viernes. 26.04.2024
Incendio en Piloña (Asturias). Foto de Luis Sevilla.

Ecologistas en Acción ha valorado la grave oleada de incendios que se están produciendo en Asturias y considera que se están dando respuestas muy diferentes al problema dependiendo de a quién se pregunte.

 Los servicios de extinción de incendios se quejan de que no tienen medios suficientes, los ingenieros forestales opinan que no se están limpiando los montes, los ganaderos creen que es debido a que hay mucha maleza porque ya no les están permitidas las quemas tradicionales, los políticos miran para otro lado si nadie les obliga a pronunciarse, y de tener que hacerlo hacen uso del cinismo tirando balones fuera.

Una peculiaridad de estos incendios es que prácticamente no ocurren en verano como es habitual en otras regiones, sino que tienen lugar en marzo-abril y septiembre -octubre, concentrados en los fines de semana. El tipo de superficie quemada es mayoritariamente de matorral (84 %) aunque se observa una tendencia creciente a la quema de superficie arbolada. Los incendios recurrentes provocan la pérdida de suelo y de productividad.

Otra peculiaridad de estos incendios es su intencionalidad. La mano del hombre está detrás de la práctica totalidad de ellos, bien por negligencia, o con la intención de ampliar los pastos (esto último supone más del 80 % de los casos).

El Principado de Asturias en 2017 eliminó la prohibición del pastoreo en las zonas quemadas,los denominados acotamientos, por lo que desde entonces se puede aprovechar el terreno ganado con el fuego. Los acotamientos son una herramienta de gestión imprescindible para recuperar y regenerar las áreas afectadas por los incendios, así como para desmotivar el uso del fuego. Para complicar más el panorama, suelen quemar a horas intempestivas y en muchas ocasiones todos al mismo tiempo para que los servicios de extinción no tengan capacidad suficiente y se queme más superficie. El cambio climático está generando mayores periodos de sequía lo que empeora aún más la situación.

Alguna vez se va de las manos, como es el caso actual, ya que se esperaban unas lluvias que no llegaron, y en su lugar el viento sur extendió la mecha sin control. Una primera estimación de los daños del incendio calcula solo en Valdés 14.000 hectáreas quemadas, pero las observaciones de satélite hacen temer que se pueda triplicar esta cifra en la totalidad del territorio. No hay que olvidar que en Asturias se registran con cierta frecuencia más de cien incendios simultáneos y que este tipo de catástrofes se repiten periódicamente.

Así, todos los años. Unos 1.000 o 2.000 incendios forestales, que queman entre 100 y 200 millones de metros cuadrados de monte cada año (10.000 o 20.000 Has), con toda su vida asociada. No suele haber condenas para quienes por negligencia o intencionadamente producen los incendios, aunque es un delito tipificado en el código penal.
Las quemas son un uso ancestral en el norte de la península ibérica. El fuego ha sido un elemento clave en la configuración de los paisajes culturales de la región .Sin embargo, con una cabaña ganadera dominada casi exclusivamente por vacas, este sistema ha dejado de ser adecuado para aumentar la rentabilidad ganadera, dando el resultado paradójico de que el fuego genera más matorral, siendo contraproducente para aumentar la productividad de los pastos.

Los medios de comunicación tampoco ayudan a mejorar el panorama, siendo muchas veces el medio por el que políticos populistas tergiversan el problema, intentan minimizarlo, taparlo e ignorar los grandes daños medioambientales y climáticos que eso supone. La mayoría de las veces la culpa es del propio bosque por estar sucio, la meteorología adversa, o ”terroristas” cuando no tienen más remedio que admitir que la mano del hombre está detrás de esta barbarie.

¿Qué se puede hacer?

Habría que eliminar incentivos perversos, como el que se calcule la ayuda de la PAC en función de la superficie de pasto de montaña que mantiene cada ganadero, para que estas ayudas no se cobren si son resultado de incendios. Los cambios legislativos en política forestal y de desarrollo rural (por ejemplo, restituir los acotamientos) podrían contribuir a la conservación medioambiental. Campañas de educación ambiental para que las próximas generaciones sean conscientes de que el monte produce bienes públicos que pertenecen a la colectividad. La mejora de los recursos humanos y tecnológicos para evitar los incendios. Y por último, terminar con la impunidad de este tipo de delitos, condenando a los culpables cuando se encuentren.

Pero si hay una cosa clara, es que los incendios son un problema social y que la solución ha de pasar necesariamente por el diálogo, intentando que la cultura ancestral de fuego se modifique dando paso a un espacio de convivencia del ser humano, el ganado y la naturaleza. Desde Ecoloxistes n’Aición d’Asturies defendemos un modelo de ganadería extensiva que permita una vida digna en el medio rural, pero al mismo tiempo contribuya a la conservación de la biodiversidad.

Fuente | Ecologistas en acción

¿Que está pasando con los incendios en Asturias?