viernes. 19.04.2024
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La ciudad y sus espacios públicos deben estar pensados y priorizados para los peatones y los encuentros vecinales

Últimamente me pitan muchos vehículos; me pitan cuando camino por la acera, me pitan incluso cuando paseo con mi perro por el parque. A mí alrededor se comenta que me estoy volviendo un cascarrabias intolerante; puede ser, pero creo que eso carece de importancia para el caso.

La avalancha de los llamados vehículos de movilidad personal (VMP), en especial los que pertenecen a grandes empresas que los alquilan por minutos a través de plataformas digitales, y su falta de regulación en lo relativo a la normativa de circulación es, sin ninguna duda, un problema en todas las grandes ciudades. Tanto la ocupación del espacio público cuando están aparcados, como la utilización de las aceras como vía de paso parecen razones suficientes para legislar sobre esta actividad económica. En España, de momento sólo Valencia se ha atrevido a retirar los patinetes eléctricos de una de estas grandes empresas, que tiene detrás, por cierto, a Google. En Madrid, todo parece indicar que se aprobará una ordenanza que limitaría la velocidad y regularía el uso de estos vehículos dejándolos circular por la acera a velocidad de peatón.

Yendo al terreno del turismo, empieza a ser habitual ver a grupos de turistas pasear en muy diferentes tipos de estos vehículos. Si como dicen algunos, los problemas del turismo no proceden del número de visitantes sino del modo en que éstos se gestionan, no parece la mejor de las opciones mirar para otro lado mientras las derivaciones de este problema crecen y, además, se asientan como prácticas sociales. Como casi todos los problemas de las grandes ciudades, este también crece en intensidad cuando entra en contacto con un negocio turístico masificado y las soluciones, las cuales podrían ser más o menos eficaces en ausencia de este factor, se muestran inanes.

En cualquier caso, una serie de axiomas podrían ayudar a gestionar la movilidad urbana desde un marco amplio y una perspectiva a largo plazo: la ciudad y sus espacios públicos deben estar pensados y priorizados para los peatones y los encuentros vecinales; los vehículos contaminantes deben salir del centro de las ciudades; siempre que sea posible deben crearse y/o delimitarse carriles-bici; y, sobre todo, si no queremos simplemente cambiar un problema de movilidad por otro, se debe primar, mejorándolo y potenciándolo, el transporte colectivo sobre el transporte personal.

Raúl Travé Molero | Doctor en Antropología Social y Cultural y Profesor de Ostelea School of Tourism and Hospitality

Movilidad personal o movilidad colectiva, ¿qué ciudad queremos habitar?