viernes. 26.04.2024
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Antonio Gutiérrez y Nicolás Redondo, tras la huelga general del 14-D (Foto: Archivo)

Hace pocos días que falleció Nicolás Redondo y, parafraseando a Rodolfo Llopis en la despedida fúnebre de Largo Caballero en París en marzo de 1946, diría que fue “uno de los hombres más representativos de su clase”. No hace falta, ni en el caso de su gran antecesor ni en el suyo, aclarar de que clase estamos hablando: la clase obrera, la clase trabajadora. 

Son muchos los elogios, todos ellos muy merecidos, que se han hecho en estos días en memoria de Nicolás Redondo por su larga vida de luchador sindical desde el franquismo y por su honestidad y coherencia como militante socialista. Se han aplaudido sus aciertos al frente de la UGT, desde su elección como secretario general en el congreso de 1976 aunque su liderazgo interno venía de más atrás. Yo no voy por tanto a glosar su figura, pues comparto lo leído y escuchado estos días.

Sin duda Redondo tuvo un papel muy relevante en el logro de la unidad de acción sindical pero discrepo de algún panegírico donde se dice que “arrastró a Comisiones Obreras a la unidad” pues decir eso para realzar su obra, además de innecesario, no se corresponde con la verdad.

El giro de UGT, al distanciarse del gobierno de Felipe González, fue uno de los hechos que marcaron el inicio de un acercamiento con CCOO

Es sabido que ya hubo un momento de unidad de acción al principio de la transición política plasmado en la creación de la Coordinadora de Organizaciones Sindicales, la COS, formada por CCOO, UGT y USO, de efímera vida. También recordamos que al implantarse la democracia en 1977, UGT y CCOO entraron en una dura competencia por la hegemonía sindical y que ese enfrentamiento perjudicó el crédito de ambas centrales sindicales entre los trabajadores y fue una de las causas de la floja afiliación a los nuevos sindicatos. 

Me salto los momentos punta de aquella fase de hostilidad, que también tuvo sus treguas, y tampoco voy a entrar en las causas que llevaron a la UGT a distanciarse del gobierno de Felipe González. Ese giro de UGT fue uno de los dos hechos que marcaron el inicio de un acercamiento con Comisiones que cuajaría más adelante. 

Ambas centrales se opusieron a la ley de pensiones de mayo de 1985 y organizaron una manifestación unitaria el 4 de mayo, aunque UGT no se sumó a la huelga general que el 20 de junio organizaron CCOO, USO y CNT lideradas por Marcelino CamachoManuel Zaguirre y José March, la primera del periodo democrático.

La huelga general del 14 de diciembre de 1988 y su espectacular éxito marcaría, hasta ahora, la cima del prestigio entre la ciudadanía del sindicalismo de clase en España

La elección de Antonio Gutiérrez como secretario general de CCOO en noviembre de 1987 fue, en mi opinión, el segundo factor, decisivo, para conseguir y estabilizar la unidad de acción sindical. La sintonía personal que establecieron los dos dirigentes pese a las diferencias de edad y de otro tipo, favoreció mucho el trabajo unitario entre los miembros de sus Ejecutivas y en el conjunto de ambas centrales. La huelga general del 14 de diciembre de 1988 y su espectacular éxito marcaría, hasta ahora, la cima del prestigio entre la ciudadanía del sindicalismo de clase en España.

Esa luna de miel entre UGT y CCOO estuvo a punto de terminar en prematuro divorcio en las elecciones sindicales de 1990. Ante la falta de acuerdo entre UGT y CCOO sobre las normas electorales se desató la llamada “guerra de los preavisos” pero, superada ésta disputa, se retomó la armonía y se alcanzaron acuerdos importantes de concertación y de negociación colectiva. UGT con Nicolás Redondo y CCOO con Antonio Gutiérrez afianzaron en paralelo la autonomía sindical sin caer en el neutralismo político. 

UGT con Nicolás Redondo y CCOO con Antonio Gutiérrez afianzaron en paralelo la autonomía sindical sin caer en el neutralismo político

La unidad entre las dos fuerzas sindicales favoreció también su influencia en el exterior. CCOO fue admitida en la Confederación Europea de Sindicatos en diciembre de 1990 después de haber estado excluida durante diecisiete años. La buena predisposición de Nicolás Redondo y de su secretario de Internacional, Manolo Bonmati, favoreció el fin de un contencioso caduco. Puede decirse que la incorporación de CCOO a la CES y a las federaciones europeas de rama redundó en un mayor peso del sindicalismo español en el ámbito internacional como se demostraría años después con las sucesivas presidencias de la CES de Cándido Méndez y de Ignacio Fernández Toxo.

La unidad de acción sindical entre UGT y CCOO puesta en marcha hace ya más de treinta años ha perdurado en el tiempo y sigue estando en vigor. 


Juan Moreno | Secretario confederal de relaciones internacionales CCOO entre 1987 y 2000

La unidad de acción sindical fue cosa de dos