miércoles. 24.04.2024

Llevarse trabajo a casa a veces está bien. Pero no siempre. Si eso sirve para completar las tareas que no has tenido tiempo de hacer durante tus horas de oficina, puede ser una demostración de celo en tu trabajo. Aunque, si con ello reduces tu dedicación a la familia, alguien puede censurarte tu falta de conciliación.

Ahora que, eso, puede explicarse por la importancia que tenga tu trabajo.

Si eres presidente de USA (POTUS, según la denominación habitual), la relevancia de tus tareas justifica que puedas pedir a la Primera Dama (FLOTUS, en acrónimo) un poco de comprensión por desatenderla. Y, mas, si al estar las habitaciones de tu casa adosadas prácticamente a tu puesto de trabajo, se hace difícil separar tus preocupaciones dependiendo del lugar del inmueble en que te encuentres. De hecho, debes tener fotocopiadoras, por ejemplo, hasta en el cuarto de baño, por si te entra un apretón de trabajo. Y teléfonos, ni te digo, fijos, móviles, encriptados, secráfonos, etc, por doquier.

Porque, tu, al igual que pudo decir aquel Luis XIV de Francia, eras el Estado en materias como desclasificar unos papeles como y cuando te petara, sin necesidad de esperar cincuenta años para hacerlo. Ventajas de ser presidente de la república

Bien, todo eso significa que, al final no sabes donde tienes las cosas y puede que el maletín nuclear, por ejemplo, no sepas si lo has guardado en algún cajón de la famosa mesa Resolute del despacho oval o junto a los cereales del desayuno, en la cocina.

Y luego pasa que, un día, dejas de ser POTUS, muy contra tu voluntad, incluso contra tu pronóstico, pero te despiden del trabajo (You are fired, como dicen allí). Y te pilla desprevenido, sobre todo si, en esos momentos, te dedicas a emplearte en que no te echen de tu despacho ni con el empleo de agua caliente. Por eso, no te has podido dedicar a hacer una mudanza ordenada de tus cosas desde la Casa Blanca hasta cualquiera, o varias, de las múltiples mansiones de que dispones.

Y los problemas de esa mudanza no son pequeños. Primero tienes que decidir dónde ir, y no por no tener, si no por lo contrario. Y, lo segundo, y más importante, por la de cosas que te tienes que llevar. Porque, eso, no es como estamos acostumbrados a ver en las películas americanas que, cuando despiden a alguien de su empresa, le cabe todo en una caja de cartón con asas.

No. Si has sido POTUS durante cuatro años tienes mucho más que trasladar que la foto de familia enmarcada en plata. Cosas como las matrioskas que te regaló Putin, la botella de cristal tallado de tu whisky favorito o la gorra de beisbol roja de las grandes ocasiones, tienes que llevártelas por si un día te hace falta venderlas por eBay. Y, como digo, sin tiempo para organizar la mudanza. Por eso, la encargas, y ya se sabe cómo está el servicio.

Al parecer, el maletín nuclear no, porque no lo terminaron de encontrar, pero hay cosas que, con las prisas, se llevaron sin que debieran haberlo hecho. Sobre todo, papeles y, algunos de ellos con el sello de Top Secret. Pero vete tú a decir a los del camión de mudanzas que se lean lo que pone en cada papel. Cualquiera que hayamos hecho una mudanza sabemos de qué hablo.

Cuando la gente de Biden ha hecho inventario ha habido unos cuantos Items cuya casilla no han podido marcar con una cruz que indicara que eso seguía en la Casa Blanca. Es entonces cuando, comparando esa relación de Items con otra similar cuando Trump sustituyó a Obama, han caído en la cuenta de que faltaban y que se los había podido llevar Trump consigo. Y se lo dijeron al FBI. Lo que después pasó, ya es historia y, junto a lo de Lincoln, Kennedy, Vietnam, Irak o el Capitolio, ha pasado a los anales de ese, por otra parte, gran país.

Hay un problemilla que Trump, con su inteligencia natural y, muy probablemente, con el asesoramiento de caros bufetes de abogados, ha resuelto. Se trata del famoso sello de Top Secret que aparece en algunos de los papeles que se llevó. Eso, cuando su dormitorio estaba en la Avenida de Pensilvania de Washington, no tenía mayor importancia, pero cuando han salido de una sede oficial parece que es delito. Y, todo, por ese maldito sello al que me he referido.

Pero, como digo, Trump ha encontrado la solución: decir que esos papeles estaban ya desclasificados como secreto pero que, el famoso sello, no lo habían borrado por no estropear el papel. Y, ¿quién, como y cuando se habían desclasificado?. Cuando has sido presidente de USA, las respuestas son sencillas: lo has hecho tú, verbalmente y, por supuesto, antes de que esos papeles salieran de la Casa Blanca. Por ello, el asunto se puede quedar en un simple descuido propio de un asunto tan sin importancia que no es digno de haber empleado en ello ni un solo minuto de tus preocupaciones.

Porque, tu, al igual que pudo decir aquel Luis XIV de Francia, eras el Estado en materias como desclasificar unos papeles como y cuando te petara, sin necesidad de esperar cincuenta años para hacerlo. Ventajas de ser presidente de la república.

Claro que, no todos son ventajas. Cuando la jefatura del estado es como la de aquí, no hace falta desclasificar nada para tener inmunidad. Se es inmune de fábrica.

El estado era Trump