viernes. 29.03.2024
Incendio_Santa_Cruz_del_Valle
Foto: Telemadrid

Tuve la enorme suerte de haber descubierto Santa Cruz del Valle, un pequeño y precioso pueblo en la ladera sur de la Sierra de Gredos, bajo el Puerto de El Pico. Fue en enero de 1978. He disfrutado muchas vacaciones y fines de semana a lo largo de estos 44 años. 

Pero también he vivido, a veces muy muy cerca, enormes incendios; el último de los cuales estos mismos días.

Ha sido raro el verano en que no ha habido un incendio afectando a localidades como Pedro Bernardo, Candeleda, Lanzahita, Arenas de San Pedro, Mombeltran, Guisando, El Arenal, San Esteban del Valle y el propio Santa Cruz del Valle. 

En Santa Cruz se han sucedido periódicamente catastróficos incendios. El primero que yo conocí, se llevó por delante toda la ladera de “El Madroñal” y cada 8 o 10 años se producía un nuevo incendio de grandes dimensiones. Cuando pasados unos años ya se estaban recuperando o paliando los efectos de uno, nuevamente tenía lugar otro. Todo ello sin hablar de los pequeños incendios muy localizados y fácilmente controlados, que se suceden casi todos los veranos.

Seguramente el conjunto de los gastos derivados de los incendios, si se destinaran a políticas activas de prevención año tras año, serían rentables económicamente, ecológicamente y en creación y mantenimiento de empleo

En dos de los grandes incendios de los años 80, cuando yo era joven y fuerte, acudí a tareas voluntarias de extinción armado con una vulgar azada de mi jardín. Mi presencia y la de otros vecinos del pueblo sirvió de muy poco. Pasé bastante miedo, un calor horrible y me empaparon los hidroaviones. 

Treinta años despues ha sido mi hijo Javier el que ha acudido como voluntario en dos ocasiones, volviendo agotado, con raspones en los pies y la sensación de que solo los profesionales podían ser realmente eficaces. Mi nuera y mi nieta han ayudado en tareas de logística, no siempre bien organizadas.

Cada vez que se desataba un gran fuego se repetían las advertencias y sobre todo las buenas intenciones

Que los bosques, ya sin cabras y sin pastores, estaban cada días más recubiertos de maleza seca; que los hombres conocedores del monte y de como moverse para atajar el fuego o habían muerto o eran ya muy mayores para acudir a labores de extinción; que el paulatino abandono de las tareas de recogida de resina habían dejado las carreteras forestales intransitables; que la tala de arboles dejaban in situ secándose las ramas que no se podían transportarse en camiones; que cada día había más gente haciendo barbacoas….

 Y se repetían los propósitos para evitar futuros incendios.

Repoblar los bosques con especies menos peligrosas que los pinos que tan fácil y rápido arden; que se limpiarían los caminos forestales; que se destinaria más personal para vigilancia y prevención de los incendios, máxime con los altos niveles de paro en la comarca; que se sancionaría duramente a quienes usaban maquinaria peligrosa o que encendían barbacoas; que se trazarían frecuentes cortafuegos anchos y largos y se mantendrían limpios; que a quienes se les descubra como provocadores de los incendios tendrían severas penas….

Lo cierto es que los pinos, que crecen muy rápido y son un buen negocio para empresas compradoras y ayuntamientos vendedores, volvían a repoblar los espacios quemados. No se contrataba suficiente personal. No se limpiaban y arreglaban los caminos. Tampoco tenemos noticias de ingreso en prisión de culpables de los incendios. Y de esta manera vuelta a empezar con el ciclo de los incendios.

Durante el actual incendio de Santa Cruz y Pedro Bernardo, han intervenido mas de 30 aparatos aéreos, entre hidroaviones y helicópteros, funcionando desde las 8 de la mañana a las 21 de la noche y sin interrupción; más de 300 profesionales expertos en la lucha contra incendios; numerosos vehículos adecuados para intervenir frente a las llamas; por supuesto y afortunadamente la UME, una de las iniciativas mas acertadas del primer gobierno de Rodríguez Zapatero; además de grupos de voluntarios en tareas de apoyo.

Que yo sepa no se suelen hacer públicos los gastos realizados por las diversas administraciones públicas, en las tareas de reducir y apagar incendios tan aparatosos como el de Santa Cruz. Ni tampoco se informa de los costes producidos por la destrucción de masa forestal y de su rehabilitación y recuperación. Sin duda son bastantes millones de euros al año. 

Todo ello por no hablar de los destrozos en granjas, locales, viviendas e innumerables animales, domésticos y en libertad.

Seguramente el conjunto de los gastos derivados de los incendios, si se destinaran a políticas activas de prevención año tras año, serían rentables económicamente, ecológicamente y en creación y mantenimiento de empleo.

El que las competencias en estas materias estén transferidas a las Comunidades Autónomas y en menor medida a las Corporaciones Locales, limitan la actuación de la Administración General del Estado a prácticamente ordenar la presencia de la UME y poco más. Y eso se ha demostrado a lo largo de las últimas décadas como un desastre

Este funcionamiento del Estado de las autonomías que ha ido derivando en crecientes situaciones de descoordinación, de duplicación o no optimización de gastos, debería dar paso de forma urgente a instrumentos de coordinación normativa y de recursos materiales y humanos. De lo contrario seguiremos sufriendo con frecuencia terribles incendios. 

El incendio de Gredos sin duda se apagará, pero si no se cambia de política forestal se repetirá en pocos años.

Un nuevo incendio en la Sierra de Gredos