jueves. 28.03.2024

Las derechas quieren hacernos ver ahora que la Ley de Memoria Democrática tiene en cuenta a las víctimas de un solo bando. ¡Menudo descubrimiento! ¡Qué sagacidad! De ahí que la califiquen de discriminatoria y sectaria. Su intención, dicen, no busca la reconciliación entre los españoles herederos ideológicos y sentimentales de quienes perdieron la guerra y de quienes la ganaron, sino avivar el revanchismo. Nada nuevo. Es lo mismo que dijeron cuando apareció la Ley de Memoria Histórica en 2007. 

Más aún, cuando el Parlamento apoyó un acto de reconocimiento a los represaliados de la Dictadura, el PP se opuso calificando dicho homenaje de “revival de naftalina” (Heraldo de Aragón , 26.11.2003). 

No nos satisface, ciertamente, el alcance programático de dicha ley, pero criticarla por la evidencia, tan justa como necesaria, de que solo apunta favorablemente en la dirección de las víctimas del genocidio franquista, era lo que faltaba por oír. El colmo de la desfachatez. Además de negacionistas, no dudan en sostener que hubo otro genocidio, el causado por el ejército republicano o, lo que es lo mismo, por la II República. Así que “los facciosos tienen derecho a una Ley de Memoria Democrática que contemple la satisfacción de sus correspondientes reivindicaciones”. Si es así, habrá que llamarla, en consecuencia, una Ley de Memoria Golpista, lo que sería una aberración.

Dice la derecha que la Ley pretende reescribir la historia y reinterpretar el pasado en función del presente. ¡Cuánta indecente ingenuidad! La Historia está ahí y no hay nariz de Cleopatra que la cambie

Increíble planteamiento. Además tiene una pega insalvable. Es sabido que los facciosos murieron por defender el triunfo de un golpe de Estado, atentar contra la Democracia y destruir un Estado de Derecho. Así que, dígannos, ¿qué país del mundo mínimamente democrático premiaría a una gente así? 

Además, en España, tendrían que asumir el marrón y la vergüenza de aceptar que una Democracia y un Estado de Derecho, afines a la II República, satisficieran sus reivindicaciones, cuando sus patrocinados lucharon precisamente contra ese Estado de Derecho.. Y, siguiendo la línea de no pactar con el Gobierno actual que sigue su líder, Feijóo, no lo aceptarían por principio. Porque todo lo que procede del Gobierno está originariamente dañado por Bildu, Podemos, IU y el comunismo.

Ninguna novedad. El presidente del Gobierno de Navarra en 2003 por boca de su partido UPN se abstuvo en la declaración a favor del reconocimiento de las víctimas asesinadas en 1936. ¿El Pretexto? El de siempre: los abertzales malos. Entonces HB, ahora Bildu.

La verdad es que resulta artera de narices la actitud de las derechas. Dispusieron de varias legislaturas en el poder y nunca se les ocurrió llevar al Parlamento la aprobación de una Ley de Memoria Democrática, o como, ¡diantres!, quisieran haberla llamado, que contemplase la reparación de las víctimas de la República, al parecer, equitativas a las producidas por el fascismo tras un golpe de Estado. Pudieron hacerlo con Aznar, el cerebro de las Azores. ¿Por qué no lo hicieron con semejante estadista? En cambio, desde que el gobierno de Zapatero propuso la Ley de 2007 y ahora Sánchez y sus socios la de 2022, irrumpen con la cacareada memoria equidistante.

¡Es que va a resultar que las únicas víctimas olvidadas de la guerra han sido las caídas por Dios por la Patria! Actitud cínica donde las haya. No tienen más que repasar la hemeroteca para comprobar que sus víctimas fueron compensadas y recompensadas desde el mismo instante en que hubo un solo muerto entre las víctimas del ejército golpista, tanto en el frente como en retaguardia. Durante el régimen franquista fueron tratadas como héroes y mártires, recibiendo, para empezar, cristiana sepultura y, a continuación, disfrutando de ayudas económicas directas e indirecta; recibiendo bicocas en modalidad de subsidios, oficios, pensiones y estipendios; la obtención de las de las administraciones de estancos, de becas para los hijos, cargos y sinecuras en los gobiernos locales y regionales. Hasta qué grado fueron mimados que, incluso, los padres de los sacerdotes que murieron en combate recibieron subsidios como refleja la orden 31 de diciembre de1941, firmada por Franco (BOE. 15.1.1942).

En cuanto a “sus” muertos, el régimen franquista organizó y pagó su propia memoria golpista sin reparar en gastos y subvenciones. Para 1955, ya disponía de un mapa donde figuraba la localización de las fosas comunes de los “caídos por Dios y por la Patria”.

¿Y qué fue de los caídos y asesinados por ser fieles a la República? Tuvieron la consideración de desaparecidos durante años. Se les negó cualquier ayuda sometiéndolos a mil humillaciones. La burocracia se cebó con sus familiares con el fin de no proporcionarles ni una miserable pensión. El supuesto Estado franquista no les suministró ni una peseta en la búsqueda de sus familiares dispersos en fosas comunes por la geografía española. Para colmo, el Estado de Derecho de la democracia ha tardado más de cuarenta años en salir de su letargo.

Fueron las propias familias, inmersas en un proceso tan enrevesado como tortuoso, quienes se movilizaron en buscar los restos de los cuerpos de sus padres, abuelos, hermanos e hijos asesinados por falangistas y carlistas, dándoles una sepultura en sus pueblos. Y no a todos. En Navarra esa historia interminable comenzó en 1978 y nadie prestó ayuda a dichos colectivos. Ni los ayuntamientos, ni los gobiernos territoriales.

Dice la derecha que la Ley pretende reescribir la historia y reinterpretar el pasado en función del presente. ¡Cuánta indecente ingenuidad! La Historia está ahí y no hay nariz de Cleopatra que la cambie. La cosa es mucho más sencilla. Solo se busca una reparación con quienes han sido durante 80 años los grandes olvidados y despreciados por el régimen franquista. Que se les repare moral y económicamente.

Y a propósito de simetrías. Seguro que oyeron hablar alguna vez de los mutilados republicanos que lucharon por defender la República. ¿Han comparado alguna vez las ayudas que recibieron estos mutilados con las ayudas de quienes murieron por defender un golpe de Estado? 

Los mutilados republicanos no recibieron ayuda de ningún organismo institucional, ni del bando vencedor, ni de la Iglesia, tampoco de Cáritas, ni de la Cruz Roja internacional. Ni, antes ni después de 1969, ni de 1978, una vez que la democracia se instalara. Si hubiera sido por los poderes públicos, habrían pasado completamente desapercibidos. Jurídica, política y socialmente fueron menos que cero. Los redujeron a parias una vez terminada la contienda. Lo mismo que sus viudas y sus hijos, los cuales tardarían más de cincuenta años en cobrar una pensión… si es que sobrevivieron. Inválidos totales, mutilados de una pierna o de las dos, de uno o de los dos brazos, ciegos, sordos y con todo tipo de amputaciones… 

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La Historia les dio la espalda. Cuando se quiso reparar las injusticias cometidas con este ejército que luchó contra el fascismo, ya era demasiado tarde. Para ellos y para sus viudas. Porque la mayoría había muerto. En 1973, fundaron la Comisión Nacional Organizadora de Mutilados de la República y actuando en la clandestinidad fueron consiguiendo con cuenta gotas algunas reivindicaciones. Los primeros logros llegaron en 1976, pero con humillaciones. Las pensiones acordadas por el gobierno eran inferiores a las que cobraban sus homónimos del bando vencedor. Para más inri, se limitaban a extender una cantidad económica irrisoria, olvidándose de su asistencia médica y hospitalaria, como de sus viudas, eternamente olvidadas.

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Diario 16 | 22/2/1976

No hay que engañarse. El problema nunca fue económico. Lo estuvo donde siempre: en el carácter político que suponía reconocer a unas personas que habían luchado contra quienes ahora eran herederos de los beneficios de aquel golpe de Estado. A este le suponía bien poco detraer 50 ó 100 millones de los presupuestos generales. Esto nunca fue un problema. Sí, reconocer a quienes habían defendido la II República y, por tanto, con los mismos derechos que los mutilados del otro bando.

¿Y aún quieren las derechas hablar de equidistancia? Claro que hubo víctimas en los dos bandos. Pero, en lo que respecta a su reparación, no cabe hacer equidistancias. Sería una obscenidad.

Por el Ateneo Basilio Lacort | Clemente Bernad, Carlos Martínez Víctor Moreno, Jesús Arbizu, Pablo Ibáñez, Carolina Martínez, Ángel Zoco, José Ramón Urtasun, Txema Aranaz

Las derechas y 'Ley de Memoria Democrática'