lunes. 29.04.2024
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La pornografía ha existido a lo largo de la historia, transformándose con la introducción de cada nuevo medio. Cientos de frescos y esculturas sexualmente explícitos fueron encontrados, por ejemplo, en las ruinas del Vesubio de Pompeya.

Desde la llegada de Internet, el uso de la pornografía se ha disparado a alturas vertiginosas. PornHub, el sitio de pornografía gratuita más grande del mundo recibe más de 34 mil millones de visitas al año.

El uso problemático de la pornografía afecta aproximadamente del 3% al 6% de la población adulta. El 65% de los hombres jóvenes y el 18% de las mujeres jóvenes informan ver pornografía al menos una vez a la semana. Esta cantidad puede ser mucho mayor, pues en Estados Unidos 40 millones de adultos frecuentan diariamente con regularidad portales de pornografía. De hecho, estableció que, según las estadísticas de PornHub hubo un incremento de tráfico de un más 10.5% en sus visitas posterior a una avería de las redes sociales Facebook e Instagram en 4 de octubre del 2021. 

Repercusiones neurológicas

La ciencia apenas está empezando a revelar las repercusiones neurológicas del consumo de pornografía. Pero ya está claro que la salud mental y la vida sexual de su amplia audiencia están sufriendo efectos catastróficos. Desde la depresión hasta la disfunción eréctil, la pornografía parece estar secuestrando nuestro cableado neuronal con consecuencias nefastas.

La pornografía parece estar secuestrando el cableado neuronal con consecuencias nefastas

Las propiedades del vídeo porno lo convierten en un desencadenante particularmente poderoso para la plasticidad, la capacidad del cerebro para cambiar y adaptarse como resultado de la experiencia. Combinado con la accesibilidad y el anonimato del consumo de pornografía en línea, somos más vulnerables que nunca a sus efectos hiperestimulantes.

A largo plazo, la pornografía parece crear disfunciones sexuales, especialmente la incapacidad de lograr la erección o el orgasmo con una pareja de la vida real. Calidad conyugal y compromiso también parecen estar comprometidos.

Niveles altos de dopamina

Para tratar de explicar estos efectos, algunos científicos han establecido paralelismos entre el consumo de pornografía y el abuso de sustancias. A través del diseño evolutivo, el cerebro está programado para responder a la estimulación sexual con oleadas de dopamina. Este neurotransmisor, que a menudo se asocia con la anticipación de recompensas, también actúa para programar recuerdos e información en el cerebro. Esta adaptación significa que cuando el cuerpo requiere algo, como comida o sexo, el cerebro recuerda dónde regresar para experimentar el mismo placer.

En lugar de recurrir a una pareja romántica para obtener gratificación o satisfacción sexual, los usuarios de pornografía habituados instintivamente buscan sus teléfonos y computadoras portátiles cuando el deseo los llama. Además, las explosiones anormalmente fuertes de recompensa y placer evocan grados anormalmente fuertes de habituación en el cerebro.

La pornografía satisface cada uno de los requisitos previos para el cambio neuroplástico. Cuando los creadores de pornografía se jactan de que están superando los límites al introducir temas nuevos y más difíciles, lo que no dicen es que deben hacerlo, porque sus clientes están construyendo una tolerancia al contenido.

Las escenas pornográficas, al igual que las sustancias adictivas, son desencadenantes hiperestimulantes que conducen a niveles anormalmente altos de secreción de dopamina, como ya se ha comentado. Esto puede dañar el sistema de recompensa de la dopamina y dejarlo sin responder a las fuentes naturales de placer. Esta es la razón por la que los usuarios comienzan a experimentar dificultades para lograr la excitación con una pareja física.

Disfunciones sexuales

La desensibilización de nuestros circuitos de recompensa prepara el escenario para que se desarrollen disfunciones sexuales, pero las repercusiones no terminan ahí. Los estudios demuestran que cambios en la transmisión de dopamina puede facilitar la depresión y la ansiedad. De acuerdo con esta observación, los consumidores de pornografía reportan mayores síntomas depresivos, menor calidad de vida y peor salud mental en comparación con los que no ven porno.

Los consumidores de pornografía reportan mayores síntomas depresivos, menor calidad de vida y peor salud mental

Desconexión entre deseo y gusto

El otro hallazgo convincente de este estudio es que los consumidores compulsivos de pornografía se encuentran queriendo y necesitando más pornografía, aunque no necesariamente les guste. Esta desconexión entre el deseo y el gusto es una característica distintiva de la desregulación de los circuitos de recompensa.

Investigadores del Instituto Max Planck en Berlín, Alemania, encontraron que un mayor consumo de pornografía se correlacionaba con menos activación cerebral en respuesta a las imágenes pornográficas convencionales. Esto explica por qué los usuarios tienden a graduarse en formas más extremas y poco convencionales de pornografía.

Violencia sexual

Los análisis de PornHub revelan que el sexo convencional es cada vez menos interesante para los usuarios y está siendo reemplazado por temas como el incesto y la violencia.

La perpetuación de la violencia sexual en línea es particularmente preocupante, ya que las tasas de incidencias de la vida real puede escalar como resultado. Algunos científicos atribuyen esta relación a la acción de las neuronas espejo. Estas células cerebrales se llaman así porque se activan cuando el individuo realiza una acción, pero también mientras observa la misma acción realizada por otra persona.

Las regiones del cerebro que están activas cuando alguien está viendo pornografía son las mismas regiones del cerebro que están activas mientras la persona está teniendo relaciones sexuales. El mecanismo del espejo en el cerebro también sugiere que estamos automáticamente influenciados por lo que percibimos, lo que propone un mecanismo neurobiológico plausible para el contagio del comportamiento violento. Aunque especulativa, esta asociación sugerida entre la pornografía, las neuronas espejo y el aumento de las tasas de violencia sexual sirve como una advertencia ominosa. Si bien es posible que el alto consumo de pornografía no lleve a los espectadores a extremos desgarradores, es probable que cambie el comportamiento de otras maneras.

Para comprender mejor el papel de esta estructura en el comportamiento, es importante saber que permanece poco desarrollada durante la infancia. Esta es la razón por la que los niños luchan por regular sus emociones e impulsos. El daño a la corteza prefrontal en la edad adulta se denomina hipofrontalidad, que predispone a un individuo a comportarse compulsivamente y a tomar malas decisiones.

Es algo paradójico que el entretenimiento para adultos pueda revertir nuestro cableado cerebral a un estado más juvenil. La ironía mucho mayor es que, si bien la pornografía promete satisfacer y proporcionar gratificación sexual, ofrece lo contrario.

Por último, compartir esta reflexión de Octavio Paz:

“Erotismo y poesía: el primero es una metáfora de la sexualidad, la segunda una erotización del lenguaje.

Ver pornografía impacta en el cerebro