domingo. 28.04.2024

Nadie se puede explicar por qué la apertura de nuevas sesiones de las Cortes Generales en sesión conjunta de Congreso y Senado, que es un solemne acto de la soberanía popular, tiene que tener como colofón y dentro del protocolo del acto un desfile militar. Semejante astracanada solo puede tener una explicación y es que la transición conllevó la permanencia de numerosos tics franquistas, usos y costumbres dictatoriales que comienzan por la presidencia de un rey heredero de Franco y un ejercito que avisa que está aquí para vigilar a los y las electas por el pueblo, que por cierto son quienes representan la soberanía y no el monarca. 

La sumisión de las fuerzas políticas parlamentarias a esta corona que no merece ningún respeto, en mi opinión, es digna de una severa reprobación y más si se reclaman de los usos y tradiciones de la izquierda, que necesariamente son en el estado español republicanas. Por tanto defraudan sus orígenes en aras de un pacto de la transición que las derechas ya no respetan y los antiguos derechistas del PSOE como Felipe y Alfonso consideran que está siendo violado. La derecha tiene trazada una estrategia y un camino a circular, pero las “izquierdas” gubernamentales en realidad no. Porque respetar el pacto constitucional y asentar la democracia son incompatibles. Porque el pacto constitucional y consolidar derechos sociales, laborales y avances en justicia y reparto, son inconstitucionales, porque la Constitución del 78 reconoce derechos y los enumera pero no los garantiza ni los hace de obligado cumplimiento y sino repasemos aquello del derecho a la vivienda o a la sanidad.

Un desfile militar en España es toda una declaración de principios.

La derecha tiene trazada una estrategia y un camino a circular, pero las “izquierdas” gubernamentales en realidad no

La Constitución del 78 está quemada y no nos sirve. No evita la privatización y destrucción de la sanidad pública, no evita el deterioro cada vez mayor de la educación pública y no evita la especulación inmobiliaria, el atraco de los precios del alquiler o la defensa de vecinas y vecinos de los centros de las ciudades. Prohíbe la reforma agraria y consagra el sacrosanto derecho de la propiedad privada por encima del bien común. La Constitución hoy en día solo sirve para reprimir, negar la laicidad y garantizar los privilegios de las derechas franquistas, los de poderosos y poderosas incluyendo las castas alto funcionariales y altas magistraturas así como el trono de una de las peores dinastías que históricamente jamás ha reinado en Europa.

Esa es la realidad. La desigualdad campa a sus anchas y los derechos democráticos de las mayorías son papel mojado frente a grandes empresarios, bancos o el poder de las eléctricas y energéticas privadas que hacen lo que les da la gana. Se condenan por terrorismo manifestaciones populares, eso sí, si son del pueblo de izquierdas o de pueblos que aspiran a su independencia, mientras los cachorros de los cayetanos campan a sus anchas día si y día también en Ferraz. Juezas y jueces ordenan con contundencia desahucios de pobre gente o meten en la cárcel a personas por injurias al rey mientras que nunca defienden el constitucional derecho de huelga anulado con servicios mínimos que ni son democráticos ni son justos, pero que impiden el derecho laboral fundamental. 

La Constitución hoy en día solo sirve para reprimir, negar la laicidad y garantizar los privilegios de las derechas franquistas

La derecha española como vengo repitiendo muchas veces, no es democrática ni tiene tradición liberal, menos democristiana. La derecha española bebe sus fuentes en el caciquismo autoritario de Cánovas del Castillo y la democracia censitaria de los alfonsinos y alfonsinas de finales XIX y principios del siglo XX, en el carlismo ultareligioso y absolutista. Esa es la explicación de la aparición de tantas banderas de la cruz de San Andrés ante Ferraz y en las manifestaciones derechistas contra la amnistía, es la nueva llamada al Requeté, a echarse al monte en defensa de Dios, la patria y el rey, es decir su rey y su patria. Eso rompe por otro lado la transición y el pacto constitucional, porque a las derechas españolistas la Constitución les importa un pimiento si no les es útil. 

Las derechas españolistas radicadas y organizadas desde Madrid, solo quieren defender sus intereses y no reconocen otro resultado electoral que no sea su propia victoria en las urnas. Amparadas además por el avance de las extremas derechas en todo el territorio OTAN/UE se sienten seguras, mientras que las izquierdas gubernamentales oficialistas si se pliegan a una Europa cada vez más reaccionaria y abjuran de alianzas con el SUR global, que es el futuro del mundo y la mayor parte del comercio mundial, frente a un decadente imperio anglosajón.

La aparición de tantas banderas de la cruz de San Andrés ante Ferraz y en las manifestaciones derechistas contra la amnistía, es la nueva llamada al Requeté

Por otra parte las clases trabajadoras de Europa y el estado español, sufren injusticia, desigualdad, desprecio y empobrecimiento y por tanto las llamadas a la tranquilidad y la confianza de quienes acaban pactando con bancos y multinacionales les suenan a arameo y los consideran igual que los otros, porque ni entienden sus demandas, ni hablan su lenguaje ni son capaces de organizarles como clase en lucha por su dignidad. Están en las identidades de grupo y el globalismo.

Por tanto pienso que hemos de exigir una constituyente defendiendo la República y la igualdad; organizar al mundo del trabajo sea asalariado o no; defender intereses de agricultoras, pescadores, ganaderas, taxistas o camioneros, junto con los de funcionarias, metalúrgicos o enseñantes…, es lo imprescindible ante una derecha que no reconoce a nadie salvo sus intereses y los negocios que hacen a costa del Estado. Desmontando el Estado en beneficio propio o gastando dinero en armas en beneficio de los EEUU su economía y dominio, aunque esto también lo hace el gobierno.

La lucha por la República, no es la lucha por la memoria o por conmemorar un pasado, no es una lucha legalista ni de legitimidades, es la tarea de construir la democracia y poder buscar el reparto de la riqueza, la igualdad y la soberanía popular. 

Las costuras de la Transición están rotas. ¿Dónde ir?