La visión de un hombre negro ejecutado no escandaliza a nadie. ¿Por qué? Porque pegarle un tiro a un hombre negro está muy lejos de resultar chocante. Es algo normal, natural. (Michael Moore. De “Estúpidos Hombres Blancos”)
La policía estadounidense está preocupada por su seguridad. Al parecer, negros desarmados representan una auténtica amenaza, un potencial peligro para sus respectivas integridades físicas. Jim Bueermann, ex Jefe de Policía, aseguró al periódico The Washington Post que los disparos contra ciudadanos afroamericanos sospechosos “están justificados por el violento accionar de los miembros de esta comunidad. Si un oficial de policía usa su arma, es porque considera que su vida corre serios riesgos”.
Bueermann, que esta semana se ha convertido en vocero de las fuerzas de seguridad del Estado de Washington, justificó la muerte de las 585 personas asesinadas por la policía desde el inicio de 2015.“Cuando un oficial considera que su vida está en peligro, tiene el deber de usar su arma reglamentaria para protegerse y proteger a la sociedad”, dijo en rueda de prensa el ex jefe de policía.
Sin embargo un alto porcentaje de estos fallecidos no portaban arma al momento de ser detenidos, acataron la orden policial e incluso colaboraron con los requerimientos de las fuerzas de seguridad. Y aun así, fueron fusilados por agentes de la policía que por alguna razón consideraron que su vida corría peligro. “Tenemos tanto miedo a la policía que ya nos acostumbramos a caminar con las manos en alto para que ellos no se sientan amenazados”, decía un joven afroamericano a la cadena televisiva TeleSur.
“El color de la piel continúa siendo una licencia para arrestar, detener e incluso asesinar a alguien”, denunció el pasado año Martin Luther King III
Mediante entrevistas, documentos y reportes de prensa de localidades como Ferguson, St. Louis y Nueva Orleans, el diario The Washington Post elaboró un registro de todos los disparos mortales efectuados en 2015 por la policía, en supuesto cumplimiento del deber. La investigación arrojó como resultado un índice de homicidios de casi 2,6 por día durante el transcurso de este año, lo que equivale al doble de 1,1 de muertes por día reportadas o publicadas en la prensa. La explicación de este desfase podría hallarse en la maniobra de los medios hegemónicos que se alinean con la postura de Bueerman, justificando los asesinatos o sencillamente haciendo hincapié en cierta peligrosidad del asesinado, aunque éste, al momento de ser alcanzado por fuego policial, fuese tan inofensivo como aquel niño de 12 años de Cleveland, Ohio, abatido por la policía mientras manipulaba arma de juguete.
El gobierno de Obama desconoce los pormenores de estos sucesos porque recurre a los informes que le suministran los 17 mil organismos públicos que excluyen de su contenido las muertes consideradas como injustificadas. Desconoce también el porcentaje de probabilidades que tiene un hombre negro de morir en manos de la policía, respecto de las que tiene un hombre blanco (siete veces mayor), desconoce que en lo que va de año, 585 afroamericanos fueron asesinados por la policía, y que de esos asesinados, 336 no portaban ningún arma al momento de ser detenidos. Lo que no puede desconocer es la cantidad de material audiovisual mediante el cual se desvanecen los argumentos que justifican estos crímenes cometidos por las supuestas fuerzas del orden. Cientos de videos caseros en los que se puede apreciar la violencia con la que actúa la policía ante individuos que no ofrecen resistencia.
“El color de la piel continúa siendo una licencia para arrestar, detener e incluso asesinar a alguien”, denunció el pasado año Martin Luther King III, hijo de aquel reverendo que hace cincuenta años tuvo un sueño que aún no se ha hecho realidad, y cuyo antecedente se remonta a los primeros abolicionistas que supieron hacerle frente a los esclavistas con una sentencia que hasta el día de hoy continúa siendo ignorada. “I am a man”. (Soy un hombre).
