sábado. 27.04.2024
Foto: @antifa_w

Cuando Milton Friedman, uno de los más destacados padres del neoliberalismo económico, dijo que había que conseguir que lo políticamente imposible fuera políticamente inevitable, la democracia entró en estado de hibernación consumándose la lucha de clases con la abrumadora victoria de los ricos. 

El neoliberalismo económico y el posmodernismo del “final de la historia” son incompatibles con la democracia. La explotación de los menesterosos no se compadece con el respeto a los derechos y libertades cívicas, ni la honestidad es ya un precepto de índole moral sino un coste de producción y, por tanto, su eliminación, un aumento de la eficiencia y el beneficio. 

La honestidad no es ya un precepto de índole moral sino un coste de producción y, por tanto, su eliminación, un aumento de la eficiencia y el beneficio

Cuando cayó el Muro de Berlín y se autodisolvió la Unión Soviética, todo parecía presagiar, que la hegemonía capitalista emplearía toda su violencia simbólica y material solamente en la explotación de las mayorías sociales, empero, la guerra fría se ha recrudecido por el control del mundo que ya no es alumbrado por ninguna afinidad ideológica sino por el temerario propósito de hacer caja. Alvin Toffler, nos advertía hace más de cincuenta años: “Los tecnócratas padecen de obsesión económica. Parten de la premisa de que incluso los problemas no económicos pueden solventarse con remedios económicos”. Quizá esto pueda decir mucho de los aparentes fracasos en la guerra de Ucrania de los militares rusos cuyo ejército se suponía uno de los más eficaces del orbe. 

La guerra fría se ha recrudecido por el control del mundo que ya no es alumbrado por ninguna afinidad ideológica sino por el temerario propósito de hacer caja

Hay que tener en cuenta que el capitalismo es una etapa minúscula de la sociedad humana. En realidad, nunca tuvimos capitalismo, siempre hemos tenido alguna que otra variante de capitalismo de Estado. La razón es que el capitalismo se autodestruiría en un periquete. De este modo, la clase empresarial siempre ha reclamado una fuerte intervención estatal para proteger a la sociedad del efecto destructivo de las tendencias del mercado. A menudo es el mundo empresarial el que lleva la delantera porque no quiere que se acabe todo, nos cuenta Noam Chomsky.

La clase empresarial siempre ha reclamado una fuerte intervención estatal para proteger a la sociedad del efecto destructivo de las tendencias del mercado

No es lo mismo dar la vida por la libertad o la justicia o la igualdad o por algún alto ideal, como fue el caso de la victoria de la patria socialista sobre el nazismo, que por los intereses materiales de una mafia influyente y extractiva. El capitalismo hogaño carece de la suficiente epicidad para construir las heroicidades que todo ejército necesitaLa crisis de Ucrania demuestra que la gestión de los equilibrios internacionales por parte de las antiguas potencias supone la incapacidad de organizar el caos que genera la nueva versión del clásico statu quo.

Los dos bloques tradicionales se reinventan ahora desde una dimensión exclusivamente capitalista superando, por aceleraciones históricas en acumulación, la pragmática creencia de que el interés privado, las brutales transferencias de las rentas del trabajo a las rentas del capital, la exclusión social de las clases más desfavorecidas y la absoluta libertad del trasiego financiero, sería el galvanizador propiciatorio de una comunión internacional basada en el pensamiento único, garante ideológico del control de la riqueza por las minorías organizadas. Sin embargo, el egoísmo del capital produce que tenga que haber rapiña y bloques buenos y malos. El capitalismo siempre acude a las miserias humanas para prosperar.

La dictadura de “lo inevitable”