sábado. 27.04.2024

El placer o regodeo en la desgracia ajena, conocido a nivel internacional con el término alemán Schadenfreude, término derivado de las palabras alemanas “Schaden” y “Freude”, que significan 'daño' y 'alegría' respectivamente. Schadenfreude representa una interesante confluencia de complejos procesos emocionales y cognitivos. Este fenómeno no es un reflejo de una intención maliciosa, sino más bien una emoción humana negativa. 

La investigación en las últimas tres décadas apunta a la naturaleza multifactorial del Schadenfreude, arraigada en las preocupaciones de los humanos por la justicia social, la autoevaluación y la identidad social. Sin embargo, se sabe menos sobre cómo las diferentes facetas de Schadenfreude están interrelacionadas y toman forma en respuesta a estas preocupaciones.

La investigación sobre las respuestas de los bebés y los niños a la desgracia de los demás es escasa y dispersa, variando con las edades de los participantes, los métodos utilizados para obtener y medir Schadenfreude y las implicaciones teóricas extraídas de los hallazgos. Estas limitaciones plantean un desafío cuando se trata de reunir evidencia sobre los orígenes del desarrollo del Schadenfreude. 

Hay tres subtipos de Schadenfreude: Los hallazgos del desarrollo en Schadenfreude y campos afines sugieren una hipótesis intrigante digna de examen, a saber, que hay tres subtipos de Schadenfreude: agresión, rivalidad y justicia, cada una respaldada por una preocupación distinta que tiene profundas raíces en el desarrollo infantil. La agresión Schadenfreude deriva de un sentido anterior de identidad social durante la infancia. La rivalidad Schadenfreude deriva de una preocupación por la comparación social, y una tercera de justicia en cuanto reparación del daño.

La actriz Mae West dijo: ”Cuando tengo que elegir entre dos males, siempre prefiero aquel que no he probado”

Mientras que la mayoría de las personas se preocupan por la angustia de otros individuos y son reacias a lastimar a otros, para una minoría de individuos, la crueldad, entendida como "la imposición deliberada de dolor físico y psicológico a una criatura viviente", parece proporcionarles una gratificación. 

Podemos entender el Schadenfreude desde un modelo motivacional. Así, en este creciente cuerpo de literatura destaca la autoevaluación, la identidad social y la justicia como tres preocupaciones que motivan al sujeto con Schadenfreude en diversas situaciones. La investigación del psicodesarrollo revela además sus precursores tempranos en dominios superpuestos pero distintos, que implican evaluación social, aversión a la inequidad y preferencias sociales o afiliación grupal.

En particular, el Schadenfreude parece estar entrelazado con sentimientos de envidia, subrayados por distintos patrones de activación cerebral.

Pero ¿qué sucede exactamente en nuestro cerebro cuando experimentamos el Schadenfreude?. La neurociencia del Schadenfreude es un campo de estudio relativamente reciente, y ha proporcionado información fascinante sobre la naturaleza de esta emoción negativa. Involucra varias áreas del cerebro que trabajan juntas para procesar los complejos elementos sociales y emocionales de este sentimiento. Un área implicada en la experiencia del Schadenfreude es la corteza prefrontal ventrometal (vmPFC). El vmPFC desempeña un papel fundamental en la evaluación de la recompensa y el riesgo en la toma de decisiones y se sabe que está involucrado en sentimientos de empatía. Sin embargo, esta región también se ilumina durante los casos del Schadenfreude, destacando su papel en el procesamiento de emociones sociales complejas.

En un estudio de hace ya unos años, los participantes mostraron una mayor actividad en el vmPFC cuando observaron que un individuo disgustado experimentaba una desgracia. Además, el cuerpo estriado ventral, un componente clave de los circuitos de recompensa del cerebro, también entra en juego.

En un estudio más rciente realizado por Dvash y Shamay-Tsoory (2014), se encontró que los participantes tenían una mayor actividad en el cuerpo estriado ventral cuando experimentaban el Schadenfreude. Esto sugiere que podemos obtener cierto nivel de placer o satisfacción al ver las desgracias de los demás, particularmente si albergamos sentimientos negativos hacia ellos.

Curiosamente, la experiencia del Schadenfreude también parece estar entrelazada con sentimientos de envidia. Un estudio de Santamaría-García et al. (2017) reveló que cuando los individuos sentían envidia de otra persona, la desgracia de esa persona era probable que desencadenara sentimientos de Schadenfreude. Este estudio mostró que la experiencia del Schadenfreude y de envidia se asocian con distintos patrones de actividad cerebral, la envidia relacionada con una mayor activación en la corteza cingulada anterior (una región asociada con el procesamiento del dolor) y u Schadenfreude relacionado con la activación en el cuerpo estriado ventral. Por tanto, esta emoción negativa parece ser una emoción social compleja que involucra múltiples áreas cerebrales relacionadas con el procesamiento de recompensas, cognición social, y con la empatía.

Comprender la neurociencia de esta emoción, no solo arroja luz sobre la misma en particular, sino que también abre investigaciones más amplias sobre la naturaleza social de nuestros cerebros.

Además, comprender la neurociencia del Schadenfreude puede ayudar potencialmente a comprender diversos trastornos cognitivos sociales. Por ejemplo, explorar los fundamentos neuronales de esta emoción podría contribuir potencialmente a nuestro conocimiento de alteraciones psíquicas como el trastorno de personalidad antisocial, donde hay una falta de empatía y un aumento del Schadenfreude.

En conclusión, esta investigación nos proporciona una visión fascinante del funcionamiento social y emocional de nuestros cerebros. Subraya la complejidad de las emociones humanas y ofrece posibilidades muy intrigantes para futuras investigaciones sobre nuestro cerebro social.

Por último, compartir esta reflexión provocadora de la actriz Mae West: ”Cuando tengo que elegir entre dos males, siempre prefiero aquel que no he probado”.

El placer por la desgracia ajena