Estamos expuestos a la música hasta un 20% del tiempo que vivimos. Pero gran parte de nuestra experiencia musical parece ser un misterio. ¿Por qué algunas músicas nos hacen llorar mientras que otras nos hacen bailar? ¿Por qué la música que nos gusta puede agitar a los demás? ¿Y por qué algunas personas parecen tener una habilidad natural para tocar música mientras que otras tienen dificultades para llevar una melodía? La ciencia está empezando a demostrar que estas diferencias individuales no son aleatorias, sino que se deben, en parte, a las personalidades de las personas.
Las investigaciones muestran que las preferencias musicales de las personas están vinculadas a tres grandes estilos de pensamiento. Los empáticos (tipo E) tienen un gran interés en los pensamientos y emociones de las personas. Los sistematizadores (Tipo S) tienen un gran interés en los patrones, los sistemas y las reglas que gobiernan el mundo. Y aquellos que puntúan relativamente igual en empatía y sistematización se clasifican como Tipo B o equilibrados.
Las investigaciones muestran que las preferencias musicales de las personas están vinculadas a tres grandes estilos de pensamiento
¿Cómo combinar la música con el estilo de pensamiento? Para estudiar este fenómeno, se han realizado múltiples estudios, tomando datos sobre los estilos de pensamiento de los participantes a los que se les pidió que escucharan e indicaran sus preferencias por hasta 50 extractos musicales, que representaban una amplia gama de géneros. A través de estos estudios, se vio que los empáticos preferían la música suave que tenía poca energía, emociones tristes y profundidad emocional, como se escucha en los géneros de R&B, rock suave y cantautor. Por ejemplo, la empatía se relacionó con las preferencias por música como "Come Away With Me" de Norah Jones. Por otro lado, los sistematizadores preferían la música más intensa, como la que se escucha en los géneros de hard rock, punk y heavy metal. Los sistematizadores también preferían la música con profundidad y complejidad intelectual, como la que se escucha en los géneros clásicos de vanguardia. Por ejemplo, la sistematización estaba ligada a las preferencias por el "Estudio opus 65 nº 3" de Alexander Scriabin. Es importante destacar que aquellos que son del tipo B, tenían una tendencia a preferir la música que abarca más de un rango que los otros dos estilos de pensamiento.
En un estudio de David Greenberg, publicado en el Journal of Research of Personality, se descubrió que los rasgos de personalidad de las personas también pueden predecir su capacidad musical, incluso si no tocan un instrumento. El equipo trabajó con BBC Lab UK para reclutar a más de 7.000 participantes y evaluarlos en cinco dimensiones distintas de la personalidad: apertura o flexibilidad, escrupulosidad, extroversión, amabilidad y neuroticismo/estabilidad emocional. También les pedimos que realizaran varias tareas que midieran su habilidad musical, como recordar melodías y elegir ritmos.
Se descubrió que, junto con la formación musical, el rasgo de personalidad de apertura era el predictor más fuerte de la sofisticación musical. Las personas que puntúan alto por su apertura son imaginativas, tienen una amplia gama de intereses y están abiertas a nuevas formas de pensar y cambios en su entorno. Aquellos que puntuaban bajo en apertura, más rígidos de pensamiento, son más estables en sus costumbres, prefieren la rutina y lo familiar, y tienden a tener valores más convencionales. También se encontró que los extrovertidos que a menudo son más habladores, asertivos y buscan emociones, tenían mayores habilidades para cantar. Además, podríamos aplicar esto incluso a personas que actualmente no tocan un instrumento musical, lo que significa que hay personas que tienen un potencial para el talento musical, pero lo desconocen por completo.
Por tanto, estos nuevos hallazgos nos dicen que, a partir del gusto y la capacidad musical de una persona, podemos inferir una variedad de información sobre su personalidad y la forma en que piensa.
Esta investigación muestra que hay factores más allá de nuestra conciencia que dan forma a nuestras experiencias musicales. Basándose en la información sobre la personalidad, los educadores pueden asegurarse de que los niños con potencial para el talento musical tengan la oportunidad de aprender un instrumento musical. Los musicoterapeutas también pueden usar información sobre el estilo de pensamiento para ayudar a adaptar sus terapias a los clientes.
Los consumidores de heavy metal coinciden en su elevada inteligencia, pero son además especialmente curiosos, atléticos y habituales "cabecillas" sociales
También estos hallazgos podrían utilizarse para ayudar a los niños y adultos en el espectro autista, que tienen dificultades con la comunicación. Esto también podría ayudar a las personas a procesar las emociones después de experimentar un trauma psicológico y cuando están de duelo por una pérdida. De hecho, los hallazgos iniciales de este estudio sugieren que las personas que experimentaron un evento traumático en la infancia se involucran con la música de manera muy diferente en la edad adulta que aquellos que no experimentaron un trauma.
Por su parte, los psicólogos Peter J. Rentfrow y Samuel D. Gosling, de la Universidad de Texas han demostrado científicamente que las preferencias musicales de cada individuo definen su personalidad. Hace unos años idearon el "Test Corto de las Preferencias Musicales" (STOMP, por sus siglas inglesas) y sometieron a varios centenares de jóvenes a sus preguntas.
Según se deduce de sus resultados, publicados en la revista Journal of Personality and Social Psychology, si usted es amante del blues o del jazz probablemente será una persona lista, imaginativa, tolerante y liberal, además de abierta a nuevas experiencias.
Los consumidores de heavy metal coinciden en su elevada inteligencia, pero son además especialmente curiosos, atléticos y habituales "cabecillas" sociales.
Extroversión, locuacidad, energía y una elevada autoestima son los rasgos que predominan entre los fans del hip-hop y el funky.
Y quienes escuchan las canciones de la popular Madonna, o la banda sonora de Bailando con Lobos, suelen ser sujetos conservadores, adinerados, felices, agradables y, con frecuencia, emocionalmente inestables.
Por último, compartir esta reflexión de Oscar Wilde: “El arte de la música es el que más cercano se halla de las lágrimas y los recuerdos”.