sábado. 20.04.2024
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Foto: Carmen Barrios

Regla, menstruo, sangrado, endometrio, endometriosis, dismenorrea, dolor, dolor incapacitante… mujeres con dolor causado por la menstruación…trabajo, sufrimiento…nadie debe trabajar con dolor.

¡Albricias!, por fin la regla en el debate público. Por fin esa importante particularidad del cuerpo femenino y de la salud de más de la mitad de la población, en el debate público. Hay que felicitarse, el feminismo sigue avanzando en derechos y ampliando los márgenes de la democracia con la inclusión de la baja laboral por regla dolorosa dentro de la nueva Ley de aborto. Esta es una medida pionera en Europa.

El empeño de Igualdad muestra que el feminismo no descansa y sigue revisándolo todo, también la salud sexual y reproductiva

Hay que felicitar al equipo del Ministerio de Igualdad, y por supuesto a la ministra Irene Montero, que está mostrando valor, determinación, trabajo y conocimiento feminista a raudales -puesto al servicio de la ciudadanía- por seguir dando pasos en cuestiones importantes para las mujeres. Las bajas laborales por menstruaciones dolorosas e incapacitantes como derecho es un asunto invisibilizado hasta ahora y no menor, que afecta a la salud de las mujeres más o menos una vez al mes durante unos 40 años.

Y es que tal como recoge un artículo de El País del 13 de mayo de 2020, según el presidente de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia, entre el 25% y el 50% de las mujeres en edad reproductiva sufren dolores a lo largo del ciclo, y entre un 10% y un 15% pueden llegar a tener dolor incapacitante.

El empeño de Igualdad, muestra que el feminismo no descansa y sigue revisándolo todo, también la salud sexual y reproductiva como hace esta Ley, para continuar avanzando, para fijar nuevos derechos que mejoren la vida de las personas y para hacer visible en la esfera pública cuestiones como la regla, que la educación patriarcal estigmatiza per se, y que ha obligado a generaciones de mujeres a guardar en el último rincón del armario de la vida este hecho natural como algo sucio, que debía ser ocultado o disimulado y cuyo dolor debíamos sufrir las mujeres en silencio y apechugar con él en cualquier situación, en cualquier circunstancia. Me felicito por todas la niñas y mujeres jóvenes que van poder cambiar esta realidad. Que van a ver normalizado y asumido socialmente que las mujeres menstruamos, que es lo normal y que algunas lo pasan mal, sufren dolor y la legislación las cubre para que puedan cogerse una baja y no acudir a su puesto de trabajo sufriendo un dolor incapacitante como le sucedía a muchas hasta ahora.

Las mujeres españolas del siglo XXI somos herederas de una larga tradición de luchas feministas. Con esta nueva ley el Gobierno progresista, y el Ministerio de Igualdad -en concreto- sitúa a España en la vanguardia mundial de los derechos en salud sexual y reproductiva. Debemos, pues, felicitarnos por ser capaces de innovar para avanzar en el bienestar de más de la mitad de las personas que componemos esta sociedad. Salimos del bucle de la historia del “que inventen ellos” para “inventar nosotras” (España como lugar moderno sin necesidad de mirarse en los demás). Este tipo de legislaciones me hacen sentir orgullo de país, orgullo de ser española. Nosotras, las mujeres españolas, estamos haciendo que avance Europa.

Se ha hablado de si esto puede estigmatizar a las mujeres en los centros de trabajo. Más bien pienso que lo que nos estigmatiza es tener que ocultar nuestras propias singularidades. El patriarcado nos quiere confundir a veces sobre lo que significa alcanzar la igualdad. Nosotras no somos hombres, tenemos cuerpos diferentes, con sus particularidades y la igualdad se consigue cuando se asumen estas diferencias y particularidades de nuestros cuerpos y se proporciona a cada persona amparo según sus necesidades. Los cuerpos de las mujeres requieren unos cuidados específicos en salud distintos a los de los hombres, que es necesario contemplar y asumir socialmente regulando en las leyes. Para alcanzar la igualdad no tenemos que comportarnos como si fuéramos hombres, en ningún campo de la vida, en el empleo tampoco. Tenemos que comportarnos como lo que somos, como mujeres, y la sociedad debe asumir esa diferencia.

La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha sido también muy clara en esta cuestión. Preguntada sobre ello afirmó: “Creo que estigmatiza no tener la sensibilidad suficiente para comprender que somos diferentes las mujeres y los hombres y que el mundo laboral no es neutro”. 

Herederas de una larga tradición feminista

Como he afirmado antes, las mujeres españolas somos herederas de una larga tradición feminista que nos hace ser osadas y seguir imaginando y creando políticas públicas y cuerpos legales que amplían derechos para las mujeres.

Y voy a hacer un inciso aquí para explicar algo que ha estado circulando por las redes y que creo que no es correcto. Se ha estado compartiendo estos días es redes un texto que dice así: “Alexandra Kollontái impulsó la licencia menstrual en la URSS en 1920. Permitía a las trabajadoras tomarse 3 días de trabajo remunerado al mes. Han pasado 100 años”.

Cuando me disponía a escribir este artículo me he puesto a comprobar esta información y en los textos sobre el Comunismo y la Familia de 1918 no figura nada de esto. Tampoco en su Autobiografía de una mujer emancipada, escrito en julio de 1926.

De hecho, Kollontái fue nombrada Comisaria del Pueblo para la Salud y el Bienestar Social (los denominados comisarios y comisarias del pueblo tenían la función de lo que ahora conocemos como ministros y ministras) en el primer Gobierno de los Sóviets, siendo la primera mujer ministra de un gobierno en todo el mundo. Ocupó el cargo desde octubre de 1917 a marzo de 1918. En 1920 ya no era ministra.

Es cierto que Kollontái fue muy innovadora y planteó en sus textos muchas cuestiones adelantándose a su tiempo. Por ejemplo, fue la primera que teorizó sobre la importancia de los cuidados -y que estos sean asumidos por los poderes públicos-, alertando sobre la triple carga que soportamos las mujeres.

Escribió hace más de un siglo:

“Treinta millones de mujeres soportan una triple carga. La mujer casada, la madre que es obrera, suda sangre para cumplir con tres tareas que recaen sobre ella al mismo tiempo: disponer de las horas necesaria para trabajar en alguna industria o establecimiento comercial, al igual que su marido; consagrarse después lo mejor posible a los quehaceres domésticos, y, por último, cuidar se sus hijos. El capitalismo ha cargado sobre los hombros de la mujer trabajadora un peso que la aplasta. La ha convertido en obrera sin aliviarla de sus labores de ama de casa y madre. Por tanto, nos encontramos con que, a consecuencia de esta triple e insoportable carga, que con frecuencia expresa con gritos de dolor y hace asomar lágrimas a sus ojos, la mujer se agota” (párrafo perteneciente al texto El Comunismo y la Familia, 1918).

Además de legislar sobre el divorcio, el aborto, de elaborar un sistema gratuito de sanatorios por toda Rusia, de legislar para mejorar la situación de los inválidos de guerra, equiparar y no hacer distingos entre hijos legítimos e ilegítimos en la ley de familias, de poner en marcha un departamento central de protección de la maternidad, con espacios para el cuidado de los niños y niñas, suprimir la enseñanza de la religión en los colegios de chicas que dependían del de Comisariado… en fin, todas estas políticas públicas sociales y feministas las puso en marcha ella, con una visión novedosa, muy adelantada a su tiempo, en medio de una Revolución, en una época muy complicada por la situación de guerra civil y el asedio de la Iglesia rusa contra ella y sus medidas políticas. Como ella misma cuenta en Memorias de una mujer emancipada, 1926, “la Iglesia organizó manifestaciones contra mi gestión y me acusó de 'hereje'”. Kollontái promovió todos estos avances, pero la baja médica remunerada por dolores de regla es nuestra, de nuestro Ministerio de Igualdad, de nuestra ministra Irene Montero, que está haciendo historia en Europa.

La ministra Montero -y su equipo- ha tenido el acierto de coger el testigo que supone todo ese aprendizaje colectivo de progreso, que es el Feminismo, pensando en el bienestar de las comunes, para seguir avanzando.

Las feministas españolas tenemos que felicitarnos por ser capaces de llevar a cuerpo de ley algo tan necesario para las mujeres y tan invisibilizado. Por fin la regla se normaliza, por fin existe públicamente, y las mujeres tenemos derecho a quejarnos y que se nos trate con cuidado sobre los efectos que pueda tener menstruar en cada una de nosotras.

Nos queda conseguir muchos más avances en este tipo de cuestiones, por ejemplo, que el IVA de compresas, tampones y copas menstruales baje hasta el 4%, tal como recoge el acuerdo de coalición firmado por el PSOE y Unidas Podemos. Esta cuestión iba en el proyecto de Ley, pero de momento se ha quedado fuera por la negativa del ministerio de Hacienda. Seguiremos empujando. El feminismo está en marcha.

Texto e imagen de Carmen Barrios Corredera, escritora y fotoperiodista.

El sangrado menstrual, por fin en el debate público