domingo. 28.04.2024
multitud

El origen etimológico de la palabra estupidez procede del latín y es fruto de la suma del término “stupidus”, que puede traducirse como “atolondrado, atontado”, y el sufijo “-ez”, que se usa para expresar una cualidad.

Una estupidez es algo dicho o hecho por un estúpido. Sencillamente una tontería, y por tanto carente de toda lógica.

  1. La humana estupidez
  2. Análisis antropológico
  3. Las leyes de la estupidez
  4. Racionalidad

La humana estupidez

La estupidez, reviste formas tan variadas como el orgullo, la vanidad, la credulidad, el temor o el prejuicio.

Para Paul Tabori, algunos individuos nacen estúpidos, otros alcanzan el estado de estupidez, y hay individuos a quienes la estupidez se les adhiere.

El poco edificante archivo de la humana estupidez va desde el miembro de la Academia Francesa de Ciencias que obstinadamente insistió en que el fonógrafo de Edison era burdo truco de ventrílocuo, o la técnica de Hermippus, que aseguraba la prolongación de la vida mediante la inhalación del aliento de las jóvenes doncellas, o la fe en la vid que producía sólidas uvas de oro, hasta el negacionismo de la Covid 19 por licenciados en medicina, que no médicos, en el sentido hipocrático.

Análisis antropológico

Para Cipolla la estupidez es el rasgo más peligroso del ser humano. Una persona estúpida causa pérdidas a otra persona o grupo de personas sin obtener ninguna ganancia para sí mismo e incluso incurriendo en pérdidas.

El principio de Hanlon establece que “nunca atribuyas a la maldad lo que se explica adecuadamente por la estupidez”.

Para Hanlon es el origen de la mayoría de los más graves errores que cometen los seres humanos. Antropológicamente en el Homo Erectus, no había estúpidos, más bien todo lo contrario. Es solo el hombre actual, el Homo Sapiens, quien gracias al proceso de civilización y socialización, es capaz de alcanzar este estado singular: la estupidez.

Jean Paul Richter, escritor educado en el protestantismo, influido a sus dieciocho años por las lecturas de Voltaire y Rousseau, publicó Elogio de la estupidez en 1782. Se refería a la estupidez la germana, la de aquellos, en sus propias palabras, que viajaban más pendientes de la brújula que del mapa.

En el siglo XX, Walter B. Pitkin realizó el trabajo más extenso y exhaustivo sobre la estupidez, A Short Introduction to the History of Human Stupidity. Un manual de seiscientas páginas en el cual, consideraba el autor, que la estupidez era abundante y copaba especialmente el mundo de la política y las finanzas.

En 1969, el catedrático de Ciencias de la Educación de la Universidad de California, Laurence J. Peter, explicó este fenómeno con un principio que lleva su apellido, el Principio de Peter: “En una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta alcanzar su nivel de incompetencia”, o “con el tiempo, todo puesto en una jerarquía tiende a ser copado por un empleado que es incompetente para desempeñar sus obligaciones”.

Las leyes de la estupidez

Se han descrito unas “LEYES” de la estupidez humana:

  1. La Ley Fundamental de la estupidez humana afirma sin ambigüedad que, siempre e inevitablemente cada uno de nosotros subestima el número de individuos estúpidos que circulan a su alrededor.
  2. La Segunda Ley dice que la probabilidad de que una persona determinada sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de la misma persona.
  3. La Tercera Ley Fundamental presupone, aunque no lo enuncie explícitamente, que todos los seres humanos están incluidos en una de estas cuatro categorías fundamentales: los incautos, los inteligentes, los malvados y los estúpidos.
  4. la Cuarta Ley Fundamental afirma que, las personas no estúpidas subestiman siempre el potencial nocivo de las personas estúpidas. Los no estúpidos, en especial, olvidan constantemente que, en cualquier momento y lugar, y en cualquier circunstancia, tratar y/o asociarse con individuos estúpidos se manifiesta infaliblemente como un costosísimo error.
  5. la Quinta Ley Fundamental es la más conocida y su corolario se cita con mucha frecuencia. Esta ley afirma que, la persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que existe. El corolario de la ley dice: el estúpido es más peligroso que el malvado.

Racionalidad

En esencia, los estúpidos son peligrosos porque a las personas razonables les resulta difícil imaginar y entender hasta dónde puede llegar un comportamiento estúpido. Una persona inteligente puede entender la lógica de un malvado. Las acciones de un malvado siguen un modelo de racionalidad: racionalidad perversa, pero al fin y al cabo racionalidad.

En definitiva, se pueden prever las acciones de un malvado, sus sucias maniobras y sus detestables aspiraciones, y muchas veces se pueden preparar las adecuadas defensas desde un modelo racional. Con una persona estúpida todo esto es absolutamente imposible.

Tal como está implícito en la Tercera Ley Fundamental, una persona estúpida actúa sin razón, sin un plan preciso, en los momentos y lugares más imprevisible e improbables.

Puesto que las acciones de una persona estúpida no se ajustan a las reglas de la racionalidad, generalmente el ataque coge por sorpresa e incluso cuando se tiene conocimiento del ataque, no es posible organizar una defensa apropiada y racional, porque el ataque, en sí mismo, carece de cualquier tipo de racionalidad.

Por último, compartir esta reflexión de Martín Luther King:

“Nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia extrema y la estupidez concienzuda”.

La estupidez, el rasgo más peligroso del ser humano
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