viernes. 19.04.2024

Actualizado el 6 de julio de 2023

  1. La psicología de la música
  2. Desarrollo de las habilidades musicales
  3. El 'lenguaje de las emociones'
  4. Efecto terapéutico de la música
  5. Datos clave: ¿por qué la música es tan poderosa?

La psicología de la música

La relación entre psicología y música se remonta al estrecho entrelazamiento entre la constitución de la psicología como disciplina científica y la consideración de los hechos musicales. Los primeros estudios, en los años 50 del siglo XX, se referían a la percepción acústica y a la capacidad de los individuos de discriminar la altura de los sonidos evaluando si había personas dotadas de "oído absoluto" capaz de reconocer las tonalidades; en este sentido, fueron los trabajos del húngaro Géza Révész, verdadero pionero de la psicología de la música.

Según Gjerdingen (2002), la psicología de la música o psicología musical es una especialización de la psicología que tiene como objeto las respuestas de la mente a los estímulos musicales, a las modalidades en que las elabora, controla las prestaciones y las evalúa.

La comprensión de una pieza musical, en general, activa una compleja red de capacidades cognitivas que invierten habilidades como la memorización, la atención o el análisis de estructuras.

Desarrollo de las habilidades musicales

El estudio de los procesos cognitivos aplicados al ámbito musical es el fruto de una larga gestación que hunde sus raíces en las primeras experimentaciones de la psicología científica.

Muchas investigaciones de psicoecomusicología han investigado a qué edad y cómo se desarrolla en el niño la capacidad de comprender la música: ya hacia los 8 meses, el niño, completando el desarrollo auditivo, produce espontáneamente balbuceos de canciones (babbling song), se divierte haciéndolo y repite tales vocalizaciones con una cierta frecuencia, así como vocaliza simples sílabas.

No solo eso, sino que ya a los cuatro meses puede mover los ojos en sentido vertical adecuadamente al escuchar un sonido alto o bajo. Las respuestas del niño en los primeros 3 años son motoras o vocales: logra reconocer breves melodías y a los 3 años sabe cantar pistas musicales con una extensión tonal de una tercera menor descendente (por ejemplo, sol-mi) que corresponde al sonido de una sirena o de los cánticos; luego discrimina las estructuras rítmicas y las reproduce con el latido de las manos ya a los cinco años.

A partir de los 7 años, las habilidades musicales se desarrollan aún más, logrando discriminar diferentes intervalos melódicos, distinguiendo notas individuales de acordes. Todo esto sucede tanto por mayores capacidades cognitivas como por un proceso de "aprendizaje tonal", según el cual a partir de los 6 años nuestro oído se vuelve sensible a los sonidos que escucha.

Por último, hacia los 12 años, completa el desarrollo musical, volviéndose así capaz de percibir las modulaciones entre los tonos, o las armonizaciones disociativas, de reconocer el ritmo de una melodía y empieza a aparecer el juicio estético de la música.

El 'lenguaje de las emociones'

Se sabe, en la influencia de la música en las emociones, que los intervalos entre las notas son responsables de reacciones bastante reproducibles entre individuos diferentes; las composiciones para semitonos generan tensión, mientras que un intervalo de quinto (do-sol) es tan perfecto y agradable que resulta el equivalente musical de un círculo en las artes figurativas.

A menudo se considera la música como el "lenguaje de las emociones": su capacidad de evocar y expresar emociones constituye su característica fundamental y primaria. La música expresa emociones que los oyentes perciben, reconocen, o son emocionalmente tocados. Además, varios estudios han sugerido que la razón más común por la que se escucha la música es para poder influir en las emociones, para modificarlas, para liberarlas, para sintonizar con su estado emocional, para alegrarse o consolarse, o para reducir el estrés.

Efecto Château Lafite

Un estudio realizado en 2003 por Adrian North, de la Universidad de Leicester, Inglaterra, demostró que los clientes de un restaurante de lujo eligen los platos más caros del menú si en la sala se difunde música sofisticada y clásica. Según North, esto sucede porque los clientes, escuchando música clásica, se perciben como personas más refinadas; así para permanecer en sintonía con esta su imagen de sí mismos, delante de la carta de los vinos no reparaban en gastos.

Un estudio demostró que los clientes de un restaurante de lujo eligen los platos más caros del menú si en la sala se difunde música sofisticada y clásica

Se trata de un mecanismo llamado efecto Château Lafite y, aunque inconscientemente, confirma lo mucho que somos capaces de darnos cuenta del valor emocional de la música y del tipo de influencia que tiene sobre nuestras sensaciones.

Efecto terapéutico de la música

Este fenómeno, a menudo referido como la "banda sonora de nuestras vidas", se debe a la fuerte conexión entre la música y el hipocampo, un área del cerebro crítica para formar y recuperar recuerdos. Esta conexión es la razón por la cual la música se usa con frecuencia en terapias para afecciones como el Alzheimer y la demencia, las melodías familiares pueden ayudar a los pacientes a recordar experiencias pasadas y mejorar su función cognitiva

La música involucra una multitud de áreas del cerebro, mostrando una interacción compleja entre el procesamiento auditivo, la emoción y los centros de memoria. Provoca emociones a través de la liberación de dopamina, la molécula de placer de nuestro cerebro, explicando la alegría que a menudo encontramos en una canción favorita. Además, el poder de la música para evocar recuerdos vívidos destaca su conexión con el hipocampo, nuestro centro de almacenamiento de memoria.

Esta amplia influencia de la música en nuestros mecanismos cerebrales también se aprovecha en contextos terapéuticos, como el tratamiento de trastornos neurológicos o la mejora de la salud mental.

Datos clave: ¿por qué la música es tan poderosa?

Múltiples áreas del cerebro se involucran cuando escuchamos o creamos música, incluida la corteza auditiva, la corteza prefrontal, la corteza motora y el hipocampo.

La música tiene una fuerte influencia en nuestras emociones debido a su interacción con el sistema de recompensa del cerebro, particularmente a través de la liberación de dopamina, un neurotransmisor asociado con el placer y la recompensa.

La conexión entre la música y el hipocampo, un área del cerebro crítica para formar y recuperar recuerdos es la razón por la cual la música se usa con frecuencia en terapias para afecciones como el Alzheimer y la demencia.

La música, a menudo considerada un lenguaje universal, tiene una profunda capacidad para evocar emociones, recuerdos e incluso respuestas físicas como golpear los dedos de los pies o asentir con la cabeza.

La neurociencia ha comenzado a responder a estas preguntas, revelando una sinfonía de actividad que nos ayuda a entender por qué la música es tan poderosa. Escuchar o tocar música involucra múltiples áreas del cerebro, por lo que es un excelente ejercicio para la mente. Así, la corteza auditiva decodifica elementos como el tono y el volumen, mientras que las regiones frontales, incluida la corteza prefrontal, procesan el contenido emocional de la música; la corteza motora se involucra cuando golpeamos nuestro pie al ritmo o tocamos un instrumento, y el hipocampo, una región asociada con la memoria, conecta la música con nuestras experiencias y emociones pasadas.

La música y la memoria evoca ecos del pasado, así la música tiene un vínculo único con nuestros recuerdos. Una vieja canción puede transportarnos a un lugar y tiempo específicos, evocando emociones vívidas.

La musicoterapia ha demostrado ser prometedora en el tratamiento de una variedad de afecciones, que incluyen la enfermedad de Parkinson, la depresión o el accidente cerebrovascular

Dado su profundo impacto en el cerebro, no es de extrañar que la música se utilice cada vez más como una herramienta terapéutica. La musicoterapia ha demostrado ser prometedora en el tratamiento de una variedad de afecciones, que incluyen: enfermedad de Parkinson, depresión y accidente cerebrovascular.

Al aprovechar la estimulación emocional, cognitiva y motora que proporciona la música, los terapeutas pueden ayudar a los pacientes a mejorar su estado de ánimo, cognición y función motora.

Los estudios han demostrado que el entrenamiento musical puede mejorar las capacidades cognitivas. Tocar un instrumento o cantar requiere habilidades motoras y cognitivas complejas, estimulando la plasticidad del cerebro, su capacidad para cambiar y adaptarse como resultado de la experiencia. Esto puede conducir a mejoras en áreas como el desarrollo del lenguaje, la atención, la memoria e incluso las habilidades espaciotemporales, que son cruciales para resolver problemas matemáticos complejos.

En conclusión, la neurociencia de la música es un campo de rápido crecimiento que continúa revelando las formas extensas y profundas en que la música interactúa con nuestros cerebros. No es solo una forma de arte, sino una herramienta poderosa que puede provocar cambios emocionales, cognitivos e incluso físicos, apuntalando su papel vital en nuestras vidas y en la sociedad.

Por último, compartir esta reflexión del filósofo alemán Arthur Schopenhauer:

"En la música todos los sentimientos vuelven a su estado puro y el mundo no es sino música hecha realidad”.

La música: el poder terapéutico para evocar emociones y recuerdos