viernes. 29.03.2024
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Desde la aparición de internet se ha producido un cambio súbito en el ámbito del consumo de pornografía, que ha tomado una magnitud alarmante y desigual según el género y la edad. La prevalencia del uso problemático de pornografía es del 2-17% en población general. Se estima que hasta el 90% de los hombres consumen pornografía y un 33% de las mujeres. Hay estudios del análisis del contenido que ven los hombres, y entre un 15 y un 40% consumen pornografía de violaciones individuales, violaciones en grupo y en general de degradación de la mujer. En la actualidad un 30% de los adolescentes consumen pornografía. De los jóvenes usuarios de pornografía se observa que el 37,7% de los varones y el 19,3% de las mujeres, son usuarios de riesgo, porque presentan una mayor probabilidad de desarrollar un uso problemático de pornografía.

El modelo de aprendizaje de la sexualidad que el “porno” muestra que la penetración es lo principal, el sexo acaba con la eyaculación, los encuentros sexuales siguen un guion o rutina determinados, se siente angustia por no llegar al orgasmo, tolera el dolor y la incomodidad y no incluye una comunicación clara. El fenómeno de la pornografía “online”, no es un problema solo de ética o de moral, sino que se ha convertido en un elemento nocivo para la sociedad, en especial para los jóvenes adolescentes, véanse los recientes acontecimientos de violaciones de las denominadas “manadas”. De especial interés es resaltar que el consumo continuado de pornografía afecta al funcionamiento de nuestro sistema dopaminérgico cerebral (responsable del sistema de recompensa), haciendo que el sexo “convencional” deje de resultar suficientemente estimulante y llevando a buscar estímulos cada vez más fuertes, como ocurre en cualquier otra adicción. El consumo de pornografía por parte de la población infanto-juvenil afecta a su desarrollo neuropsicológico, funcionamiento sexual y puede desencadenar trastornos de hipersexualidad porque se encuentran en un estadio evolutivo en proceso, tanto a nivel físico, socioemocional y cognitivo.

Hipócrates (siglo v a.c.) dijo: ”los jóvenes de hoy no parecen tener respeto alguno por el pasado, ni esperanza para lo por venir”

En estudios realizados en adolescentes se sabe que dónde pasan la mayor parte de su tiempo libre es frente a su ordenador o en su smartphone. El virus conocido como “pornografía” aparece de distintas formas; por ejemplo: en invitaciones a juegos y al presionar clic para ingresar a la página, se redirecciona a otros sitios web, de contenido sexual. Los mayores consumidores de pornografía son adolescentes entre los 12 y 17 años; se debe a los cambios biológicos por los que atraviesan sus cuerpos; lo cual intensifica su excitación sexual y curiosidad. Según encuestas realizadas, el 90 % de adolescentes, afirma que consumió estos contenidos, haciendo a la vez las tareas escolares en su casa. Se ha afirmado que la pornografía será la “droga no química” más consumida en el siglo XXI, puesto que los adolescentes al navegar en internet, empiezan consumiendo porno softcore o suave (insinuante), avanzan y se encuentra con mediumcore o medio, en algunas escenas presenta a sus actores, en posiciones sexuales con menor prudencia que la anterior; y al final, como los consumidores de drogas químicas, necesitan de dosis más fuertes, por ello, acuden al porno hardcore o duro, donde se presentan las relaciones sexuales totalmente explícitas, con parafilias como: masoquismo, fetichismo, voyeurismo, pedofilia e inclusa zoofilia.

Existen varios niveles de consumo de pornografía por el que atraviesan los adolescentes; los que suelen consumir de forma ocasional, de uno a dos días, otros la observan como un primer paso de posible dependencia, dos semanas seguidas, y el último grupo, llegan a la adicción de consumir todos los días acompañados de otras prácticas.

Uno de los fenómenos más comunes entre adolescentes es el llamado “sexting”, entendido como la recepción o envío de mensajes de texto, imágenes o vídeos sexuales explícitos a través del teléfono móvil o redes sociales, que se ha incrementado en los últimos años, y actualmente 1 de cada 4 adolescentes refieren haberlo llevado a cabo alguna vez. En ocasiones, los adolescentes utilizan también este intercambio de contenido sexual explícito como una venganza tras una ruptura sentimental, una práctica conocida como “revenge porn” (porno de venganza). Éste se ha extendido también en los últimos años entre los más jóvenes y, además, se trata de una categoría en auge en los portales pornográficos online.

En un estudio realizado en la en Quito con jóvenes entre 18 a 20 años; estos afirmaron haber consumido pornografía en su adolescencia. Relataron que su primera experiencia sexual fue poco satisfactoria, puesto que intentaron imitar las conductas observadas en el porno y no fue lo agradable que esperaban; en otras cosas, deseaban que su pareja, en su comportamiento sexual, fuera igual a la vista en el porno online, cosa que no ocurrió, sufriendo por ello una gran decepción. En otro estudio realizado en jóvenes en Alemania consistente en hacer ver un a un grupo de sujetos no adictos a la pornografía videos porno un promedio de cuatro horas semanales; los sujetos presentaron un cambio significativo en   la zona donde se provoca la excitación, con alteración de la dopamina y otros neurotransmisores cerebrales. Otros estudios muestran que el uso de pornografía puede afectar al rendimiento escolar, favorecer el consumo de sustancias y conductas delictivas, fomentar un estilo de vida menos saludable y mayor presencia de trastornos emocionales. También se ha observado que el adolescente que consume pornografía tiene mayor probabilidad de acudir al sexo de pago que aquel que no consume.

El consumo de la pornografía en adolescentes a largo plazo tiene también sus riesgos: Imitación y adopción de modelos de conducta inapropiados para su edad; estimulación prematura de la actividad sexual; interferencias en el proceso de desarrollo sexual normal; afectación de las emociones como pesadillas, sentimientos de culpa, vergüenza, ansiedad y confusión; desarrollo de actitudes potencialmente dañinas y engañosas hacia el sexo. Además de estos riesgos se ha descubierto que se pueden presentar vínculos sociales deficientes al igual que patrones sexuales agresivos.

Por último, compartir esta reflexión de Hipócrates (siglo v a.c.): ”los jóvenes de hoy no parecen tener respeto alguno por el pasado, ni esperanza para lo por venir”.

La pornografía como modelo de aprendizaje de la sexualidad en jóvenes adolescentes