domingo. 28.04.2024

Hubo un tiempo, lejano ya en la memoria de los de mi generación (entre 1955 y 1960), en el que los españolitos nos pusimos de acuerdo para mirar al futuro y no lo hicimos demasiado mal. El resultado, años después, pone de manifiesto que hemos conseguido unas cuantas décadas que han barrido de la historia aquél país que había llegado hasta el 78 en estado catatónico: atrasado en lo económico y en lo social y con mundos enteros de distancia con el mundo desarrollado.

Algunos lo cuestionan, y creo que lo hacen de forma injusta, pero se hizo lo que se pudo, con quien se pudo y bajo la amenaza de los que pudimos arrinconar después, que en el 78 no estaban por la labor de dejarse arrinconar. Pero como el toreo de salón es sencillo y siempre vistoso y perfecto, hoy se quiere revisar aquella época, ya pasada,  sin afrontar el verdadero reto del momento, tan importante, hoy, como lo fue aquel que conseguimos con la Constitución del 78.

Los unos por los otros y la casa sin barrer

En la actualidad, España se ha partido una vez más y los puentes se han quemado, se han destruido y no hay ingenieros que estén pensando en su reconstrucción, pero los necesitamos. Como el respirar y nos jugamos, hoy, lo que van a ser los próximos 30 o 40 años. No me cabe ninguna duda de  que son muchos, en todos los partidos, los que de verdad piensan en el futuro y que saben lo que deberíamos hacer y sin embargo, todos sabemos que no se hará. ¿Repasamos?

La actual penuria de suministros ha puesto de relieve el absurdo de depender de un solo país -China - para la fabricación de prácticamente todo. La carrera por la reducción de costes ha convertido España en un erial de talleres, fabricantes y empresas familiares más o menos artesanales o tecnificadas que han muerto en el tumulto. Un amigo me comentaba que el sector industrial de la Comunidad de Madrid representa el 7% de su PIB mientras que los servicios rondan el 80%. Ese dato, por sí mismo, enciende todas las alarmas y debería ser el objeto de un plan de actuación a largo plazo indiscutible. Dependemos de que la gente tome cañas, simplemente.

En el plano energético el futuro es muy incierto y dependemos de la voluntad de países muy inestables. Argelia ya ha tenido que prescindir del gasoducto que pasa por Marruecos y veremos si no acaba en una guerrita local con repercusiones graves para Europa en general y para España en particular. A la vez, por si fuera poco, el gas ruso nos llega a través de Ucrania y de Bielorusia, dos polvorines que pueden explotar en cualquier momento dejando a Europa calentándose con cerillas. Con ese panorama, nosotros a lo nuestro y sin mirar más allá de nuestras narices mientras Francia se ha puesto las pilas con la energía nuclear, la que tiene más a mano y no muy buena, pero le asegura la independencia energética,objetivo prioritario.

Si atendemos a ese último factor de independencia y autosuficiencia, a lo mejor sería bueno que echáramos un ojo a la verdadera situación de industrias clave que hemos ido perdiendo, quemadas en sacrificio al dios de la competitividad. En ese altar han muerto la minería, el acero, agoniza la industria naval, el aluminio gallego está con un pie en la tumba, la planta sevillana de Airbus vive en un alambre y podemos citar a muchos sectores más que han ido desfilando por la lista de los muertos en combate. ¿No sería momento de establecer algunos espacios de protección especial “por si acaso” algún día llegara a ser necesario espabilar y poder sobrevivir a posibles mareas contrarias? 

Cualquier economista o analista podría aumentar la lista “ad infinitum” y llegaría a la conclusión de que hay tareas comunes que requieren que los dos grandes partidos se pongan, mano a mano, con esa larga lista para dejar planes blindados que cubran los próximos 4 decenios. En este momento, los lectores de la derecha -si es que hay alguno - le echarán la culpa al PSOE y los de izquierda -imagino que alguno más - al PP y así nos va: los unos por los otros y la casa sin barrer.

El largo plazo, la planificación de las necesidades del Estado -no de uno u otro partido- es un problema que arrastramos desde hace décadas, así que todos tranquilos: tanto el PP como el PSOE son culpables de las carencias que he mencionado antes, sin que uno lo sea más o menos que el otro. Como le dijo Cospedal a Gabilondo, aquí no regala la foto ni Dios. Mi conclusión, pesimista, espesa y muy triste, es que esos deberes seguirán pendientes “sine die”  y que nadie se va a arriesgar a que el de enfrente saque ventaja para las elecciones. Y siempre hay elecciones, por desgracia

Lo que debería ser... y no será