muchas vacaciones y fines de semana a lo largo de estos 44 años. 

Pero también he vivido, a veces muy muy cerca, enormes incendios; el último de los cuales estos mismos días.

Ha sido raro el verano en que no ha habido un incendio afectando a localidades como Pedro Bernardo, Candeleda, Lanzahita, Arenas de San Pedro, Mombeltran, Guisando, El Arenal, San Esteban del Valle y el propio Santa Cruz del Valle. 

En Santa Cruz se han sucedido periódicamente catastróficos incendios. El primero que yo conocí, se llevó por delante toda la ladera de “El Madroñal” y cada 8 o 10 años se producía un nuevo incendio de grandes dimensiones. Cuando pasados unos años ya se estaban recuperando o paliando los efectos de uno, nuevamente tenía lugar otro. Todo ello sin hablar de los pequeños incendios muy localizados y fácilmente controlados, que se suceden casi todos los veranos.

Seguramente el conjunto de los gastos derivados de los incendios, si se destinaran a políticas activas de prevención año tras año, serían rentables económicamente, ecológicamente y en creación y mantenimiento de empleo

En dos de los grandes incendios de los años 80, cuando yo era joven y fuerte, acudí a tareas voluntarias de extinción armado con una vulgar azada de mi jardín. Mi presencia y la de otros vecinos del pueblo sirvió de muy poco. Pasé bastante miedo, un calor horrible y me empaparon los hidroaviones. 

Treinta años despues ha sido mi hijo Javier el que ha acudido como voluntario en dos ocasiones, volviendo agotado, con raspones en los pies y la sensación de que solo los profesionales podían ser realmente eficaces. Mi nuera y mi nieta han ayudado en tareas de logística, no siempre bien organizadas.

Cada vez que se desataba un gran fuego se repetían las advertencias y sobre todo las buenas intenciones

Que los bosques, ya sin cabras y sin pastores, estaban cada días más recubiertos de maleza seca; que los hombres conocedores del monte y de como moverse para atajar el fuego o habían muerto o eran ya muy mayores para acudir a labores de extinción; que el paulatino abandono de las tareas de recogida de resina habían dejado las carreteras forestales intransitables; que la tala de arboles dejaban in situ secándose las ramas que no se podían transportarse en camiones; que cada día había más gente haciendo barbacoas….

 Y se repetían los propósitos para evitar futuros incendios.

Repoblar los bosques con especies menos peligrosas que los pinos que tan fácil y rápido arden; que se limpiarían los caminos forestales; que se destinaria más personal para vigilancia y prevención de los incendios, máxime con los altos niveles de paro en la comarca; que se sancionaría duramente a quienes usaban maquinaria peligrosa o que encendían barbacoas; que se trazarían frecuentes cortafuegos anchos y largos y se mantendrían limpios; que a quienes se les descubra como provocadores de los incendios tendrían severas penas….

Lo cierto es que los pinos, que crecen muy rápido y son un buen negocio para empresas compradoras y ayuntamientos vendedores, volvían a repoblar los espacios quemados. No se contrataba suficiente personal. No se limpiaban y arreglaban los caminos. Tampoco tenemos noticias de ingreso en prisión de culpables de los incendios. Y de esta manera vuelta a empezar con el ciclo de los incendios.

Durante el actual incendio de Santa Cruz y Pedro Bernardo, han intervenido mas de 30 aparatos aéreos, entre hidroaviones y helicópteros, funcionando desde las 8 de la mañana a las 21 de la noche y sin interrupción; más de 300 profesionales expertos en la lucha contra incendios; numerosos vehículos adecuados para intervenir frente a las llamas; por supuesto y afortunadamente la UME, una de las iniciativas mas acertadas del primer gobierno de Rodríguez Zapatero; además de grupos de voluntarios en tareas de apoyo.

Que yo sepa no se suelen hacer públicos los gastos realizados por las diversas administraciones públicas, en las tareas de reducir y apagar incendios tan aparatosos como el de Santa Cruz. Ni tampoco se informa de los costes producidos por la destrucción de masa forestal y de su rehabilitación y recuperación. Sin duda son bastantes millones de euros al año. 

Todo ello por no hablar de los destrozos en granjas, locales, viviendas e innumerables animales, domésticos y en libertad.

Seguramente el conjunto de los gastos derivados de los incendios, si se destinaran a políticas activas de prevención año tras año, serían rentables económicamente, ecológicamente y en creación y mantenimiento de empleo.

El que las competencias en estas materias estén transferidas a las Comunidades Autónomas y en menor medida a las Corporaciones Locales, limitan la actuación de la Administración General del Estado a prácticamente ordenar la presencia de la UME y poco más. Y eso se ha demostrado a lo largo de las últimas décadas como un desastre

Este funcionamiento del Estado de las autonomías que ha ido derivando en crecientes situaciones de descoordinación, de duplicación o no optimización de gastos, debería dar paso de forma urgente a instrumentos de coordinación normativa y de recursos materiales y humanos. De lo contrario seguiremos sufriendo con frecuencia terribles incendios. 

El incendio de Gredos sin duda se apagará, pero si no se cambia de política forestal se repetirá en pocos años.