viernes. 29.03.2024
republica

En los años 30 del pasado siglo, España era un país pobre con una vasta y depauperada extensión rural donde mandaban los caciques, los alcaldes y el cura de cada pueblo. En el ámbito urbano, las diferencias entre las clases sociales eran también muy notables y estaban bien delimitadas por los poderes fácticos que marcaban donde debía y merecía estar cada cual. Era una España que contaba con poco más de veintitrés millones de habitantes, un tercio de la población analfabeta, y  el ferviente anhelo de las clases desprotegidas de un cambio sustancial que pusiera el país a la altura de las democracias más avanzadas del momento, tarea cuya consecución comenzó por decisión democrática tal día como hoy de hace noventa y dos años al instaurarse la II República, un régimen que comenzó el 14 de abril de 1931 sustituyendo a la monarquía de Alfonso XIII. 

Los periódicos de la época dejaron constancia de la noticia de un modo desigual según fuera su ideología: El Sol publicó que «con un orden absoluto y un entusiasmo frenético, quedó instaurada la República en España»; La libertad dijo en un titular «Hacia una nueva España»; el  El Heraldo de Madrid encabezó su primera plana con un eufórico «¡Viva España libre!»; ABC auguró  una « Grave situación política»; el diario católico El Siglo Futuro lamentó la victoria de los republicanos y criticó con dureza a los monárquicos por no impedirlo; el diario monárquico La Época asumía la derrota con un «Estaríamos ciegos si negáramos la realidad». 

La llegada de la República estimuló la esperanza de que quedara atrás la incompetencia y la corrupción del sistema político de la monarquía. No obstante, para que el proyecto republicano pudiera llegar a buen puerto, era necesario disponer mucho tiempo, algo que nunca se tuvo. El miedo de la derecha por la predecible victoria de la izquierda en las elecciones de 1936 (al formar coalición los socialistas con los republicanos) animó a diseñar un golpe militar para impedir la perpetuación de la España republicana. Previamente, en 1935, el ministro de la Guerra y líder de la CEDA José María Gil Robles tuvo la habilidad de nombrar generales de derechas en puestos estratégicos (entre ellos Franco, Fanjul y Mola) y de todo ello surgió el golpe de estado.

¿Fracasó entonces la II República por su ineficacia? Es probable que así fuera en algunos aspectos, pero no olvidemos que no dispuso de tiempo suficiente para llevar a término sus planes y fue notoria su imposibilidad para detener la conspiración que se iba fraguando en las fuerzas armadas contra el gobierno democrático. Desde su instauración, la República encontró muchas trabas para desarrollar sus iniciativas reformistas. La victoria de la derecha en las elecciones de 1933 bloqueó todo lo reformado por la izquierda desde 1931, y en ese ambiente comenzó a fraguarse la abolición de la República.

Por todo ello, mas que de un proyecto fracasado deberíamos hablar de un proyecto interrumpido por un golpe de Estado que pudo llevarse a la práctica gracias la aportación económica de personajes como el banquero y contrabandista Juan March, las clases pudientes españolas contrarias y la ayuda de Alemania nazi, la Portugal de Salazar y la Italia de Mussolini. Pero eso es ya otra historia.

¿La II República fue un fracaso o un proyecto interrumpido?