viernes. 19.04.2024
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Siendo un jugador de ajedrez vulgar, como es mi caso, desde hace años, nunca dejé de pensar en la similitud de nuestro trabajo como mediador con las técnicas y los valores del juego.


El análisis en el ajedrez, parte de predicciones del comportamiento de los demás, no del comportamiento en sí, sin conocer las decisiones del otro jugador. Es lo que sucede en una partida de ajedrez, el jugador por lo general antes de mover una pieza, piensa en la movida de su contrincante y adelantarse a la jugada para finalmente ganar. La toma de decisiones y el análisis se hacen siempre buscando una función de utilidad, un objetivo, una voluntad

Cuando mediamos, la decisión que las partes tomen, van a estar entrelazadas, de tal forma que la que tome una de las partes dependerá en buena medida,  de las acciones y decisiones de la otra parte y viceversa.

Hace muchos años, para promocionar la mediación, utilizamos un video sobre “la magia de la mediación” donde incluí esta mención al ajedrez, pero nunca me había parado a pensar en la importancia que tiene, para prepararnos a mediar. Cómo si de un concurso se tratara, imagínate lector, que cuando alguien de nuestros mediados (jugador de ajedrez) antes de proceder a mover su ficha, mientras la otra parte no le escucha, nos dice al oído cual es su verdadera intención al mover ese peón “en nuestra partida”; y de igual forma cuando le toque el turno al otro mediado, mientras el primero no le escucha, nos diga la suya. En eso se basa el secreto y la confidencialidad, en conocer no solo sus movimientos, sino sus verdaderas intenciones. Solo así les podríamos ayudar en la “partida”.

Lo más importante: las tablas. Es el momento mágico donde ambas partes se dan la mano y ambos podemos considerar que han ganado. Algo que comenzó como en la batalla queriendo ganar con tus argumentos, termina teniendo que reconocer los argumentos de contrario que también respeta los tuyos

Me parece apasionante el juego de ajedrez. Me parece el mejor entrenamiento en solitario para la mente de un mediador. Hay que pensar que los jugadores mueven las piezas, de forma alterna, una vez cada uno, manteniendo el equilibrio en el tiempo y en las oportunidades (no obstante si hay un movimiento que supone el movimiento de dos piezas, el único, que es el “enroque de la torre y el rey”).

En el juego empieza el jugador que tienes las fichas blancas pero… que os parecería que en nuestro caso pidiéramos que manifiesten quien quiere empezar? Porque han visto que supone una pequeña ventaja y se ha visto que el blanco consigue aproximadamente el 55% de los puntos en juego frente a un 45% del negro, en bases de datos que recopilan millones de partidas.

También se produce a lo largo del juego la “captura” de la pieza de contrario con los distintos movimientos, lo que vulgarmente llamamos “comerse una pieza”. Yo creo que muchas veces las posiciones son tan rígidas que cuando negociamos “hacemos desaparecer de nuestro tablero” esas piezas que nos vamos “comiendo” con el poder de la palabra, de tal forma que las alejamos del juego, y así, conseguimos pasar de posiciones a intereses y necesidades… se va limpiando de forma automática el tablero de todo aquello que nos esta impidiendo llegar a lo verdaderamente fundamental: la reina, el rey.

Ahora bien no olvidemos que cada pieza tiene su manera de moverse y que se conserva a lo largo de toda la partida y basta recordarlas querido lector para analizar su importancia:

La Torre:  Simboliza una fortificación. Al comienzo de la partida cada jugador dispone de dos, que se sitúan en las esquinas del tablero más cercanas a su posición. Puede moverse horizontalmente (en fila) o verticalmente (en columna).

El Peón:  Representan a los soldados de más bajo rango que no retroceden. En el juego del ajedrez hay ocho piezas fundamentales. Pero ojo, en el primer movimiento avanza dos casillas y después el segundo movimiento es de una casilla y cuando llega a la octava línea se transforman en cualquier otra pieza, adquiere nobleza, si consigue pasar todo el tablero sin ser capturado, excluyendo el rey.

El caballo: Representa a el arma de caballería. Su posición inicial en el tablero es entre las torres y los alfiles. Su movimiento no es lineal como el de las otras piezas, sino que describe una trayectoria en forma de L; es decir, se desplaza dos casillas en dirección horizontal o vertical y una en dirección perpendicular a la anterior.  Y al igual que la anterior otro dato muy importante: es la única pieza que puede saltar por encima de las demás.                                                                                                 

El Alfil: La palabra alfil proviene del árabe, cuyo significado es «el elefante» En la posición inicial de la partida, uno de ellos se ubica junto al rey y otro junto a la dama. Se mueve siempre en diagonal, sin límite de casillas y tanto hacia adelante como hacia atrás.

La reina o dama es la pieza de ajedrez más importante junto al rey, pues su captura es la finalidad de este juego; esta importancia viene dada por el hecho de que es la pieza de mayor movilidad, lo cual le confiere el mayor campo de acción de entre todas las piezas de ajedrez. El movimiento de la dama está constituido por la combinación de los movimientos de alfil y torre.

Y por último el rey es la pieza más importante (junto a la Dama, ya que no quiero que alguien mal intencionado piense en la cultura mal entendida y porque no, consigamos los mediadores alguna vez que sea la Dama la que tuviera que capturar el “ejercito contrario” para ganar la partida) del juego de ajedrez y, sin embargo, una de las piezas más débiles de todas; pero su importancia no gira en torno a su valor si no que el juego gira en torno a atrapar al rey enemigo, pues no se permite la captura de éste (jaque mate). Si un rey se encuentra en amenaza de ser capturado se dice que está en jaque, y el jugador debe librarse de la amenaza. Si no es posible esto último el rey se encuentra en jaque mate y ese jugador pierde la partida. El rey se mueve en dirección horizontal o vertical, aunque sólo se puede desplazar una casilla en cada movimiento, a excepción de la jugada especial llamada enroque.  

Tras este breve comentario a las piezas, me encantaría que tuvierais la suficiente creatividad, para poner nombres y apellidos a vuestras mediaciones, a quienes han sido en vuestras negociaciones, peones, alfiles, caballos, torres reyes o reinas, porque cada uno le da la importancia que tiene en una negociación. Pensad en aquel caso que tuvisteis de ámbito laboral, a través de recursos humanos, o incluso vecinal, donde los peones reclamaban el protagonismo, pero el dueño de la empresa, el presidente de la comunidad, no quería dar su brazo a torcer, y ahí aparecía de repente la importancia de la torre, ese administrador o jefe de área que servía para neutralizar la negatividad.

Pensad en esa situación intercultural, donde algún alfil o caballo, se entrelazaban entre los peones y el rey y la reina, para que estos entendieran que la diferencia de cultura o valores no supone un muro para la plena integración, gracias a que “saltaban” entre ellos o en diagonal entraban en el conflicto

No olvidéis nunca que con excepción de los peones, las piezas pueden moverse "hacia atrás", es decir en dirección a su respectivo jugador, pero los peones no, solo cabe avanzar, buscar una solución y ello solo depende de que “las otras piezas” se den cuenta que el pasado no lo podemos cambiar pero si son dueñas de su futuro.

Que maravilloso juego es el ajedrez, pero que maravilloso es trabajar la mediación. Por eso para terminar este post, solo animaros a pensar como el ajedrecista, aprender tácticas y técnicas de él y no olvidéis mis últimas recomendaciones, producto de un aprendiz de jugador de ajedrez:

Si profundizáis en este juego, no te olvides del Gambito, una apertura del juego donde se sacrifica un peón para desarrollar las piezas más rápidamente: en mediación para seguir y conseguir, tienes que ceder y conceder.

Y por último, lo más importante: las tablas. Ese momento donde la partida termina en empate, puede ser por acuerdo de ambos jugadores, porque esté ahogado y ya no se pueda continuar. Pero es el momento mágico donde ambas partes se dan la mano y ambos podemos considerar que han ganado. Algo que comenzó como en la batalla queriendo ganar con tus argumentos, termina teniendo que reconocer los argumentos de contrario que también respeta los tuyos.

Ajedrez para mediadores